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Muy popular por su uso en cosméticos, cremas lociones ungüentos e incluso bebidas, la sábila o aloe vera se ha convertido en una de las plantas clásicas en los hogares por la facilidad en su cuidado y la majestuosidad de sus hojas largas, de verdes intensos y belleza rústica.
Para empezar, una claridad que puede dar luces sobre los cuidados de esta planta: la sábila es una variedad de suculenta que comúnmente crece en climas tropicales y áridos y que, correctamente cultivada, puede durar más de 20 años.
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De ahí sale la primera pista sobre su mantenimiento, su régimen de agua es bajo y es más que suficiente un riego semanal que mantenga húmedo su sustrato. Ojo a este punto porque es muy sensible al exceso de agua y los encharcamientos.
Por esto también requiere materas con buen sistema de drenaje. Al ser de climas cálidos, agradecen mucho la luz directa y pueden estar tanto en exteriores como en interiores.
Si las puntas de las hojas de su planta comienzan a tomar tintes marrones y muestran signos de resequedad, es probable que le esté faltando riego y ante la falta de agua esta esté nutriéndose del líquido que almacenan las hojas. En ese caso aumente la cantidad de riesgo gradualmente para saber exactamente cuál es el nivel de agua que requiere su sábila.
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Sus raíces requieren espacios generosos para crecer saludablemente, así que también es indispensable que las materas sean anchas, aunque no demasiado profundas. Se trata de ejemplares no muy altos (el tallo puede alcanzar los 30 centímetros de altura), pero sí robustos y con hojas de bordes dentados que llegan a los 50 centímetros de largo.
Si busca reproducirla, la clave está en cortar los pequeños hijos que van saliendo de la tierra y hacerlo cuando tengan por lo menos 20 cm de altura. Estos se pueden llevar a otras materas para que comienzan su reproducción.
Las propiedades de la sábila están concentradas en el gel transparente interior que contiene 99 % de agua y está compuesto por vitaminas, aminoácidos, lípidos, glúcidos y vitaminas. Por eso es usado para tratar afecciones de la piel, como quemaduras, resequedad o erupciones cutáneas.
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Para extraer el gel de sus hojas se recomienda cortar las más bajas de la planta por la parte blanca que tienen en la base haciendo un corte transversal. La idea es que se trate de plantas maduras, que tengan más de tres años de vida.
Teniendo las hojas, se debe cortar la parte blanca de la misma (por donde se hizo el corte) y posteriormente se ponen las hojas en agua durante por lo menos 24 horas cambiando el agua cada tres horas. Este paso se hace para extraer la aloína, un compuesto amargo que se encuentra en la planta.
Para finalizar, con un cuchillo se cortan los lados espinosos de la hoja y se abren para raspar el gel que se encuentra en su interior.
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