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En los páramos colombianos, el frailejón se erige como una especie vital para la supervivencia de los ecosistemas de alta montaña. Gracias a su capacidad única de captar la humedad del aire y transformarla en agua, esta planta alimenta ríos y quebradas que no solo sostienen la biodiversidad de estas zonas, sino también el suministro hídrico esencial para millones de personas. Sin embargo, a pesar de su creciente reconocimiento, los frailejones enfrentan amenazas significativas. Proteger a estas plantas resulta indispensable para preservar el agua, la biodiversidad y el equilibrio ambiental del país.
Para lograrlo, es esencial comprender de dónde vienen y qué son. Estas plantas, conocidas científicamente como espeletias, pertenecen a la familia Asteraceae y son nativas de los páramos de Colombia, Venezuela y Ecuador. De las 175 especies descritas, Colombia alberga 98, con un notable 74% de ellas siendo endémicas. Su importancia ecológica y cultural es tal que, desde 2012, aparecen en la moneda colombiana de 100 pesos.
“El frailejón es una planta emblemática de los páramos andinos, ecosistemas de alta montaña. Un ejemplo de esta riqueza se encuentra en el Santuario de Fauna y Flora, en el oriente colombiano, donde se concentran 23 especies diferentes, lo que representa cerca de un cuarto de todas las especies presentes en el país. Estas plantas se distinguen por su crecimiento extremadamente lento, lo que hace que su protección sea fundamental para preservar el equilibrio ecológico de los páramos”, explicó Paola Echeverrí, coordinadora regional de los Andes de WWF Colombia, en entrevista con El Espectador.
Estas plantas han desarrollado adaptaciones únicas para sobrevivir en las condiciones extremas de los páramos andinos. Se caracterizan por poseer un tronco grueso y único, coronado por hojas suculentas y velludas dispuestas en forma de roseta. Una de sus características más notables es su lento crecimiento, aproximadamente un centímetro por año, lo que les permite alcanzar una longevidad de hasta 100 años. Las hojas muertas, en lugar de caer, permanecen adheridas al tallo, formando una capa protectora que les ayuda a enfrentar el frío intenso, la alta radiación UV y la escasez de agua.
Destacan también por su rápida evolución, siendo consideradas una de las cinco plantas que más rápidamente se han adaptado en el mundo. Pueden alcanzar alturas de hasta 15 metros y son claves por su capacidad de almacenar hasta 25 veces su peso en agua, lo que las convierte en elementos esenciales para la regulación hídrica de los ecosistemas de páramo.
“Es fundamental entender que los frailejones no sólo son símbolos representativos de los páramos, sino también reguladores hídricos esenciales, comparables a gigantescas esponjas vivientes. Sus hojas, recubiertas de diminutos pelos, capturan la humedad del aire y la conducen hacia sus raíces. Este proceso no solo beneficia a la planta, sino que también contribuye significativamente al ciclo hidrológico del ecosistema. El agua captada es liberada de manera gradual, alimentando acueductos comunitarios, municipales y rurales”, explicó la experta.
Agregó que los frailejones desempeñan un papel crucial en el contexto del cambio climático, pues funcionan como refugios climáticos y actúan como indicadores naturales de las transformaciones ambientales, reflejando los cambios del clima. Por ello, son considerados laboratorios naturales de enorme valor para diseñar estrategias de adaptación y mitigación frente al cambio climático.
Adicionalmente, los frailejones desempeñan un papel vital en los ecosistemas de páramo al albergar una biodiversidad extraordinaria. Estas plantas sirven como refugio y fuente de alimento para aproximadamente 150 especies, incluyendo arácnidos, insectos, moluscos, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, que dependen directamente de ellas para sobrevivir. Entre las especies más emblemáticas destacan el chivito de páramo, un colibrí característico de este entorno, así como los borugos y los osos andinos.
En el ámbito cultural, los frailejones también tienen un significado especial. Conocidos como “el monje del páramo” por su forma peculiar que recuerda a un monje, estas plantas han sido fundamentales en la medicina tradicional de diversas comunidades colombianas. Según Echeverrí, Pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos han utilizado el frailejón para tratar múltiples dolencias. Por ejemplo, en el Páramo del Cocuy, las hojas del frailejón han sido empleadas durante generaciones para aliviar afecciones como la tos, dolores de oído, inflamaciones y problemas respiratorios, incluido el asma.
“No obstante, es crucial manejar esta información con responsabilidad. El conocimiento sobre sus propiedades medicinales no debe entenderse como una invitación al uso indiscriminado de estas plantas. Los frailejones son especies que requieren protección y conservación, por lo que su uso debe restringirse a las prácticas tradicionales de las comunidades locales. Es esencial encontrar un equilibrio entre el reconocimiento de sus beneficios medicinales y la preservación de estas plantas únicas para las generaciones futuras”, subrayó Echeverrí.
De las especies más populares se encuentra:
- Frailejón orejas de burro (Espeletia grandiflora): Esta especie recibe su nombre común por sus hojas largas y suaves, que recuerdan las orejas de un burro. Puede alcanzar hasta tres metros de altura y produce flores amarillas que contrastan con el verde de sus hojas. Es una de las especies emblemáticas de los páramos.
- Frailejón de Belén (Espeletia brachyaxiantha): Con una altura que puede llegar hasta los seis metros, esta especie se destaca por sus imponentes hojas, que miden entre 21 y 29 cm, y por sus vistosas flores amarillas.
- Frailejón de los estupendos (Espeletia mirabilis): De nombre curioso, esta especie alcanza una altura más modesta, de hasta 1,2 metros. Sus hojas suaves, que miden entre 26 y 35 cm, y sus flores amarillas son características distintivas. Actualmente está clasificada en peligro crítico.
- Frailejón de Ocetá (Espeletia ocetana): Descubierta recientemente en el páramo de Ocetá, esta especie lleva su nombre en honor a su lugar de origen. Se caracteriza por su tallo alto y hojas anchas, adaptadas al ecosistema del páramo. Su descubrimiento resalta la riqueza aún desconocida de estos ecosistemas y la necesidad de protegerlos.
Conservación y restauración de frailejones
“El frailejón, símbolo emblemático de los ecosistemas de páramo, no solo es vital para la regulación hídrica y climática, sino que también enfrenta amenazas críticas que ponen en riesgo su supervivencia. Estas plantas, comparables al oso andino como íconos de conservación, son clave para la salud de los páramos. Actualmente, 55 especies de frailejones están en peligro: 15 están clasificadas en Peligro Crítico, 25 en Peligro y 15 como Vulnerables según la lista roja de la UICN. Estas cifras subrayan la necesidad urgente de protegerlas y garantizar la integridad de los páramos”, dijo la coordinadora.
También explicó que la principal amenaza proviene de la expansión de la frontera agrícola. Este fenómeno representa un desafío complejo donde la necesidad de producción alimentaria colisiona con la preservación ambiental. Los agricultores, en busca de nuevas tierras cultivables, ascienden progresivamente hacia zonas de páramo, transformando estos ecosistemas únicos en campos de cultivo, principalmente de papa, y en zonas de pastoreo para ganado.
“La actividad minera representa otra amenaza significativa para estos ecosistemas. A pesar de la incompatibilidad evidente entre la minería y la preservación de zonas de especial importancia ecosistémica, numerosos páramos colombianos continúan siendo objeto de explotación minera, comprometiendo severamente su integridad ecológica”, dijo Echeverrí.
Un fenómeno más reciente, pero igualmente preocupante, agregó la experta, es el turismo mal gestionado. La popularización del frailejón como símbolo cultural, ejemplificada por personajes como “Frailejón Pérez”, ha generado un interés turístico sin precedentes.
Sin embargo, este interés se puede traducir en comportamientos irresponsables: visitantes que se desvían de los senderos establecidos, manipulan las plantas para tomarse fotografías, o perturban su hábitat natural, sin comprender que estas acciones pueden causar daños irreversibles a especies que no están adaptadas para tal interacción humana.
“La confluencia de estas presiones pone en serio riesgo la supervivencia de los frailejones y, por ende, la estabilidad de los ecosistemas de páramo. Sin medidas efectivas de conservación y un cambio en nuestros patrones de interacción con estos ecosistemas, corremos el riesgo de perder no solo una especie icónica, sino también los invaluables servicios ecosistémicos que estos entornos nos proporcionan”, puntualizó.
La coordinadora señala que el primer paso fundamental para la protección de los ecosistemas es su reconocimiento legal. En Colombia, se ha desarrollado un sólido sistema de áreas protegidas que abarca la mayoría de los páramos del país con la Ley 1930 de 2018 que no solo resalta la relevancia de estos ecosistemas, sino que también sienta las bases para su gestión y conservación, promoviendo una colaboración efectiva entre el gobierno nacional y las autoridades ambientales regionales.
¿Cómo se puede cuidar un frailejón desde la comunidad?
“La propagación de frailejones es un proceso delicado y complejo que requiere una comprensión profunda de las necesidades específicas de estas plantas. Y es que los frailejones son especies altamente especializadas que han evolucionado para prosperar en las condiciones muy específicas de los ecosistemas de páramo. Estas plantas necesitan un equilibrio preciso de humedad y temperatura, característico de las altitudes donde naturalmente crecen. Este nivel de especialización hace que sean particularmente sensibles a cualquier alteración en sus condiciones ambientales, lo que complica significativamente su propagación en entornos artificiales”, explicó la coordinadora.
Menciona que aunque técnicamente es posible propagar frailejones, este proceso requiere un enfoque extremadamente cauteloso y conocimiento especializado. Estas plantas son especialmente sensibles a los cambios bruscos de temperatura, lo que convierte los trasplantes en una tarea altamente riesgosa. Por ello, la estrategia más efectiva para su propagación consiste en establecer viveros directamente en las zonas de páramo donde estas especies se encuentran de forma natural. Este enfoque ofrece múltiples ventajas: las plantas permanecen en un ambiente óptimo para su desarrollo, se reduce significativamente el estrés asociado al trasplante y se preserva la integridad genética de las poblaciones locales, asegurando su sostenibilidad a largo plazo.
“Instituciones como el Jardín Botánico de Bogotá han realizado esfuerzos significativos en la propagación de especies de páramo, incluyendo frailejones. Sin embargo, sus experiencias han confirmado la extrema sensibilidad de estas plantas a las alteraciones ambientales. Esto refuerza la importancia de mantener los esfuerzos de propagación dentro de los ecosistemas de páramo, donde las condiciones naturales favorecen el éxito del proceso”, mencionó.
Por ello, la experta destaca una serie de recomendaciones que van desde la educación ambiental hasta una gestión territorial integral. Pues el cuidado de estos ecosistemas deben involucrar a todos los sectores de la sociedad, abarcando desde ciudadanos individuales hasta instituciones gubernamentales, con el fin de fomentar un compromiso colectivo hacia la protección y conservación de los ecosistemas.
- Educación ambiental: Es indispensable implementar programas educativos en todos los niveles que destaquen la importancia vital de los frailejones y los ecosistemas de páramo. Al comprender el papel crucial que desempeñan, las personas se muestran más dispuestas a participar activamente en su protección. Estos programas deben ser accesibles y adaptados a diferentes audiencias, desde escolares hasta adultos, para garantizar un impacto más amplio y efectivo.
- Respeto por el ecosistema: Cada ecosistema alberga especies únicas que están adaptadas a condiciones particulares. Pensar que los frailejones pueden transplantarse a otras zonas aparentemente similares es un error común que puede alterar los delicados equilibrios ecológicos locales. Este tipo de prácticas, aunque bien intencionadas, puede ser perjudicial tanto para las especies como para sus hábitats. La recomendación es no intentar repoblar una zona sin autorización de expertos y autoridades.
- Turismo responsable: El turismo responsable en los páramos demanda una regulación estricta y su cumplimiento efectivo. Las áreas protegidas cuentan con normas específicas sobre las zonas de visita y las condiciones de acceso que deben respetarse rigurosamente. Esto incluye la adecuada gestión de residuos sólidos y la prohibición de actividades como fogatas, especialmente durante períodos de altas temperaturas cuando el riesgo de incendios es mayor
“Cada esfuerzo, por pequeño que parezca, tiene un impacto. Acciones como el uso eficiente del agua, reducir el tiempo de la ducha o evitar el desperdicio, pueden parecer insignificantes a nivel individual, pero en conjunto generan una conciencia colectiva que impulsa el cambio global que tanto necesitamos. Proteger los páramos no es solo una acción ambiental, es también una inversión en nuestro futuro como sociedad. Sumando pequeños cambios desde todos los sectores de la ciudadanía, podemos garantizar que estos ecosistemas únicos sigan proporcionando los servicios vitales de los que dependemos”, finalizó Echeverrí.
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