Con sonidos de tambores, Parque de la Conservación protege fauna de la pólvora
Intentos de escape, abortos e intoxicaciones son algunas de las consecuencias que genera la quema de explosivos de diciembre a los animales silvestres. Por ello, la institución tiene personal capacitado para detectar cuando algo no va bien.
Jimena Delgado Díaz
Cerca a las 12 de la noche del 30 de noviembre se pueden escuchar tambores o música árabe en las viviendas de pumas, osos y aves de colores vistosos. Estos sonidos, junto con esencias de lavanda, son los mejores aliados para que la explosión de fuegos pirotécnicos y otros explosivos pasen desapercibidos para estos animales.
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Cerca a las 12 de la noche del 30 de noviembre se pueden escuchar tambores o música árabe en las viviendas de pumas, osos y aves de colores vistosos. Estos sonidos, junto con esencias de lavanda, son los mejores aliados para que la explosión de fuegos pirotécnicos y otros explosivos pasen desapercibidos para estos animales.
Y justamente a técnicas como esta recurre el Parque de la Conservación de Medellín —antes conocido como Zoológico Santa Fe, que cambió su razón de ser, ya que se enfoca en transformar comportamientos, además de proteger el medio ambiente— para que los animales no se sumen a las cifras de afectados por la pólvora.
De hecho, pasaron por una situación lamentable en la que algunas de sus llamas tuvieron abortos como efecto colateral de una noche llena de estruendos. “Las llamas son tranquilas, pero esta situación ocasionó un aborto. Hemos tenido también aves con problemas comportamentales a largo plazo y primates con ansiedad por períodos prolongados”, explica Óscar Medina, coordinador de población animal del parque.
Es preciso destacar que el establecimiento hace revisiones a los animales que allí habitan y tiene personal capacitado para detectar anomalías en su comportamiento, como es el caso de los guardias de seguridad de las noches, que vigilan el establecimiento y el bienestar de los animales, porque saben detectar cuando necesitan ayuda veterinaria.
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Entre otros esfuerzos, están los incentivos con los que distraen a mamíferos, aves y reptiles. “Les ofrecemos estímulos sensoriales, auditivos, alimenticios y cognitivos, para que generen emociones positivas en ellos y sean una fuente de ocupación, con el fin de que no estén concentrados en lo que sucede en el exterior. A algunos se les pone música, se les acercan esencias de lavanda, que son buenas para tranquilizar, se les aísla el sonido, las luces y todo lo atemorizante”, explica Elisa Madrigal, coordinadora de condicionamiento animal del parque. Al aplicar estas técnicas, evitan que los animales se autolesionen, agredan a otros animales que estén en su entorno o intenten huir.
A pesar de que no hay un conteo exacto que determine el número de animales con serias secuelas por celebraciones como estas en el ámbito nacional, algunas ciudades se han tomado el trabajo de hacer mediciones sobre los perjuicios que conlleva el uso de pirotecnia. Según Conexión Animal, para Navidad de 2022, en Cali 1.000 animales —incluyendo perros, gatos y fauna silvestre— resultaron afectados, sobre todo: el 30 de noviembre, durante la alborada, se reportaron 80 animales afectados; el 7 de diciembre, 62 casos; el 24 del mismo mes, 84 animales, y el 31 hubo 120 casos.
Intoxicación ocasionada por la pirotecnia
Por otro lado, la pólvora es un químico que al ser liberado en la atmósfera ocasiona repercusiones en la salud de los animales. Mauricio Correa, ingeniero sanitario, quien trabaja en temas de calidad del aire y es docente de la Universidad de Antioquia, explica que los componentes de estos explosivos son en esencia tres: nitrato de potasio —que es el que oxida los elementos que se mezclan con él— carbón —que sirve para la combustión— y azufre.
Cuando estos reaccionen, queda un material particulado en el aire que puede ingresar al organismo de los animales, perjudicando el sistema circulatorio y respiratorio de cualquier forma de vida que se encuentre alrededor. “Si hubiera exposición a la pólvora durante 30 días al año, tendríamos animales muy enfermos”, asegura Correa, ya que si esto “ocasiona en personas asma, enfermedades respiratorias, dolor de cabeza, mareos, náuseas, en animales sería igual o peor”.
De acuerdo con Medina, al día siguiente de las detonaciones también se evalúa a los animales para determinar su estado mental (que corresponde a sus comportamientos) y su físico. En el último examen se revisa el daño de sus oídos, si hubo abortos, intentos de escape o autolesión; también se evalúa que no haya problemas respiratorios, depresión ni dificultad para respirar —signos visibles de una intoxicación por los químicos de los explosivos—.
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Por esto, Madrigal explica que lo mejor es aislar a los animales de todo lo que les pueda hacer daño, incluyendo luces y sonidos, para que puedan dormir y su salud no se vea comprometida. “La pólvora llega a niveles de hasta 200 decibeles, son estruendos repentinos. Si las personas nos asustamos, ahora imagínate un animal que tiene los oídos superdesarrollados”, agrega Medina.
En consecuencia, se cubren las ventanas que tiene cada uno de los hábitats de los animales o se ponen barreras físicas como mallas. Para crear una sensación de seguridad en primates y aves, más que todo, que son las especies más afectadas del Parque de la Conservación. Del mismo modo, se dan “refugios o zonas seguras —donde haya protección durante estos momentos— donde tengan todos sus recursos, como alimentación y agua”, dice Madrigal.
¿Qué se puede hacer?
La única esperanza a la que apuntan las autoridades es a concientizar a las personas sobre el impacto que tiene celebrar con petardos, bengalas o voladores. No en vano, Antioquia aún clasifica como uno de los departamentos en que más se ven afectados los animales por quema de pólvora, según indica el Ministerio de Medio Ambiente. Su capital, Medellín, desde 2003 adoptó una costumbre para recibir diciembre, llamada la alborada: un tipo de festejo donde el cielo se ilumina con estallidos de pólvora.
Y como recibir el último mes del año con pirotecnia se ha convertido en una costumbre, el trabajo de las autoridades se centra en realizar campañas para que la población entienda el impacto ambiental que eso genera. Así que el Ministerio de Ambiente ha dado la responsabilidad a cada ente regional de desplegar estrategias preventivas para que la fauna silvestre y los animales domésticos estén a salvo, a pesar del uso de pólvora.
La Alcaldía de Medellín, por ejemplo, realiza campañas que abarcan la sensibilización y la educación e invitan a actuar con respecto a la pólvora. La Subsecretaria de Protección y Bienestar Animal de Medellín, bajo del liderazgo de Diana Santacruz, es la encargada de fomentar estos espacios en los que se reconoce tanto a animales domésticos y silvestres como afectados por la pirotecnia.
Mediante actos simbólicos, videos e imágenes, muestran lo que sufren estos individuos durante las festividades y enseñan a los cuidadores cómo lidiar con el estrés y cuándo deben llevarlo al veterinario, además de técnicas que entretengan al animal mientras se siente perturbado. Esto ha traído como consecuencia la disminución de emisiones y animales afectados. “Yo creo que sí hay una mejora clara en el tema. Sobre todo cuando se trata de animales de compañía, porque es más fácil medir el impacto en ellos. Los reportes de animales quemados y extraviados por la pólvora va en disminución cada año; siguen existiendo, pero son menores si hacemos un comparativo entre el año 2019 o si vamos incluso más atrás, al año 2015″, dice Santacruz.
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A pesar de que los efectos de la quema de pólvora y los reportes son publicados a inicio de cada año con menor número de afectados, hay quienes creen que entre el goce y disfrute —que viene especialmente en diciembre— todo es válido. Así que antes de encender una mecha, deténgase a pensar que las consecuencias de sus actos las asumirán quienes no tienen voz; sobre todo aquellos animales que viven en bosques, montañas o escondidos en los corredores naturales de la ciudad, a quienes no se les hace un rastreo y no se les protege activamente. Estos son las víctimas, en ocasiones mortales, de un festejo irresponsable y una euforia mal controlada.
Existen varios entes encargados de supervisar la quema de pólvora ilegal, entre esos, la Policía Nacional. Por ello, si nota que alguien en su entorno está desobedeciendo la norma, puede denunciar al 123.
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