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Raíces de esperanza: ¿Cómo el Jardín Botánico Las Delicias superó la adversidad?

Para Edgar Muela, director del Jardín Botánico Las Delicias, la botánica se entrelaza con la cultura indígena Misak en la conservación del medio ambiente en sus territorios, por eso insistieron en la creación de una entidad que trabajara con ese objetivo, a pesar de que el conflicto armado destruyera su primer intento.

La  Huerta
03 de octubre de 2024 - 09:45 p. m.
Este espacio fue fundado en 1999 por la comunidad indígena Misak del Resguardo de Guambia, campesinos de Tierradentro e integrantes de diversas disciplinas.
Este espacio fue fundado en 1999 por la comunidad indígena Misak del Resguardo de Guambia, campesinos de Tierradentro e integrantes de diversas disciplinas.
Foto: Procolombia
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El Jardín Botánico Las Delicias, ubicado en el municipio de Silvia, al oriente del departamento de Cauca, se encuentra en una reserva forestal de 75 hectáreas de bosque altoandino. Este espacio fue fundado en 1999 por la comunidad indígena Misak del Resguardo de Guambia, campesinos de Tierradentro e integrantes de diversas disciplinas. Su misión es la conservación de la biodiversidad local y la promoción de prácticas ancestrales, mientras fomenta un diálogo entre los saberes tradicionales y el conocimiento científico para proteger el patrimonio biocultural.

Para el director del Jardín Botánico Las Delicias, Edgar Muela, se trata de un escenario clave para la educación y la sensibilización ambiental para las comunidades locales. Según él, el jardín no solo es un espacio de conservación, sino también un centro de aprendizaje en el que se busca integrar el conocimiento ancestral con la ciencia moderna. Este enfoque permite empoderar a las nuevas generaciones, fomentando su conexión con la naturaleza y la cultura, y ofreciendo alternativas de vida que promueven la paz y la sostenibilidad en la región.

¿Cómo nació el Jardín Botánico Las Delicias?

El Jardín Botánico nació gracias a una propuesta que vino de nuestros abuelos y mayores, quienes vieron una necesidad de educar y, a través de este proceso, generar ingresos para la autosostenibilidad. En esencia, es un legado que nos dejaron nuestros antepasados. La idea se gestó con su apoyo, pero también con la colaboración de compañeros solidarios que, aunque no eran parte del pueblo Misak ni de nuestra cultura, contribuyeron al proceso. Entre ellos había académicos que nos acompañaron en ese entonces. Algunos de esos compañeros ya no están presentes, pero continúan apoyándonos desde la distancia, ayudando a que este proceso siga avanzando y tejiendo su camino.

¿Con qué objetivos nació el Jardín Botánico Las Delicias?

Educar y generar sustento económico, y se han cumplido 20 años después. Al principio, cuando se planteó la idea de establecer un jardín botánico de alta montaña, liderado por comunidades locales, es decir, por nosotros las comunidades indígenas, se propuso implementar este proyecto en un municipio que no era donde vivimos, en el municipio de Inza, también en el departamento del Cauca. Se quiso desarrollar en un bosque altoandino nublado. Contamos con un área de 75 hectáreas de reserva forestal, y la idea era comenzar allí. Inicialmente, el proyecto fue apoyado por una entidad gubernamental llamada Ecofondo y por el Fondo para la Acción Ambiental. Nos aprobaron un proyecto de 210 millones de pesos, y a partir de eso, comenzamos a avanzar.

¿Cuál ha sido el obstáculo más grande en el alcance de esos proyectos?

Tuvimos un inconveniente en el inicio porque llegamos a un área que era estratégica para los grupos armados. Sufrimos el flagelo de la guerra en carne propia. Entre 2001 y 2005, el conflicto armado era muy fuerte en esa región, y lo vivimos de cerca. Aunque logramos completar el proyecto, tuvimos que regresar a nuestros territorios de origen debido a amenazas tanto de la guerrilla como del Ejército. Era un lugar donde no se podía vivir en armonía.

El proyecto, que para nosotros representaba un proyecto de vida, no pudo continuar. Nos vimos obligados a abandonar el territorio, y la guerra dejó una marca profunda en todos los que participamos. Psicológicamente, nos afectó, ya que muchas veces quedábamos atrapados en fuego cruzado entre la guerrilla y el Ejército. Las constantes amenazas no permitieron que avanzáramos en el propósito del proyecto.

Al regresar a nuestros territorios, cada persona tomó su propio camino. Algunos se enfocaron en sus parcelas y se alejaron de las organizaciones. Entre 2005 y 2015 la asociación estuvo inactiva, prácticamente murió. Sin embargo, a partir de 2015 algunos de los jóvenes que habían crecido durante ese tiempo, y que se habían ido a las ciudades para estudiar o trabajar, comenzaron a regresar al territorio para retomar el proceso que había quedado en el pasado. Ese fue mi caso particular: tuve que ir a la ciudad para formarme, pero una vez lo logré, regresé para continuar con este proyecto.

¿Qué apoyo recibieron de las entidades gubernamentales durante esa época?

Cuando comenzamos recibimos apoyo de una institución gubernamental que en ese entonces se llamaba Ecofondo y del Fondo para la Acción Ambiental. Este apoyo fue para un proyecto que consistía en la creación de un jardín botánico de alta montaña. Con los recursos que recibimos, formamos al personal en temas de botánica, ecología, conservación e investigación. Esa formación fue muy importante porque muchas de las personas que participaron en el proyecto siguen activas en la asociación, y han ayudado a promover la conciencia sobre la importancia de conservar y proteger nuestros territorios.

Sin embargo, debido a dificultades de orden público, no pudimos continuar en el territorio donde se implementó inicialmente el proyecto, no recibimos mayor apoyo para evitar que el jardín desapareciera en el 2005. A partir de 2016, hemos logrado recibir apoyos gracias a la autogestión, tanto de instituciones gubernamentales como de ONG internacionales. Estos apoyos han permitido que el jardín botánico siga creciendo y desarrollando su impacto en nuestros territorios.

En esta nueva etapa, recibimos financiamiento del PNUD y del Fondo Mundial para el Medio Ambiente para implementar un proyecto de fortalecimiento cultural y conservación del medio ambiente. Desde entonces, hemos gestionado casi cinco proyectos, que han ayudado a implementar el jardín botánico y cumplir varios de los objetivos que nos propusimos.

Hemos contado con el apoyo de varias entidades, incluyendo el Ministerio de Ciencia y Tecnología, para fortalecer el tema del turismo, específicamente el turismo indígena y comunitario. Ganamos un premio por la mejor experiencia innovadora, lo que nos permitió recibir recursos para mejorar nuestras instalaciones y promover el turismo de manera más eficiente. Además, el Ministerio de Turismo y otras ONG nos han brindado apoyo, especialmente para capacitarnos en temas de turismo, ya que inicialmente no teníamos experiencia en ese ámbito.

A lo largo de los años, hemos recibido más apoyo de ONG internacionales, que nos han ayudado a fortalecer nuestra identidad cultural. Como comunidades indígenas, siempre buscamos preservar nuestra cultura y evitar que nuestras tradiciones se desvanezcan. En estos últimos años hemos trabajado para restaurar el tejido social en nuestros territorios, que se había roto por la adopción de prácticas ajenas a nuestra cultura. A través de la educación propia y ambiental, buscamos incentivar a los jóvenes y niños al cuidado de nuestro entorno.

¿Por qué volvieron a intentar la creación y consolidación del Jardín Botánico Las Delicias, a pesar de lo que había pasado en 2005?

Desde mi punto de vista y experiencia, creo que el proceso anterior fue algo que me marcó profundamente. Dejó en mí una conciencia clara de que, para nuestra supervivencia como seres humanos, dependemos del cuidado de nuestro entorno. Esa formación me ayudó a ampliar mi visión sobre la importancia de esta conciencia. Lo que aprendí quise transmitirlo a los jóvenes aquí, para que también desarrollen esa misma percepción de la vida.

Gracias a esto, los jóvenes han seguido ese camino, y la educación ha sido clave en este proceso. Para nosotros, este proyecto es más que un simple esfuerzo, es un proyecto de vida, y también una escuela. Por eso, la asociación del jardín botánico se concibe como una “escuela viva” de la naturaleza y la cultura. Queremos aprender de nuestra cultura, pero también del territorio, para seguir conservándolo, porque de ello depende nuestra supervivencia como especie.

Como pueblos indígenas, estamos muy conectados con la naturaleza y buscamos siempre el equilibrio y la armonía, cuidando nuestro entorno natural. Insistimos en esto, especialmente en estos tiempos, ya que nuestros territorios han sido afectados por la guerra. Muchos jóvenes terminan formando parte de grupos armados, pero lo que queremos es ofrecerles otras alternativas de vida, enfocadas en la construcción de paz a través de procesos comunitarios.

El jardín botánico es más que un espacio de formación, es un lugar donde se promueve la interculturalidad y se visibilizan nuestras enseñanzas. Es un proceso de aprendizaje continuo, donde también hablamos de “aprender y desaprender”. Para nosotros, este proyecto es fundamental para la preservación de nuestra cultura, nuestra identidad y nuestro territorio.

¿Cómo se entrelaza la cultura indígena Misak y la botánica?

Lo que encontramos es un componente muy fuerte en nuestro trabajo: el fortalecimiento cultural. Este fortalecimiento es el eje central de nuestra organización. En el jardín botánico, buscamos que los conocimientos tanto occidentales como propios puedan converger para crear estrategias de vida. Siempre decimos que el conocimiento científico aporta mucho a procesos como el nuestro, especialmente en temas de botánica, ecología, y conservación de los territorios.

Lo que hacemos es combinar estos conocimientos. Por ejemplo, en botánica, tomamos en cuenta los nombres científicos y el uso medicinal de las plantas desde la perspectiva occidental, pero también incorporamos el conocimiento ancestral de nuestros abuelos, quienes tienen una sabiduría única sobre esas plantas medicinales. Buscamos que ambos saberes se integren para enriquecer el enfoque, especialmente en temas como la medicina.

De igual manera, en botánica, cuando identificamos especies de plantas, los científicos nos ayudan a entender los nombres científicos y las características de una especie. Sin embargo, nosotros también aportamos desde nuestro conocimiento propio, explicando el rol que esa especie nativa tiene en nuestro territorio según nuestra cosmovisión. Siempre buscamos esa convergencia de saberes y valoramos el conocimiento científico como un aporte fundamental para seguir construyendo estos procesos.

¿Qué proyectos viene adelantando el Jardín Botánico Las Delicias en sus líneas de acción?

Estamos en un proceso de reconocimiento ante la Red de Jardines Botánicos, pero ha sido un camino difícil. Para ser parte de esta red se requieren ciertos requisitos que muchas veces no hemos podido cumplir, principalmente porque carecemos de la capacidad para recopilar toda la información necesaria. Además, algunas personas de nuestra organización, que provienen del territorio, no tienen formación académica formal, lo que también nos dificulta cumplir con esos requisitos.

Nuestro objetivo es ser parte de la Red de Jardines Botánicos de Colombia, pero reconocemos que aún no cumplimos con todo lo necesario. Sin embargo, estamos recibiendo apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras, que está ayudándonos en este proceso para que el jardín botánico sea reconocido legalmente. La Unidad nos ha apoyado mucho, especialmente después de recibir una sentencia relacionada con lo que vivimos en el pasado.

Estamos construyendo este proceso poco a poco, tratando de establecer conexiones con entidades gubernamentales que puedan aportar al crecimiento de la organización. Parte de nuestro trabajo ha incluido una obra de teatro dedicada a los niños, que busca incentivar el cuidado de la naturaleza y la cultura. Este proyecto ha tenido un impacto significativo, ya que ha generado conciencia entre los jóvenes, quienes ahora lideran el jardín botánico.

A lo largo de estos siete años el proceso ha sido valioso, especialmente en términos de educación y conservación. Actualmente, estamos retomando la investigación, ya que es fundamental para generar nuevos conocimientos. Al mismo tiempo, seguimos fortaleciendo nuestra cultura, porque de ello depende nuestra pervivencia como pueblos indígenas.

¿Qué es lo más especial del Jardín Botánico Las Delicias?

Nuestra resiliencia, a pesar de los desafíos que hemos enfrentado, hemos logrado construir un espacio que no solo conserva la biodiversidad, sino que también fomenta el aprendizaje y la conciencia ambiental en la comunidad. Aquí, integramos conocimientos ancestrales y científicos, creando un entorno donde la naturaleza y la cultura coexisten. Esta resiliencia se refleja en nuestros jóvenes, quienes lideran iniciativas de conservación y promoción de la paz, convirtiendo el jardín en un símbolo de esperanza y transformación en la región.

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