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Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más ricos y complejos del planeta, fundamentales para la vida marina, ya que un cuarto de las especies oceánicas depende de ellos para su alimentación y refugio. Sin embargo, enfrentan una crisis sin precedentes: la contaminación, la sobrepesca y, especialmente, el cambio climático, pues el calentamiento de los océanos están causando daños irreversibles en ellos. Con este panorama como telón de fondo, en abril de 2023 surgió CoralCarib, un proyecto dedicado a la conservación y restauración de arrecifes en el Caribe, con acciones centradas en Cuba, Jamaica, Haití y República Dominicana el cual está a manos de The Nature Conservancy.
El proyecto busca incrementar la biodiversidad marina en 1.871 hectáreas de ecosistemas prioritarios de arrecifes de coral en cuatro islas del Caribe y en la región en general, mediante un enfoque pionero centrado en los “refugios climáticos de coral”. Este enfoque estratégico identifica y protege áreas con alto potencial para resistir los impactos climáticos futuros, permitiendo la restauración y el uso sostenible de los arrecifes, sentando las bases para la recuperación a largo plazo de estos ecosistemas esenciales.
Entre las principales actividades destacan la gestión de áreas marinas, la reducción de amenazas para la supervivencia de los corales y la restauración mediante tecnologías avanzadas. También se promueve el desarrollo de medios de vida sostenibles y se llevan a cabo acciones para compartir conocimientos sobre conservación y restauración con aliados en la región. Sin embargo, la creación de viveros de corales es una de las estrategias clave del proyecto, permitiendo el crecimiento de colonias a partir de fragmentos trasplantados a estructuras artificiales que posteriormente son reubicados en los arrecifes naturales.
“Los viveros de coral son instalaciones especializadas diseñadas para la reproducción de corales mediante técnicas de acuacultura estandarizadas. Estos sistemas se dividen en dos categorías principales: viveros terrestres y viveros ubicados directamente en el ambiente marino”, explicó al Espectador Aldo Croquer, gerente del programa de conservación marina para el Caribe central de TNC.
Cada uno cuenta con características, ventajas y desafíos únicos. Por ejemplo, los viveros marinos son ampliamente reconocidos por su sencillez tecnológica y su accesibilidad económica. Estos suelen ubicarse cerca de los arrecifes naturales, pero en áreas separadas, lo que permite un manejo directo en un entorno marino controlado. Por otro lado, los viveros terrestres, son instalaciones que ofrecen un control ambiental mucho más preciso y sofisticado. Su principal fortaleza radica en la capacidad de proteger integralmente los especímenes contra eventos de blanqueamiento, plagas biológicas y enfermedades, mediante la manipulación sistemática de condiciones ambientales. Esto permite un monitoreo constante y un mantenimiento programado, facilitando métodos de restauración avanzados como la microfragmentación.
Lo que hace CoralCarib es enfocarse en intervenir áreas estratégicas mediante cuatro pilares clave:
- Restauración, conservación y manejo efectivo de arrecifes
- Promoción de medios de vida sostenibles para las comunidades locales
- Fortalecimiento de la resiliencia comunitaria frente a los desafíos climáticos
- Mejoras ambientales cuya sostenibilidad pueda replicarse en toda la región.
¿Cómo funciona este programa y cómo se instala un vivero de corales?
Para comprender el proyecto, es fundamental entender qué es un vivero. Estos son instalaciones diseñadas específicamente para la producción y cultivo de plantas, abarcando todas las etapas de su desarrollo, desde semillas, esquejes o plántulas hasta alcanzar su madurez para que sean llevadas a un sitio final en las mejores condiciones. Esto los hace tan especiales, pues desempeñan un papel crucial en la conservación del medio ambiente y el embellecimiento de los entornos, al ofrecer condiciones controladas y protegidas que favorecen el crecimiento óptimo de una amplia variedad de especies vegetales.
Uno de los viveros más destacados del programa es el que está en el Centro de Innovación de Corales en las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Pues, esta instalación ha logrado trasplantar alrededor de 14.400 corales en 14 hectáreas de hábitat arrecifes, lo que representa un avance crucial para la restauración de los ecosistemas locales. Además, gracias a técnicas avanzadas de reproducción sexual asistida, el centro ha producido más de 2 millones de larvas de coral, lo que ha permitido el asentamiento de 140.000 nuevos corales en sustratos especialmente preparados, garantizando así un impacto duradero en la rehabilitación de estos ecosistemas marinos esenciales.
Sin embargo, Croquer menciona que a pesar de la rica diversidad de arrecifes en todo el mundo, y de estos logros, solo han logrado cultivar una pequeña fracción de las especies conocidas. En el Caribe, por ejemplo, de casi 60 especies descritas, únicamente entre 3 y 6 han sido cultivadas con éxito, lo que evidencia la complejidad de estos ecosistemas y las limitaciones del conocimiento actual.
“Además, los viveros de coral enfrentan desafíos monumentales en su misión de preservación y restauración de estos frágiles ecosistemas marinos. Entre las amenazas más devastadoras se encuentran las condiciones ambientales extremas que pueden provocar la muerte masiva de colonias coralinas en períodos increíblemente cortos. Las ondas de calor oceánico, los procesos de blanqueamiento, las enfermedades y la depredación por especies invasoras representan un riesgo constante para la supervivencia de estos organismos delicados” explicó Croquer.
Agregó que el blanqueamiento coralino se ha convertido en uno de los fenómenos más críticos para la conservación marina. Cuando los corales experimentan estrés por aumento de temperatura o cambios ambientales significativos, expulsan las algas simbióticas que les proporcionan color y nutrientes, quedando reducidos a estructuras calcáreas blancas y vulnerables. Este proceso no solo compromete la supervivencia inmediata del coral, sino que debilita todo el ecosistema arrecifal, generando un efecto dominó que impacta la biodiversidad marina.
“Los huracanes representan quizás la amenaza más catastrófica para los viveros de coral. Estos eventos climáticos extremos pueden destruir instalaciones completas en cuestión de horas, arrasando con años de trabajo científico y esfuerzos de conservación. Un solo huracán puede devastar hectáreas de viveros marinos, eliminando fragmentos de coral cultivados con meticulosidad y recursos considerables, lo que hace que la resiliencia y la planificación sean fundamentales en cualquier estrategia de restauración coralina”, subrayó.
Sin embargo, para mitigar estos riesgos explica que los científicos han desarrollado múltiples estrategias de adaptación y supervivencia. Entre las más efectivas se encuentran el sombreo de viveros para reducir la radiación excesiva, el traslado de colonias a aguas más profundas y frías, y el uso de viveros terrestres con sistemas de control ambiental cerrados. Estas instalaciones permiten manipular parámetros como temperatura, luminosidad e incluso implementar filtros UV para prevenir la proliferación de patógenos que puedan infectar a los corales.
La adaptación tecnológica se ha convertido en la principal herramienta de conservación. Los viveros terrestres representan un avance significativo, permitiendo un control casi quirúrgico de las condiciones de cultivo. Mediante sistemas cerrados, los científicos pueden monitorear y ajustar múltiples variables ambientales, creando microclimas artificiales que imitan las condiciones óptimas para el desarrollo coralino. Esta aproximación, aunque costosa y compleja, ofrece una esperanza real para la preservación de especies que de otro modo podrían desaparecer ante el cambio climático global.
Así es como se cultivan:
- Fragmentación como técnica de propagación: El método de fragmentación permite multiplicar corales a partir de pequeños trozos de colonias sanas. Estos fragmentos se cultivan en viveros submarinos, donde se adhieren a bloques de concreto o se cuelgan de estructuras de PVC, acelerando su crecimiento.
- Cultivo y replicación en viveros: A medida que los fragmentos crecen y se ramifican en los viveros, se toman nuevos esquejes para expandir las colonias. En aproximadamente seis meses, estos corales están listos para ser trasplantados a sitios degradados, manteniendo reservas en los viveros para asegurar la continuidad del proceso.
- Trasplante y recolonización de arrecifes: En los sitios de replantación permitidos, los buzos fijan los corales jóvenes al fondo marino utilizando clavos. Agrupados estratégicamente, estos corales imitan las formaciones naturales, promoviendo su desarrollo y eventual capacidad para recolonizar el arrecife de forma autónoma.
“Las especies de coral más exitosas en programas de cultivo son aquellas con características específicas: estructuras ramificadas, rápido crecimiento y una notable capacidad de adaptación a condiciones ambientales extremas. Estas características les permiten sobrevivir tanto en viveros terrestres como en instalaciones marinas, constituyéndose como verdaderos “pioneros” en los esfuerzos de restauración de arrecifes. Su resiliencia se convierte en una ventana de esperanza para la recuperación de estos frágiles ecosistemas”, mencionó el experto.
Explicó que las técnicas de reproducción de coral se dividen fundamentalmente en dos grandes categorías: sexual y asexual. Cada método tiene sus propias particularidades y complejidades, representando diferentes estrategias para la propagación y conservación de estos organismos. Por ejemplo, la reproducción sexual implica la generación de nuevos individuos mediante el intercambio genético, mientras que la asexual se basa en la fragmentación o clonación de especímenes existentes, permitiendo la expansión de colonias con características genéticas idénticas.
“Mantener un vivero de coral es una tarea que requiere dedicación, recursos especializados y un compromiso profundo con la conservación marina. Las instalaciones demandan un mantenimiento permanente que incluye sistemas de soporte de vida altamente sofisticados, control constante de la calidad del agua, y equipamiento técnico especializado. En viveros marinos, la complejidad aumenta: se necesitan materiales duraderos y reemplazables, junto con horas de trabajo subacuático para eliminar posibles plagas que amenacen la vida de los corales”, dijo.
Este proyecto se financia a través de la Iniciativa Climática Internacional (IKI), liderada por el gobierno alemán, además de contar con el respaldo de fondos públicos y privados, como explica Croquer. Gracias a este apoyo, disponen de una amplia gama de recursos, que incluyen acceso a métodos y resultados del mapeo de refugios climáticos de coral, así como técnicas avanzadas de restauración, protocolos específicos, calendarios de desove, plataformas de monitoreo en línea y un conjunto completo de herramientas analíticas para el seguimiento de los corales.
Otro componente esencial de esta estrategia es la educación ambiental, que busca sensibilizar y empoderar a las comunidades locales sobre la importancia de los arrecifes de coral. Esto se logra mediante charlas informativas, talleres interactivos y la participación activa en actividades como el mantenimiento de viveros y los trasplantes de coral.
“Los resultados esperados incluyen beneficios significativos para las comunidades costeras, como una mayor protección frente a tormentas, inundaciones y erosión costera, además de un impulso al ecoturismo marino y la sostenibilidad económica del sector pesquero. La salud de los arrecifes, crucial para el equilibrio ambiental y social de estas áreas, será un motor de estabilidad económica y resiliencia para estas comunidades”, finalizó Croquer.
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