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Trifolium pratense: el trébol rojo que nutre y protege su jardín

El Trifolium Pratense es una planta con características ideales para jardines ecológicos. Conozca su proceso de siembra, los cuidados esenciales que requiere, y los múltiples beneficios que ofrece, así como los riesgos que podrían surgir al cultivarla.

La  Huerta
27 de septiembre de 2024 - 06:45 p. m.
El Trifolium  Pratense es una planta perenne con hojas trifoliadas y flores pequeñas agrupadas en inflorescencias esféricas. Es conocida por su capacidad de fijar nitrógeno en el suelo, lo que mejora la fertilidad del mismo.
El Trifolium Pratense es una planta perenne con hojas trifoliadas y flores pequeñas agrupadas en inflorescencias esféricas. Es conocida por su capacidad de fijar nitrógeno en el suelo, lo que mejora la fertilidad del mismo.
Foto: Secretaria de Ambiente Bogotá

El Trifolium pratense, comúnmente conocido como trébol rojo, es una especie perteneciente al género Trifolium, un grupo diverso de plantas leguminosas conocidas por sus hojas trifoliadas. Originario de Europa y Asia, el trébol rojo se ha extendido ampliamente a nivel mundial, especialmente en regiones de clima templado. Esta planta perenne destaca no solo por su valor ecológico, al mejorar la fertilidad del suelo mediante la fijación de nitrógeno, sino también por su importancia en la agricultura y la apicultura, gracias a sus flores ricas en néctar que atraen a polinizadores esenciales para diversos cultivos.

El origen de esta especie ha sido objeto de estudio en diversas investigaciones botánicas. Un estudio particularmente destacado es el realizado por Mark Crawford y Emily Harrison, titulado ‘The Evolution and Distribution of Trifolium Pratense: A Phylogenetic Approach’, publicado en el Journal of Plant Evolution en el año 2017. Para llevar a cabo esta investigación, los autores utilizaron una combinación de análisis genéticos y estudios de fósiles, además la secuenciación de ADN recolectadas en diferentes regiones del mundo, junto con un análisis comparativo de datos morfológicos y ecológicos.

El estudio reveló que el trébol rojo se originó hace aproximadamente 20 millones de años en la región mediterránea, un área conocida por su alta diversidad de flora. A medida que el clima de la Tierra fue cambiando y las placas tectónicas se desplazaron, se dispersó hacia otras regiones, adaptándose a diversos ecosistemas en Europa, Asia y América del Norte. El análisis filogenético mostró una notable capacidad de adaptación, lo que ha permitido su supervivencia y diversificación a lo largo del tiempo. “Este estudio subraya la importancia del trébol rojo no solo como una planta agrícola, sino también como un indicador de cambios ecológicos históricos, proporcionando valiosa información sobre su origen y las razones detrás de su amplia distribución global” indica el estudio en la conclusión.

Sus hojas son trifoliadas, es decir, se componen de tres folíolos redondeados u ovalados que se unen en un solo punto. Los folíolos suelen tener pequeñas marcas blancas, formando patrones distintivos. Las flores del trébol rojo son esféricas, de un color rosado a rojo, y están agrupadas en inflorescencias densas. Esta planta suele crecer entre 10 y 30 centímetros de altura, aunque en condiciones favorables puede alcanzar mayores alturas. Sus raíces son fibrosas y forman nódulos donde habitan bacterias fijadoras de nitrógeno del género Rhizobium, contribuyendo así al enriquecimiento del suelo. El fruto es una pequeña vaina que contiene de una a varias semillas, típicamente de color marrón claro al madurar.

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Proceso de siembra

La región más apta en Colombia para sembrar trébol rojo es el altiplano cundiboyacense, ubicado en el centro del país. “Esta zona se caracteriza por su altitud moderada, que oscila entre 2,500 y 2,800 metros sobre el nivel del mar, y un clima templado con temperaturas promedio de 12 a 18 grados Celsius, condiciones ideales para el crecimiento del trébol rojo. Además, los suelos en esta región son fértiles, con buen drenaje y un pH ligeramente ácido a neutro, lo que favorece la fijación de nitrógeno por parte de las bacterias Rhizobium, simbióticas del Trifolium. La abundante disponibilidad de agua y la regularidad de las lluvias también contribuyen a un ambiente propicio para el desarrollo de esta planta, asegurando un crecimiento vigoroso y la posibilidad de múltiples cosechas al año”, expuso David Malaver, botánico del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

El proceso de siembra del trébol rojo es relativamente sencillo, pero requiere seguir ciertos pasos para asegurar un crecimiento saludable:

  • Selección del terreno: Elija un área con buena exposición al sol, aunque el trébol rojo también tolera semisombra. Prefiere suelos bien drenados, con un pH neutro o ligeramente ácido (pH 6.0 a 7.0). Es recomendable realizar un análisis del suelo para asegurarse de que tiene la acidez y nutrientes adecuados.
  • Preparación del suelo: Retire piedras, malezas y residuos que puedan competir con el trébol rojo. Labre el suelo para aflojarlo y facilitar el enraizamiento, mejorando también la aireación y el drenaje. Aunque el trébol rojo es capaz de fijar nitrógeno, una fertilización inicial con fósforo y potasio puede ser beneficiosa para un buen establecimiento.
  • Método de siembra: Esparza las semillas de manera uniforme sobre el terreno preparado. Se recomienda una tasa de siembra de aproximadamente 1 a 2 gramos por metro cuadrado. La mejor época para sembrar trébol rojo es en primavera o principios de otoño, cuando las temperaturas son moderadas. Siembre las semillas a una profundidad de 0.5 a 1 cm, ya que las semillas son pequeñas y no deben estar demasiado enterradas.
  • Riego: Después de la siembra, riegue ligeramente para asegurar que las semillas entren en contacto con el suelo y puedan germinar. Mantenga el suelo húmedo, pero no empapado. Una vez que las plántulas hayan emergido, reduzca el riego a niveles moderados, permitiendo que el suelo se seque ligeramente entre riegos.
  • Mantenimiento: Controle las malas hierbas durante las primeras semanas para evitar la competencia con las plántulas de trébol rojo. Si cultiva esta especie como cobertura vegetal, corte la planta antes de que florezca para promover un crecimiento denso y evitar que se vuelva invasiva.

Beneficios y riesgos

Uno de los beneficios más destacados es su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico en el suelo. Gracias a la asociación simbiótica con bacterias del género Rhizobium que habitan en sus raíces, el trébol rojo enriquece el suelo, mejorando su fertilidad de manera natural. Esto no solo reduce la necesidad de aplicar fertilizantes químicos, sino que también promueve un ecosistema más saludable al mantener el equilibrio de nutrientes en el suelo.

Además, de acuerdo con Malaver, contribuye significativamente a la mejora de la calidad del suelo. Su crecimiento aumenta el contenido de materia orgánica, lo que a su vez mejora la estructura del suelo y su capacidad para retener agua. Esta característica es particularmente valiosa en regiones propensas a la erosión, ya que actúa como un agente estabilizador, previniendo la pérdida de suelo fértil y mejorando la salud general del ecosistema agrícola.

Otro aspecto beneficioso de sembrar esta especie es su capacidad para controlar malezas. Al actuar como cobertura vegetal, forma una densa alfombra que suprime el crecimiento de malezas indeseadas. Esto no solo reduce la necesidad de herbicidas, sino que también minimiza el trabajo de deshierbe, permitiendo a los agricultores dedicar más tiempo a otras actividades productivas.

No obstante, su siembra también trae consigo una serie de riesgos, el Trifolium Pratense es sensible a condiciones climáticas extremas, como sequías prolongadas o heladas. Estas condiciones adversas pueden comprometer gravemente su crecimiento y supervivencia, lo que resulta en pérdidas económicas significativas para los agricultores que dependen de esta planta para forraje o como mejora del suelo. Los cambios climáticos impredecibles pueden hacer que los agricultores se enfrenten a desafíos adicionales, dificultando su capacidad para mantener una producción sostenible y rentable. Por lo tanto, es crucial que los agricultores evalúen cuidadosamente las condiciones climáticas antes de implementar su siembra.

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