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Recuperación de especies en el Parque Nacional de Bogotá: una labor continua

Diego Suárez
17 de diciembre de 2024 - 11:45 p. m.
El pasado lunes 16 de diciembre, el Parque Nacional de Bogotá reabrió sus puertas al público, después de una labor ambiental en la que participaron 25 entidades. Entre ellas, el Jardín Botánico de Bogotá.
El pasado lunes 16 de diciembre, el Parque Nacional de Bogotá reabrió sus puertas al público, después de una labor ambiental en la que participaron 25 entidades. Entre ellas, el Jardín Botánico de Bogotá.
Foto: Jardín Botánico de Bogotá
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El Parque Nacional de Bogotá reabrió sus puertas al público el pasado lunes 16 de diciembre, luego de tres meses y una semana de haber sido cerrado para realizar trabajos de recuperación y rehabilitación. Desde el 8 de septiembre, se llevaron a cabo procesos de fumigación contra una plaga de roedores, se realizaron mantenimiento y mejoras en las canchas deportivas y otros espacios, controlaron vectores de plagas, identificaron árboles en riesgo y se verificó la fauna del lugar. La intervención se realizó desde la salida de la comunidad Embera, que permaneció en el parque por más de un año.

Uno de los procesos más relevantes fue la rehabilitación del suelo, para lo cual se utilizaron más de 80 m³ de madera astillada. Esta madera tiene la capacidad de retener la humedad del suelo, permitiendo que, sobre esta capa, el césped empiece a colonizar y a asentarse de manera efectiva. Esta acción fue fundamental, ya que al inicio del proyecto los suelos se encontraban completamente compactados, desprovistos de cobertura vegetal e incluso con algunas áreas contaminadas. Por esta razón, se realizó un extenso proceso de remoción de basura y residuos, además de implementar medidas de control de vectores mediante la aplicación controlada de venenos.

Como parte de esta intervención, se utilizaron aproximadamente 70 árboles que tuvieron que ser retirados debido a que se encontraban enfermos, talados previamente o definitivamente muertos. La madera de estos árboles fue aprovechada para el proceso de recuperación de suelos. En reemplazo de los árboles intervenidos, se sembraron 155 árboles nuevos, lo que representó un esfuerzo significativo para fortalecer la cobertura arbórea y garantizar una renovación saludable del ecosistema del parque. Adicionalmente, se instalaron alrededor de 570 metros cuadrados de nuevos jardines compuestos por 18 especies distintas de plantas. Este esfuerzo no solo embellece el Parque Nacional, sino que también fomenta la biodiversidad en la ciudad, promoviendo espacios verdes funcionales y sostenibles. Estos jardines no solo actúan como elementos decorativos, sino que también cumplen un papel crucial al mejorar el microclima y atraer especies de fauna urbana.

Para llevar a cabo este proyecto, se conformó un equipo multidisciplinario de 40 operarios y 6 ingenieros, quienes trabajaron de manera ininterrumpida durante 3 meses. Además del equipo técnico, se contó con la valiosa participación de los defensores del espacio público y los jóvenes del programa “Libro”, quienes no solo colaboraron activamente en las tareas, sino que también recibieron formación en jardinería, convirtiendo esta experiencia en un proceso de aprendizaje y capacitación. La sinergia entre todas las entidades y participantes fue clave para el éxito de este proyecto, logrando una recuperación ejemplar del Parque Nacional y demostrando el impacto positivo del trabajo en equipo y el compromiso con el espacio público.

El Espectador habló con la directora del Jardín Botánico de Bogotá, Martha Perdomo, para conocer más detalles del trabajo en el parque.

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¿Cuál fue el principal reto que enfrentó el Jardín Botánico durante la recuperación de los suelos del Parque Nacional?

El principal reto que enfrentamos fue cómo devolverle la vida y la capacidad de sostener vegetación a un suelo que estaba compactado. La compactación ocurre cuando el suelo ha sido pisoteado durante años, lo que lo endurece y dificulta que el agua penetre. Si el agua no puede llegar a las raíces, no puede crecer ni césped ni ninguna otra capa vegetal.

Para abordar este reto, el Jardín Botánico implementó una metodología innovadora que llevamos utilizando desde hace varios años. Una opción común es llevar tierra negra en camiones, comprarla y distribuirla en la zona afectada. Sin embargo, este método tiene un inconveniente: cuando llueve, la tierra se lava, lo que hace que el proceso de recuperación sea más lento y dispendioso. En cambio, nosotros optamos por usar madera astillada o chipeado, que muchas personas confunden con basura. Pero no es basura, es madera tratada y fertilizada. Esta madera, al ser regada o con la lluvia, se convierte en un sustrato óptimo donde el césped puede colonizar rápidamente. El césped, que es una planta muy adaptable y de rápido crecimiento, comienza a asentarse sobre esta capa y devuelve poco a poco la cobertura vegetal al suelo. Para poner un ejemplo, es algo similar a lo que ocurre cuando compras una orquídea, que no viene sembrada en tierra, sino en un soporte de madera.

Otro reto importante surgió durante la siembra de árboles para reemplazar aquellos que estaban enfermos o muertos. Al abrir los huecos para plantar, encontramos madrigueras con roedores, muchos de los cuales estaban muertos. Esto representó un desafío sanitario para nuestro equipo de jardinería, ya que fue necesario implementar medidas especiales para garantizar la seguridad y salubridad durante las labores.

Un reto adicional, aunque relacionado más con los árboles que con los suelos, fue el diagnóstico y tratamiento de los árboles enfermos y afectados. Muchos de los árboles llevaban años dañados o presentaban problemas de salud significativos, lo que nos obligó a implementar tratamientos específicos. Este proceso incluyó la aplicación de fertilizantes, plaguicidas cicatrizantes y la realización de podas en las secciones más afectadas. En total, se intervinieron más de 520 árboles del Parque Nacional, incluyendo palmas y árboles de gran tamaño que llevan muchos años en el lugar.

Este trabajo requirió una gran precisión y cuidado, ya que utilizamos agroquímicos para tratar las áreas afectadas y esto demandó que el parque permaneciera cerrado al público mientras realizábamos estas labores. Era esencial garantizar que los tratamientos fueran efectivos y seguros, tanto para los árboles como para el equipo que estuvo encargado de llevar a cabo estas tareas.

En relación con la selección de los árboles y plantas, ¿cómo se escogieron las especies que sembraron en el Parque Nacional?

Esta selección tuvo un criterio muy específico. Es importante recordar un poco la historia del Parque Nacional, que fue diseñado y construido entre los años 40 y 60. En esa época, cuando se hizo el diseño arquitectónico, se usaron principalmente árboles exóticos de alto porte, que eran muy valorados en ese momento por su apariencia y función ornamental.

Sin embargo, para este proceso de recuperación, nosotros seleccionamos especies nativas de alto porte. Esta decisión responde a la necesidad de rescatar y diversificar la biodiversidad altoandina que corresponde a nuestro ecosistema. Al mismo tiempo, respetamos la estética con la que se creó el parque, asegurando un equilibrio entre el diseño original y el objetivo ecológico de nuestro trabajo.

Es crucial destacar que el Parque Nacional tiene un rol muy importante en términos ecosistémicos. Este espacio conecta los Cerros Orientales con el Parque Nacional, desciende a través del Canal Arzobispo, continúa hacia la zona verde de la Universidad Nacional y, finalmente, llega al río Bogotá. Este corredor biológico y ecológico facilita la conectividad de la biodiversidad, el agua y la cobertura vegetal en toda la ciudad. Por eso, al seleccionar las especies, no solo pensamos en el embellecimiento y la funcionalidad del parque, sino también en su capacidad para fortalecer la biodiversidad y contribuir a la conectividad ecológica de Bogotá.

Además, no podemos olvidar que este parque es un patrimonio cultural y nacional, lo que significa que cualquier intervención debe estar orientada por el Plan de Manejo Patrimonial del parque. Esto implica trabajar en conjunto con el Instituto Distrital de Cultura y con el Ministerio de Cultura para garantizar que todas las acciones respeten el carácter histórico y cultural del lugar. La selección de árboles y plantas, por lo tanto, obedeció a criterios de biodiversidad, conectividad ecológica y a la necesidad de conservar la estética y el valor patrimonial de este espacio icónico de la ciudad.

¿Qué impacto ambiental se espera a corto y largo plazo con la plantación de las nuevas especies en el Parque Nacional?

La plantación de estas nuevas especies en el Parque Nacional busca generar impactos ambientales positivos tanto a corto como a largo plazo. Primero, a corto plazo esperamos fortalecer la presencia de polinizadores específicos para estas especies, sobre todo en lo que respecta a la jardinería del parque. Hablamos de insectos y aves polinizadoras que encontrarán en este espacio un refugio donde puedan alimentarse y establecerse tranquilamente. Esta biodiversidad inicial es fundamental para el equilibrio del ecosistema del parque.

A mediano y largo plazo, estos árboles y plantas contribuirán a la generación de un microclima. Esto significa que el parque tendrá un ambiente con temperaturas ligeramente más frescas y una calidad del aire mejorada. Muchas personas pueden percibir esto físicamente: al entrar a un espacio verde como este, se siente que el clima es distinto y que el aire es más puro.

En tercer lugar, buscamos ofrecer servicios ecosistémicos esenciales para la ciudad, especialmente en términos de bienestar y reconexión con la naturaleza. Esto es vital en un entorno urbano como el de Bogotá. Queremos que el Parque Nacional se convierta en un lugar donde los ciudadanos, desde los niños hasta las personas de la tercera edad, puedan salir a tomar el sol, estar tranquilos y reconectarse con la biodiversidad y la naturaleza.

De hecho, hace poco tiempo realizamos, en colaboración con el Instituto Nacional de Salud, un estudio que evidenció cómo los indicadores físicos como el cortisol y la adrenalina disminuyen después de realizar inmersiones en la naturaleza. Este fenómeno se relaciona con algo que llamamos terapias de naturaleza, que tienen efectos muy positivos en la salud física y mental de las personas.

Por esta razón, el Parque Nacional no solo representa un espacio de biodiversidad y conservación, sino que también se convierte en un lugar clave para la educación ambiental y la salud pública. De la mano con la Secretaría de Cultura, el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal (IDPAC) y otras entidades de la Alcaldía, queremos que el parque sea nuevamente un sitio de encuentro, recreación y aprendizaje para todos los ciudadanos de Bogotá.

¿Cómo contribuye la madera astillada a la recuperación de los suelos y la cobertura vegetal del Parque Nacional?

La madera astillada juega un papel fundamental en la recuperación de los suelos y en el establecimiento de la cobertura vegetal del parque, principalmente porque funciona como un sustrato orgánico. Primero, es importante aclarar que no es un suelo propiamente dicho, sino un sustrato con gran riqueza orgánica. La madera, al ser un material orgánico, contiene nutrientes valiosos que son esenciales para alimentar el suelo y las plantas que se desarrollan sobre él.

Además, la madera astillada tiene una capacidad excepcional para capturar y retener la humedad, algo que casi ningún otro material puede lograr con la misma eficiencia. Esta característica es fundamental para la recuperación de suelos compactados, donde la infiltración de agua es limitada y las raíces no pueden desarrollarse adecuadamente.

Por esta razón, cuando se coloca madera astillada en las áreas a recuperar, se logra un ambiente propicio para el crecimiento del césped, las plantas y otras especies vegetales. La madera actúa como un soporte orgánico que permite que las raíces se adhieran, se alimenten y se mantengan en el tiempo, facilitando la creación de una cobertura vegetal más estable y duradera.

¿Cuáles son los principales beneficios de las técnicas de manejo integral de plagas y enfermedades aplicadas a los 520 árboles y arbustos intervenidos?

Las técnicas de manejo integral de plagas y enfermedades que aplicamos a los 520 árboles y arbustos intervenidos tienen dos enfoques principales: uno es el tratamiento integral de fertilización, y el otro es el control de plagas y enfermedades. En un entorno urbano como el de Bogotá, nuestras coberturas vegetales son vulnerables porque están sometidas a condiciones difíciles: la sequía, la contaminación y, además, la transmisión de plagas es muy rápida.

Por ejemplo, recientemente hemos visto un aumento de la palomilla blanca, que afecta a muchos árboles. Lo que hicimos fue aplicar unos químicos específicos, diseñados y probados en el Jardín Botánico, que nos permiten prevenir y tratar estas plagas. Con esto logramos que no se sigan propagando a otros árboles y arbustos que estén susceptibles.

¿Qué estrategias se implementarán para garantizar el mantenimiento de las especies plantadas y evitar futuros daños?

Acá hay un tema muy importante que hay que tener en cuenta, y es el compromiso de los vecinos y de las instituciones que están alrededor del Parque Nacional con su cuidado y mantenimiento. Esto no es solo responsabilidad del administrador del parque, quien queda a cargo junto con el Instituto de Patrimonio Cultural, sino también de la comunidad que vive cerca o que tiene presencia en el entorno, como la población flotante.

Piensa, por ejemplo, en las universidades, los colegios, las instituciones y entidades cercanas, como el Ministerio de Ambiente. Este entorno debe apropiarse del parque y ayudar a cuidar tanto las coberturas vegetales como la infraestructura.

¿Y cómo se logra esto? Hay dos estrategias principales:Primero, ya existe un compromiso real con la recuperación del parque. La Secretaría de Gobierno, la Alcaldía Mayor y diferentes actores han venido trabajando en esto. Por ejemplo, la Asociación de Vecinos de San Diego, la Universidad Javeriana y el Colegio San Bartolomé han sido aliados claves en el proceso de recuperación y han ayudado muchísimo.

Segundo, se están estableciendo compromisos directos con los vecinos. Se hace un trabajo prácticamente puerta a puerta, acordando responsabilidades para que entre todos podamos garantizar el cuidado continuo de la infraestructura y las especies plantadas.

Adicionalmente, hay que recordar que el Parque Nacional, dentro del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá, está clasificado como un bosque urbano. Los bosques urbanos no solo son importantes para llevar biodiversidad a los espacios de la ciudad, sino también para fomentar la vinculación y el sentido de pertenencia de la ciudadanía con estos lugares.

Por último, y no menos importante, el Parque Nacional es un patrimonio cultural de Colombia, por lo que todas las acciones que implementamos están enmarcadas dentro del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP), liderado por el Instituto de Patrimonio Cultural y el Ministerio de Cultura.

¿Qué aprendizajes o metodologías desarrolladas en este proyecto se podrían replicar en otras áreas verdes de Bogotá?

Uno de los principales aprendizajes que podemos replicar en otras áreas verdes de Bogotá es el uso de la madera astillada para la recuperación de suelos en los parques. Creemos que esta metodología es fundamental para intervenir y recuperar zonas que han sido fuertemente impactadas, ya que la madera astillada aporta riqueza orgánica, retiene la humedad y facilita la regeneración de la cobertura vegetal.

Además, en el Jardín Botánico de Bogotá contamos con un conocimiento especializado que puede transferirse a otros espacios: sabemos cómo diseñar el paisaje, organizar las especies, recuperar el suelo, y establecer cuándo sembrar o cuándo podar para maximizar el impacto de las lluvias o de los periodos secos en el manejo de la cobertura vegetal.

Otro punto clave es que hemos desarrollado investigaciones científicas muy robustas y metodologías innovadoras, como las relacionadas con ciencia ciudadana. Por ejemplo, enseñamos a las personas a observar las aves que llegan con las nuevas especies plantadas, lo cual nos ayuda a aprender y entender científicamente el impacto del proceso.

Por último, algo muy importante es el ejercicio de coordinación y colaboración entre todas las entidades del distrito, las asociaciones de vecinos y las universidades. Este trabajo en equipo ha sido clave y nos demuestra que podemos llevar este mismo esquema de recuperación a otras áreas verdes de la ciudad que también lo necesiten.

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Por Diego Suárez

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Olegario(51538)Hace 10 horas
Los adorable indiecitos, tan amigables que son con la madre naturaleza, dejaron un parque insignia de los bogotanos destruido. Ojalá no permitan que esta plaga vuelva a tomarse un lugar que les pertenece a todos los bogotanos.
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