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Por lo general, tendemos a asociar el bienestar de las plantas con sus cuidados de agua y luz: regarlas con cierta periodicidad y, claro, exponerlas a cierta cantidad de sol.
Ambos, claramente, son factores determinantes en la salud de las plantas en el corto y largo plazo. Pero no son los únicos.
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Tranquilo, el cuidado adecuado de las plantas no es física cuántica. Pero en ciertos casos, se pueden mejorar sus resultados o evitar el declive de una variedad con un par de aspectos extra (más allá del agua y la luz). De fondo, se trata de usar un poco de sentido común y meterle al asunto una pizca más de esfuerzo.
La salud de la tierra
Puede que muchos no lo tengan muy claro, pero la salud del sustrato, de la tierra, en la que está puesta su planta es fundamental.
Después de cierto tiempo (especialmente si no hay abono de por medio), la tierra agua sus aportes nutritivos para las plantas y estas comienzan a dejar de crecer y desarrollarse de forma óptima. Claro, reciben agua y luz, pero necesitan otras variables para florecer y perdurar.
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Una de las razones más comunes por las que sus plantas pueden comenzar a debilitarse en el mediano y largo plazo tiene que ver con la compactación de la la tierra.
Este es un fenómeno que se presenta especialmente en materas debido a las limitaciones en espacio para el volumen de tierra y, además, para la proliferación de las raíces.
De fondo, la compactación de la tierra es un poco lo que su nombre indica: la tierra comienza a comportarse más como un bloque que como una materia suelta. Y esto, a su vez, impide la correcta irrigación y desarrollo de las raíces.
La tierra compacta no permite la distribución adecuada y equitativa del agua: el riego no se filtra a través del sustrato, sino que suele irse por los lados, como si se tratara de vertir agua encima de una piedra.
Al no permitir la penetración del agua, las raíces reciben menos riego y, en general, su planta no se va a hidratar correctamente.
Es clave observa cómo se da el drenaje del agua cuando riega su planta: ¿el agua penetra en el centro hacia abajo, se filtra, o tiende a irse hacia los lados?
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Ahora bien, ¿qué hacer en este caso? La solución clásica es remover la tierra, con cuidado, con un tenedor. Si tiene herramientas de jardinería más especializadas, bienvenidas. Si no, este utensilio de cocina viene muy bien para esta tarea.
Se trata de romper la compactación de la tierra al removerla un poco y, de nuevo, con mucho cuidado. No queremos romper o dañar las raíces, sino justamente todo lo contrario.
Remover la tierra ayuda no sólo a una correcta irrigación de agua, sino también a una mejor entrada de aire y oxígeno, lo que ayuda a controlar excesos de humedad (y con ellos, la llegada de algunas plagas y hongos), sino también a mantener mejor el estado biológico del suelo y, por ende, el de toda la planta.
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