Así se mueve el tráfico de fauna silvestre en redes sociales
Antes, en Colombia, los animales eran vendidos en plazas; ahora, las autoridades deben revisar hasta 600 usuarios en plataformas digitales para atrapar a quienes usan la tecnología con el fin de comercializar monos capuchinos, serpientes y otras especies.
Jimena Delgado Díaz
“¿Tiene a los micos ahí?”, preguntó un hombre en una llamada telefónica. Al otro lado de la línea, con acento caleño, otro contestó al instante: “Todos esos animales son igualitos y están en Tuluá. Solo hay que mandarlos a pedir, en dos o tres horas lo tiene. Me avisa y lo encargo”.
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“¿Tiene a los micos ahí?”, preguntó un hombre en una llamada telefónica. Al otro lado de la línea, con acento caleño, otro contestó al instante: “Todos esos animales son igualitos y están en Tuluá. Solo hay que mandarlos a pedir, en dos o tres horas lo tiene. Me avisa y lo encargo”.
Para tener esta conversación, donde una persona compra de manera ilegal a un animal silvestre, se debe pasar por un proceso que, en total, podría tardar hasta un año, contó el mayor Cristian Jair Mesa, jefe de la unidad investigativa de la Policía de delitos contra recursos naturales.
El modus operandi del cuarto negocio ilegal más rentable del mundo (el tráfico ilegal de fauna silvestre) ha evolucionado junto con las plataformas que hoy todos tienen al alcance. Por esta razón, las autoridades y sus estrategias han mutado, con el objetivo de abarcar aquellos rincones a los que llegan las redes de tráfico.
“Antes, tus padres conseguían lo que fuera en la plaza de mercado y, aunque ahora no se hace abiertamente, el tráfico continúa, pero por medio de la virtualidad”, dijo Juan Camilo Restrepo, zootecnista de la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia. En la actualidad hay cuentas en redes sociales que muestran monos capuchinos, serpientes, hurones y más, con el fin de atraer a futuros compradores.
La Policía Nacional cuenta con un escuadrón de ciberseguridad que se encarga de investigar el tráfico de fauna silvestre. En este, un funcionario analiza, por día, cerca de 600 cuentas de Facebook e Instagram que se dedican a exhibir ejemplares para venderlos e informa en dónde podría estar ubicado el responsable, para iniciar investigaciones más profundas, que concluyen con la captura de los culpables. Por supuesto, las autoridades ambientales continúan haciendo ejercicios de control convencional como operativos en carreteras y terminales de transporte.
El tema se complica porque las publicaciones en plataformas son solo la punta del iceberg. Luego de que una persona hace el primer contacto con un vendedor, que suele presentarse con un nombre falso, esta ingresa a un grupo privado de WhatsApp o Telegram, en donde comparten fotos y videos de las especies.
Aunque en redes sociales se exhiben los ejemplares con facilidad y sin prevención, para dar el paso anterior el traficante debe sentir confianza y así garantizar que sus negocios o su libertad no corran peligro. “Para crear esa relación, lo primordial es negociar de a pocos, porque quienes se dedican a esto son desconfiados. Preguntan por la persona que compartió su número de teléfono, niegan vender animales en primer lugar y ahí es cuando uno trata de convencerlos, buscar alternativas, para que se relajen y hablen de los animales”, aseguró un uniformado que trabaja en este tipo de operativos.
Se usan agentes encubiertos, que son uniformados a los que la Fiscalía General de la Nación permite trabajar en algo ilícito con el fin de obtener información. Esto, porque el objetivo principal del escuadrón es llegar a dichas comunidades privadas, ya que es ahí donde están las estructuras organizadas grandes.
Pocos animales sobreviven a lo que implica su tráfico: son sedados y metidos en cajas, en donde no hay oxigenación, hidratación, ni alimento.
Distribuyen animales como mercancía
Este año, la unidad investigativa desmanteló una red que introducía especies exóticas en Nariño y Cali, procedentes de Tailandia y África. “Cuanto más exótico sea el ejemplar, más se comercializa. Genera más ingresos, porque el precio de la fauna varía según el lugar en que se haga la venta, qué tan difícil es el desplazamiento de la criatura y en dónde se consigue”, añadió Mesa.
Todo este proceso es posible gracias a que se pueden hacer envíos en medios marítimos, aéreos o terrestres a través de empresas. En las últimas ocasiones se ha puesto a un policía, vestido de civil, a observar en las terminales de transporte para ver quién envía y recoge la encomienda. Así se hace seguimiento hasta que llegue el momento exacto de hacer la incautación de la fauna silvestre y atrapar a los sujetos.
En la incautación es en donde entran las entidades ambientales, quienes son las encargadas de recibir al animal, hacer la rehabilitación o aplicarle la eutanasia, según sea el caso. Y para contrarrestar actividades como estas, lo que piensan hacer los uniformados es sumarse a algunas autoridades ambientales para capacitar a quienes trabajan en terminales de buses y otros centros de transporte, enseñar cómo detectar a un posible traficante, qué especies se pueden movilizar de un sector a otro y cómo inspeccionar bien algunos de los equipajes que ingresan a los vehículos, entre otros signos que pueden ser útiles para alertar a la policía.
Cuando la Fiscalía entra en acción, notifica a la entidad ambiental, para que esta apoye el allanamiento y recupere a los animales. Al dar con los presuntos responsables, empiezan dos tipos de procedimientos. Uno administrativo, que es el que hacen las entidades ambientales de cada territorio, por lo que dicta la Ley 1333 de 2009, en el que se incluyen multas hasta de 5.000 salarios mínimos mensuales legales vigentes; cierre temporal o definitivo del lugar en que se encuentre el ejemplar, revocatoria o caducidad de licencia ambiental, decomiso definitivo de especímenes e incluso trabajo comunitario.
Por otra parte, están las sanciones penales, que son impartidas por un juez de la República. En estas se contempla la posibilidad de que el culpable vaya mínimo 60 meses a prisión y pague una multa de 134 a 43.750 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
La fauna silvestre es uno de los mayores tesoros del mundo y su mayor debilidad. Aunque muchos lo ignoran, el daño que se hace al extraer animales de su hábitat es irreparable. Se pueden agotar sus poblaciones y se corre el riesgo de sufrir una extinción de las especies, lo que altera las interacciones y el flujo de materia. Aunque las autoridades creen todo tipo de estrategias para dar con los delincuentes, recuerde que para acabar con las redes de tráfico lo mejor es denunciar a quienes compran o venden monos, aves vistosas y otros animales.
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