¿Qué son y cómo funcionan los cultivos de cobertura?
Los cultivos de cobertura son una práctica sostenible que mejora la salud del suelo, aquí le decimos cómo tener uno.
A menudo nuestra huerta o cultivo se ve amenazado constantemente por el sol abrasador, las lluvias intensas y la contaminación ambiental. Para protegerlos, solemos recurrir a agroquímicos y productos industriales que, si bien prometen salvar la cosecha, contaminan en gran medida los suelos y afectan a los insectos benéficos. Sin embargo, en la agricultura sostenible, existe una práctica mucho más amigable con el medio ambiente: los cultivos de cobertura vegetal.
Los cultivos de cobertura son siembras adicionales que se integran junto al cultivo principal o se establecen en los períodos de barbecho para cubrir el suelo. La labor primordial de estos es mejorar las condiciones del suelo, ya que se plantan en parcelas que de otra forma permanecerían descubiertas entre ciclos de cosecha, protegiéndolas así de la erosión y la pérdida de nutrientes, ayudando a la fertilidad. También ayudan a suprimir el crecimiento de malezas, controlar plagas y enfermedades, optimizar la disponibilidad de agua e incrementar la biodiversidad en los cultivos.
En la jardinería, el concepto análogo es el mantillo o mulching. A diferencia de los cultivos de cobertura que son plantas vivas, esta técnica consiste en cubrir la superficie del suelo con una capa de materiales orgánicos como corteza, paja o compost, o bien materiales inorgánicos como piedras o plásticos. Sin embargo, ambas técnicas cumplen la misma función de ser una barrera física que protege el suelo.
Frank Jimy García Navarrete, docente de ingeniería ambiental de la Universidad Ecci, señala qué: “Existen diversas especies comúnmente empleadas como cultivos de cobertura vegetal, tales como leguminosas (arveja, frijol, alfalfa), gramíneas (avena, trigo, cebada) y pastos y forrajes que, aparte de proteger, aportan nitrógeno necesario para el cultivo. Sin embargo, la selección de la especie más adecuada se basa en varios factores, como el clima, el tipo de suelo, los objetivos de manejo y las necesidades del cultivo principal.”
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Estas consideraciones específicas son:
- Se debe tener en cuenta el pH del suelo de las plantas cultivadas: Por ejemplo, las plantas que son más tolerantes a la sequía prefieren un pH ligeramente ácido a neutro (entre 6.0 y 7.0), por lo que se debe considerar si alguna de las plantas que se cultiven o la capa orgánica que se agregue no aportan más ácido o convierten el suelo a uno ligeramente alcalino.
- Nivel de nutrientes: Debe considerar si sus plantas requieren que el suelo esté bajo en nutrientes, pues puede que no les guste este las coberturas con materia orgánica, sino que deba recurrir a las inorgánicas. Sin embargo, si las que tiene requiere suelos con niveles medios a altos de nutrientes, especialmente nitrógeno, fósforo y potasio, estas coberturas son especiales para usted.
- Capacidad de retención de agua: Algunas plantas prefieren suelos con buena capacidad de retención de agua, como suelos arcillosos o franco-arcillosos, para almacenar agua durante los períodos secos, otras sobreviven mejor con suelos secos, donde no se quiere tanta humedad, ya que puede pudrir las raíces.
Según el docente, la implementación de cultivos de cobertura conlleva impactos económicos tanto a corto como a largo plazo. En un principio, implica costos iniciales por la compra de semillas, siembra y manejo de estos cultivos adicionales. Sin embargo, a corto plazo también puede generar ahorros al reducir la necesidad de herbicidas y fertilizantes, gracias a la mejora en la salud del suelo y el control natural de malezas que brindan.
Por otro lado, menciona que a largo plazo, los beneficios son aún mayores, ya que este tipo de coberturas aumentan la fertilidad al incrementar la materia orgánica y mejoran la estructura y retención de agua en el suelo, lo que puede traducirse en mayores rendimientos de los cultivos principales. Además, al proteger el suelo de la erosión, se conserva la capa superior rica en nutrientes. Señala también que: “Uno de sus beneficios más grandes es que compiten con las malezas por los recursos del suelo, como nutrientes y luz solar, lo que reduce la presencia y el crecimiento de malezas no deseadas”.
¿Cómo siembro este tipo de coberturas y cómo las cuido?
García recalca que los métodos de siembra varían dependiendo del cultivo, condiciones del suelo y equipo disponible. Algunos conocidos y que él recomienda son:
- Siembra directa: Este método utiliza sembradoras para depositar semillas directamente en el suelo, siendo uno de los métodos más eficientes y precisos. El grosor del mantillo debe ser de entre 10 y 15 cm.
- Siembra a voleo: Consiste en esparcir las semilla o capa orgánica/inorgánica de manera manual o mecánicamente. Es rápido pero menos uniforme.
- Siembra en franjas o surcos: Las semillas se plantan en hileras, común cuando se combinan con cultivos principales.
- Siembra intercalada: Se realiza entre hileras de cultivos principales para maximizar el uso del espacio.
- Siembra con cobertura de rastrojo: Las semillas se siembran sobre restos de cosechas anteriores.
Una vez que se tenga esto, se debe procurar darle las necesidades básicas de un cultivo, por ejemplo, “proporcionales suficiente luz solar para crecer adecuadamente. Es decir, si escogió plantas que depende de la luz, debe saber donde ubicarlas, o escoger plantas de semisombra y sombra, por ejemplo, las leguminosas, como pueden tolerar sombra parcial, pueden crecer bien en condiciones intercaladas con cultivos principales”, dice García.
En cuanto al riego y el sustrato, señala que el cuidado varía según la especie. Debido a que mientras las semillas requieren bastante agua para germinar, algunos cultivadores eligen mantener un riego exclusivo de solo agua de lluvia sin riego adicional, y eligen plantas poco demandantes de humedad, más en donde hay zonas áridas. También, se debe manejar bien la tierra, porque aunque los cultivos de cobertura generalmente no son muy exigentes, se debe mantener una estructura del suelo adecuada, lo que se traduce en un buen drenaje y un buen control de su crecimiento.
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García finaliza mencionando que aunque estos cultivos mejoren el rendimiento de los cultivos principales, llevándolo a producir mayores rendimientos, hay dos cosas negativas:
- Puede haber una competencia por recursos: Si no se manejan adecuadamente, estos pueden competir con los cultivos principales por agua, luz y nutrientes.
- Interferencia física: En algunos casos, los restos de los cultivos de cobertura pueden interferir con la siembra y el establecimiento de los cultivos principales.
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A menudo nuestra huerta o cultivo se ve amenazado constantemente por el sol abrasador, las lluvias intensas y la contaminación ambiental. Para protegerlos, solemos recurrir a agroquímicos y productos industriales que, si bien prometen salvar la cosecha, contaminan en gran medida los suelos y afectan a los insectos benéficos. Sin embargo, en la agricultura sostenible, existe una práctica mucho más amigable con el medio ambiente: los cultivos de cobertura vegetal.
Los cultivos de cobertura son siembras adicionales que se integran junto al cultivo principal o se establecen en los períodos de barbecho para cubrir el suelo. La labor primordial de estos es mejorar las condiciones del suelo, ya que se plantan en parcelas que de otra forma permanecerían descubiertas entre ciclos de cosecha, protegiéndolas así de la erosión y la pérdida de nutrientes, ayudando a la fertilidad. También ayudan a suprimir el crecimiento de malezas, controlar plagas y enfermedades, optimizar la disponibilidad de agua e incrementar la biodiversidad en los cultivos.
En la jardinería, el concepto análogo es el mantillo o mulching. A diferencia de los cultivos de cobertura que son plantas vivas, esta técnica consiste en cubrir la superficie del suelo con una capa de materiales orgánicos como corteza, paja o compost, o bien materiales inorgánicos como piedras o plásticos. Sin embargo, ambas técnicas cumplen la misma función de ser una barrera física que protege el suelo.
Frank Jimy García Navarrete, docente de ingeniería ambiental de la Universidad Ecci, señala qué: “Existen diversas especies comúnmente empleadas como cultivos de cobertura vegetal, tales como leguminosas (arveja, frijol, alfalfa), gramíneas (avena, trigo, cebada) y pastos y forrajes que, aparte de proteger, aportan nitrógeno necesario para el cultivo. Sin embargo, la selección de la especie más adecuada se basa en varios factores, como el clima, el tipo de suelo, los objetivos de manejo y las necesidades del cultivo principal.”
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Estas consideraciones específicas son:
- Se debe tener en cuenta el pH del suelo de las plantas cultivadas: Por ejemplo, las plantas que son más tolerantes a la sequía prefieren un pH ligeramente ácido a neutro (entre 6.0 y 7.0), por lo que se debe considerar si alguna de las plantas que se cultiven o la capa orgánica que se agregue no aportan más ácido o convierten el suelo a uno ligeramente alcalino.
- Nivel de nutrientes: Debe considerar si sus plantas requieren que el suelo esté bajo en nutrientes, pues puede que no les guste este las coberturas con materia orgánica, sino que deba recurrir a las inorgánicas. Sin embargo, si las que tiene requiere suelos con niveles medios a altos de nutrientes, especialmente nitrógeno, fósforo y potasio, estas coberturas son especiales para usted.
- Capacidad de retención de agua: Algunas plantas prefieren suelos con buena capacidad de retención de agua, como suelos arcillosos o franco-arcillosos, para almacenar agua durante los períodos secos, otras sobreviven mejor con suelos secos, donde no se quiere tanta humedad, ya que puede pudrir las raíces.
Según el docente, la implementación de cultivos de cobertura conlleva impactos económicos tanto a corto como a largo plazo. En un principio, implica costos iniciales por la compra de semillas, siembra y manejo de estos cultivos adicionales. Sin embargo, a corto plazo también puede generar ahorros al reducir la necesidad de herbicidas y fertilizantes, gracias a la mejora en la salud del suelo y el control natural de malezas que brindan.
Por otro lado, menciona que a largo plazo, los beneficios son aún mayores, ya que este tipo de coberturas aumentan la fertilidad al incrementar la materia orgánica y mejoran la estructura y retención de agua en el suelo, lo que puede traducirse en mayores rendimientos de los cultivos principales. Además, al proteger el suelo de la erosión, se conserva la capa superior rica en nutrientes. Señala también que: “Uno de sus beneficios más grandes es que compiten con las malezas por los recursos del suelo, como nutrientes y luz solar, lo que reduce la presencia y el crecimiento de malezas no deseadas”.
¿Cómo siembro este tipo de coberturas y cómo las cuido?
García recalca que los métodos de siembra varían dependiendo del cultivo, condiciones del suelo y equipo disponible. Algunos conocidos y que él recomienda son:
- Siembra directa: Este método utiliza sembradoras para depositar semillas directamente en el suelo, siendo uno de los métodos más eficientes y precisos. El grosor del mantillo debe ser de entre 10 y 15 cm.
- Siembra a voleo: Consiste en esparcir las semilla o capa orgánica/inorgánica de manera manual o mecánicamente. Es rápido pero menos uniforme.
- Siembra en franjas o surcos: Las semillas se plantan en hileras, común cuando se combinan con cultivos principales.
- Siembra intercalada: Se realiza entre hileras de cultivos principales para maximizar el uso del espacio.
- Siembra con cobertura de rastrojo: Las semillas se siembran sobre restos de cosechas anteriores.
Una vez que se tenga esto, se debe procurar darle las necesidades básicas de un cultivo, por ejemplo, “proporcionales suficiente luz solar para crecer adecuadamente. Es decir, si escogió plantas que depende de la luz, debe saber donde ubicarlas, o escoger plantas de semisombra y sombra, por ejemplo, las leguminosas, como pueden tolerar sombra parcial, pueden crecer bien en condiciones intercaladas con cultivos principales”, dice García.
En cuanto al riego y el sustrato, señala que el cuidado varía según la especie. Debido a que mientras las semillas requieren bastante agua para germinar, algunos cultivadores eligen mantener un riego exclusivo de solo agua de lluvia sin riego adicional, y eligen plantas poco demandantes de humedad, más en donde hay zonas áridas. También, se debe manejar bien la tierra, porque aunque los cultivos de cobertura generalmente no son muy exigentes, se debe mantener una estructura del suelo adecuada, lo que se traduce en un buen drenaje y un buen control de su crecimiento.
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- Puede haber una competencia por recursos: Si no se manejan adecuadamente, estos pueden competir con los cultivos principales por agua, luz y nutrientes.
- Interferencia física: En algunos casos, los restos de los cultivos de cobertura pueden interferir con la siembra y el establecimiento de los cultivos principales.
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