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¿Sirve usar aspirina en las plantas?

Este remedio casero fortalece las defensas naturales, mejora el desarrollo de las plantas y aumenta el rendimiento agrícola si se aplica correctamente y en dosis adecuadas.

Leidy Barbosa
05 de diciembre de 2024 - 01:45 a. m.
Estos estímulos, aplicados en etapas críticas del desarrollo vegetal, no solo incrementan la resistencia a plagas y enfermedades, sino que también mejoran parámetros productivos clave, como el rendimiento en cultivos de hortalizas.
Estos estímulos, aplicados en etapas críticas del desarrollo vegetal, no solo incrementan la resistencia a plagas y enfermedades, sino que también mejoran parámetros productivos clave, como el rendimiento en cultivos de hortalizas.
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Cuidar las plantas siempre representa un reto, ya que requiere encontrar formas de fortalecerlas y mejorar su desarrollo de manera sostenible. Entre los numerosos remedios caseros que podemos emplear, destaca uno inesperado: el uso del ácido acetilsalicílico, más conocido como aspirina. Aunque ampliamente reconocido en la medicina, este compuesto ha captado la atención en el mundo de la jardinería y la agricultura por su capacidad para activar las defensas naturales de las plantas y promover un crecimiento más vigoroso. Pero, ¿qué tan efectivo es realmente y cómo podemos aplicarlo correctamente para obtener los mejores resultados?

Lo primero que debe saber sobre este medicamento es su origen. La aspirina, o ácido acetilsalicílico es una hormona natural que las plantas producen ante el estrés, el cual ha sido ampliamente conocido en medicina por sus propiedades analgésicas, antipiréticas y antiinflamatorias, gracias a su capacidad para inhibir la enzima ciclooxigenasa, clave en los procesos de dolor e inflamación en humanos.

El uso de esta técnica en plantas se fundamenta en su capacidad para fortalecer sus defensas naturales, aumentando su resistencia frente a enfermedades, estrés ambiental y plagas, al mismo tiempo que promueve un crecimiento saludable. Pero, ¿cómo lo logra? Según Sebastián Niño, coordinador territorial de agricultura urbana del Jardín Botánico de Bogotá, es esencial comprender que los mecanismos de defensa de las plantas son completamente diferentes a los de los animales. Mientras los seres humanos dependen de glóbulos blancos y complejos sistemas celulares, las plantas recurren a estrategias químicas basadas en la producción de metabolitos secundarios. Estos compuestos actúan como herramientas de supervivencia, permitiéndoles enfrentar amenazas como insectos, patógenos y cambios extremos en el entorno. Por ejemplo, una planta puede producir sustancias que vuelvan sus hojas amargas o tóxicas, disuadiendo así a los herbívoros de consumirlas, o generar compuestos que inhiban el crecimiento de microorganismos patógenos.

“Lo que hace el ácido acetilsalicílico (aspirina) es que estimula estos mecanismos de defensa vegetal. Su efectividad varía según la especie y las condiciones específicas de cada planta. En frutales como aguacates y cítricos, por ejemplo, puede resultar beneficioso, mientras que plantas de hoja delgada podrían mostrar respuestas más sensibles”, explicó.

¿Cómo se usa la aspirina en las plantas?

Para considerar su uso, primero es fundamental identificar qué plantas son aptas, ya que algunas, especialmente aquellas sensibles al estrés oxidativo, podrían tener restricciones específicas en su manejo. El estrés oxidativo sucede cuando las células de una planta producen más sustancias dañinas llamadas radicales libres de las que pueden manejar, lo que pueden dañar partes importantes de la célula, como las grasas, las proteínas y el ADN.

Las plantas más vulnerables al estrés oxidativo incluyen aquellas de climas húmedos, como helechos y algunas especies tropicales; plantas ornamentales delicadas, como orquídeas y begonias; cultivos con raíces sensibles, como el frijol, el maíz y el trigo; y especies no adaptadas a suelos salinos, como la lechuga, las fresas y las zanahorias. Estas plantas suelen ser más propensas a sufrir daños bajo condiciones adversas debido a sistemas antioxidantes menos eficientes o a su incapacidad de adaptarse rápidamente a los cambios ambientales.

“Una buena opción serían las solanáceas, pues este grupo, por lo general, responde favorablemente a condiciones de estrés oxidativo y salino. Plantas como el tomate, la papa y el lulo sobresalen por su notable resistencia, gracias a mecanismos que les permiten mitigar los efectos dañinos de los radicales libres, convirtiéndose en ejemplos claros de tolerancia en ambientes adversos, por lo que este remedio es bueno para este tipo de platas”, mencionó.

Otro grupo de plantas en donde la aspirina muestra mayor efectividad es aquella que tiene hojas anchas y gruesas, especialmente en frutales, donde potencia de manera notable sus mecanismos de defensa. No obstante, el experto enfatiza que este no es un tratamiento universal. “Es fundamental comprender que las plantas con sistemas radiculares sensibles pueden sufrir efectos adversos, como quemaduras o signos de toxicidad, si se aplica en exceso. La sensibilidad al estrés oxidativo se convierte en un factor clave para determinar qué especies pueden beneficiarse de este tratamiento. Mientras algunas plantas responden positivamente a la inducción de resistencia con aspirina, otras pueden presentar daños, lo que resalta la importancia de un enfoque selectivo y cuidadoso”, explicó.

Es por esto, que aunque el objetivo principal es estimular mecanismos de resistencia y fortalecimiento en las plantas al aplicar la aspirina, su efectividad depende de factores como la concentración, el método de aplicación y las características de cada planta. Es por esto, que es crucial siempre consultar con expertos o realizar pruebas antes de usarla.

“La recomendación es usar dosis bajas, para evitar efectos tóxicos. Una cantidad excesiva puede ser perjudicial, mientras que la adecuada puede ayudar a las plantas a defenderse de enfermedades, fortalecerse y resistir mejor las condiciones adversas. La clave está en usar la dosis correcta y conocer bien las necesidades de cada planta”, aseguró.

La dosificación de aspirina para aplicaciones agrícolas requiere un enfoque preciso, por ello tenga en cuenta:

  1. Entender la dosis básica: Para aplicaciones agrícolas con aspirina, la concentración recomendada es de 100 miligramos por litro de agua. Este es el punto de partida para calcular la cantidad necesaria.
  2. Convertir a tabletas comunes: Una tableta estándar de aspirina contiene 500 miligramos, así que para 5 litros de agua, necesita disolver una sola tableta. Para facilitar la mezcla, puede triturarla antes de añadirla al agua y asegúrese de que no queden grumos para que la solución sea uniforme.
  3. Aplicar con precaución: Al igual que con dosis más grandes, recuerde que esta cantidad no es adecuada para todas las plantas. Algunas pueden beneficiarse mientras otras podrían reaccionar negativamente. Es por esto, que el experto enfatiza nuevamente que antes de usar la solución en todas las plantas, aplíquela en una pequeña área o en algunas plantas de prueba. Luego, observe cómo reaccionan durante unos días para asegurarse de que no haya efectos adversos antes de extender la aplicación.

“Otra alternativa buena que funciona igual que la aspirina es el sauce llorón, el cual es sumamente efectivo para la inducción de defensas en plantas, superando incluso la utilización de aspirina sintética. La técnica de preparación de este bioestimulante se basa en un proceso de extracción y fermentación que aprovecha la alta concentración de ácido salicílico presente en las hojas más jóvenes del árbol”, comentó Niño.

El método de preparación es meticuloso y requiere varios pasos precisos.

  • Selección de las hojas: El proceso comienza eligiendo alrededor de un kilogramo de hojas jóvenes de sauce llorón, ya que estas contienen la mayor concentración de ácido salicílico. Es importante evitar los tallos, ya que su contenido de este compuesto es significativamente menor, lo que podría diluir la efectividad del preparado.
  • Preparación inicial: Las hojas seleccionadas se sumergen en 5 litros de agua, a los que se añade un inductor de fermentación. Este inductor está compuesto por una pequeña cantidad de levadura y panela, que ayudan a activar el proceso fermentativo, descomponiendo los compuestos de las hojas para liberar el ácido salicílico de manera más eficiente.
  • Dilución en un recipiente mayor: Después de añadir el inductor, la mezcla se transfiere a un balde de 20 litros. Es fundamental agitar el preparado diariamente para mantener activa la fermentación y garantizar que los compuestos se liberen de manera uniforme. Este proceso se prolonga hasta que el fermento deja de producir burbujas, lo que indica que ha finalizado la fermentación.
  • Filtrado del preparado: Una vez concluida la fermentación, se filtra la mezcla para eliminar los residuos vegetales, dejando únicamente el líquido cargado con los compuestos activos. Este paso asegura que el preparado sea más fácil de aplicar y reduce el riesgo de obstruir equipos de riego o fumigación.
  • Almacenamiento: El líquido filtrado se almacena en refrigeración, donde puede conservarse hasta tres meses sin perder sus propiedades. Este método de almacenamiento prolonga la vida útil del preparado y permite su uso gradual en distintas etapas del cultivo.

“Yo aconsejo que combinar la aspirina con otros extractos botánicos o repelentes naturales, ya que esto puede potenciar significativamente sus efectos, aprovechando las propiedades sinérgicas de diferentes compuestos. La inducción de defensas en plantas no es un proceso instantáneo, sino una compleja ruta metabólica que requiere tiempo y estímulos específicos. Por ello, la aplicación combinada de aspirina con purines como los de ortiga, ruda, o extractos botánicos diversos puede mejorar sustancialmente la respuesta de la planta”, puntualizó.

El experto agregó que esta estrategia no solo fortalece los mecanismos de defensa de las plantas, sino que también puede influir positivamente en la producción de biomasa y en el desarrollo general del cultivo. Sin embargo, resaltó la importancia de comprender que la efectividad de este método depende de múltiples factores, entre ellos el momento específico del ciclo de vida de la planta en el que se realiza la aplicación, pues estudios han demostrado que estos estímulos, aplicados en etapas críticas del desarrollo vegetal, no solo incrementan la resistencia a plagas y enfermedades, sino que también mejoran parámetros productivos clave, como el rendimiento en cultivos de hortalizas.

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Leidy Barbosa

Por Leidy Barbosa

Periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en la producción audiovisual y en animación digital. Apasionada por temas medioambientales y sociales.@leidyramirezbLbarbosa@elespectador.com

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Carolina(69477)05 de diciembre de 2024 - 12:55 p. m.
Muy interesante, tomo nota para mis plantas.
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