“Debemos seguir luchando contra el negacionismo de la ciencia”: Nataly Castelblanco
La bióloga con maestría en biología acuática y PhD en Ecología y Desarrollo Sustentable habló sobre la desinformación que existe con respecto al tema del bienestar animal y a los posibles daños que se pueden generar por el animalismo en Colombia.
Sebastián Muñoz López
Para Nataly Castelblanco, una de las problemáticas que podrían afectar gravemente la biodiversidad en el país es la de ignorar los discursos científicos y priorizar la emocionalidad en las discusiones “difíciles”, como las especies invasoras y las plagas.
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Para Nataly Castelblanco, una de las problemáticas que podrían afectar gravemente la biodiversidad en el país es la de ignorar los discursos científicos y priorizar la emocionalidad en las discusiones “difíciles”, como las especies invasoras y las plagas.
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Ella es una investigadora colombiana que ha trabajado de forma constante para fortalecer la investigación académica sobre los manatíes y los hipopótamos invasores en el país, para abordar este tema desde el punto de vista de la ecología y la biología de la conservación. Pero, a la experta le preocupa una tendencia cada vez más común por parte de la opinión pública: la de desvirtuar a los científicos y pintarlos como personas “malas”, que solo buscan generar sufrimiento animal.
Existen varios debates álgidos en el país, con respecto a los animales y su conservación, además del trato que deben recibir las especies invasoras y las plagas. En el tema de los animales, ¿es posible ser neutral? ¿O siempre se debe hablar desde una posición?
Yo soy científica: todos los que trabajamos con animales lo hacemos porque nos gustan los animales. O sea, no hay una antipatía contra ellos, por el contrario, queremos su conservación. Pero, resulta difícil tratar con las generalizaciones en las que incurren las personas, especialmente cuando no tienen conocimiento suficiente sobre la fauna, pues no se pueden meter a todos los animales en el mismo costal. Por esto, es importante que existan estudios científicos que puedan definir qué tipo de animales se están manejando, para poder tomar decisiones.
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No es lo mismo un animal doméstico, como un perro o gato, que tenemos en la casa, a un animal invasor o silvestre. Cuando mezclamos este tipo de conceptos, ocurren problemáticas bastante serias. Por ejemplo, las personas podrían querer tener de mascota a un mico o un felino silvestre, porque creen que, como les gustan los animales, cualquiera de ellos pueden ser su mascota.
Esto también puede ocurrir con especies invasoras, porque, como es un animal, lo quiero mascotizar y proteger, cuando lo que hago al protegerlo es afectar a otros animales en el sistema. Esta emocionalidad puede ir también en contra de los mismos animales. Yo siento que uno debe ser objetivo y, quizás, un poco pragmático, en el momento de tomar decisiones, porque por querer salvar lo que a mí me gusta como ser humano, yo puedo cometer errores grandes para el ecosistema, para otros animales y para la gente.
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¿Tiene ejemplos de la problemática que menciona anteriormente?
Esto lo hemos visto en Colombia de una manera preocupante. Por ejemplo, la prohibición de la pesca deportiva, que busca “proteger a los peces”, pero, por el contrario, los termina desprotegiendo, porque no hay un entendimiento de cómo la pesca deportiva y otras actividades sustentables son beneficiosas para las mismas poblaciones y para las comunidades humanas. Este es un caso grave y preocupante de cómo se toman decisiones sin tener en cuenta a los expertos en pesquería, en trabajo con comunidades y en ecología acuática, solo se tiene en cuenta al bienestar de los individuos peces.
Otro problema bastante grande se ve representado en el manejo de animales callejeros, que se basa exclusivamente en la emocionalidad, sin tener en cuenta que existen múltiples estudios que indican que la incentivación de gatos y perros callejeros es bastante perjudicial para la salud pública y para otros animales. No obstante, esto se sigue haciendo, porque lo que se busca es mantener el bienestar de estos pocos animales, pero no se dan cuenta que se está ocasionando el efecto contrario.
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Hay un divorcio preocupante entre el manejo que se le da a la fauna y la ciencia en que se debe basar ese manejo. Cuando habla de fauna, hablo de fauna silvestre, feral, invasora, callejera, doméstica; cada tipo de fauna debe tener un manejo diferente, pero debe siempre basarse en la ciencia. Cuando nos desapegamos de la ciencia y solamente obedecemos a nuestra moral, que es tan subjetiva, o a nuestra ética, que es también tan propia de los individuos o grupos de personas, podemos terminar generando decisiones que pueden tener consecuencias graves para los mismos animales.
¿Cómo se puede luchar contra la desinformación en torno a los animales en redes sociales?
Primero, los científicos tenemos un deber importante en hacer un puente con la opinión pública, y tratar de transformar los estudios, que a veces son difíciles de digerir para el público común, por el lenguaje que manejamos, que no es muy amable. Creo que deberíamos intentar transformar todos estos resultados y el conocimiento en un lenguaje que sea entendible para la comunidad. Esto significa que debemos bajarnos del pedestal de científicos y entender que no todas las personas tienen el mismo bagaje de conocimiento.
Siento que, en algunos casos, sí debe haber una intervención de los entes del Estado, para hacer campañas de divulgación de las problemáticas y las soluciones. Por ejemplo, en el caso de especies invasoras, yo siento que el Ministerio de Ambiente o las corporaciones deben tomar la batuta para hacer este tipo de campañas de comunicación, porque no es lo mismo que lo haga yo como científico, a que lo hagan los tomadores de decisiones. En el tema de los hipopótamos invasores, creo que ha faltado mucha divulgación por parte de los entes gubernamentales centrales.
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¿Qué recomendaciones le brindas a los medios de comunicación para divulgar información pertinente sobre animales?
Lo principal es ir a la fuente directa para informar. Muchas veces, se pueden intentar crear titulares que llamen la atención del público. Esto es entendible: se busca un gancho para que a las personas les interese el tema. Pero, en este afán, muchas veces, se tergiversan las cosas. En varias ocasiones, algunos periodistas venden la idea de que los científicos queremos matar a los hipopótamos y los animalistas quieren defenderlos, y eso no es así. Esto nos deja con la idea de que hay unos buenos y malos, unos que quieran la vida y otros la muerte, que lo que termina haciendo es desvirtuar nuestro trabajo como científicos.
Es sumamente importante que los periodistas hablen directamente con los científicos, pues los comunicadores tienen el arte de la palabra para que las personas puedan entender bien el problema de una manera fácil, sin entrar en estos amarillismos, que dificultan el entendimiento de un conflicto.
¿Qué es humanización de animales para usted? ¿Es mala en todas las ocasiones?
Yo no utilizaría el término “humanización”, sino la antropomorfización de los animales. Esto me parece nocivo, y es querer pretender que los animales sean como nosotros o se rijan bajo los mismos parámetros morales y éticos que nosotros. A mí me parece que esto es producto de la arrogancia humana. En el momento en que veamos a los animales como seres distintos a los humanos, no mejores, ni peores, sino simplemente diferentes, podremos empezar a conservarlos mejor.
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Las formas de antropomorfización de los animales son diversas, por ejemplo, intentar tener animales silvestres de mascotas puede generar daños bastante graves en ellos. Tomar un chimpancé y ponerle pantalón, camisa, sombrero y hacerlo fumar, es un atentado al bienestar de ese animal, porque está en contra del comportamiento normal y natural que debería tener.
Tambié hay otra parte, que son las plagas urbanas, como las palomas y las ratas. Antropomorfizar a este tipo de animales puede negar las evidencias científicas de las problemáticas en salud pública que tienen estas poblaciones, que crecen sin ningún control. Aquí viene un discurso anticientífico, entonces, las personas ya no creen que un gato callejero transmite toxoplasmosis, ni que se pueden crear problemas de salud graves por contacto con las palomas callejeras: simplemente hay una negación de la ciencia. Esto es grave, el poner el afán de antropomorfizar los animales por encima de las evidencias científicas.
Yo creo que se están alimentando este tipo de discursos porque son discursos que le gusta escuchar a las personas, y que ganan votos. Esto genera que a los científicos se nos diga que queremos matar y que somos asesinos, y que ellos son los buenos. Estamos creando este escenario teatral en donde hay buenos y hay malos, y hay quienes aman los animales y quienes los odiamos, y nos estamos tropezando entre nosotros mismos. Yo pienso que, en el fondo, todos queremos la armonía y que se garantice la salud de las personas y animales, pero negar la ciencia considero que es el camino más equivocado de todos.
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Desde tu punto de vista, ¿cuál es tu solución para las especies invasoras, como los hipopótamos en el país?
En el caso de las especies invasoras, como los hipopótamos, el pez león, caracol africano, entre otras especies de plantas y animales, lo que ocurre es que crecen de una manera descontrolada, porque no tienen controladores en el lugar en donde están invadiendo, no tienen depredadores ni controladores climáticos. Lo que se busca con las especies invasoras es manejarlas de dos formas: por un lado, controlar su reproducción y, por otro, inducir un factor de mortalidad, que no es natural.
Sin embargo, esto no ocurre, porque estamos lidiando con especies altamente carismáticas. En el caso de los hipopótamos, o las cotorras argentinas en España, y otros animales invasores carismáticos, es difícil hacer entender al público que es necesario que haya un control letal. Hasta nosotros como especialistas nos sentimos incómodos de hacer un control letal de animales que nos parecen interesantes, tiernos y maravillosos.
Sin embargo, hay que poner el tema sobre la mesa, y evitar el intentar solucionar este problema con pañitos de agua tibia, como las castraciones quirúrgicas, que han sido un esfuerzo tremendo que ha hecho la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare. También, las castraciones químicas, que fueron un piloto que no funcionó. Los santuarios también son una propuesta polémica e inviable, por la cantidad de animales que tenemos en la actualidad.
La respuesta desde la ciencia siempre ha sido que no se trata ni de matar, ni de traslocar, ni de castrar, sino de implementar todas las estrategias posibles que hayan en el momento. Si es posible llevar a algunos animales afuera de Colombia o llevarlos a un zoológico, es excelente. El problema es que tenemos una gran cantidad de animales, que, además, siguen reproduciéndose.
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Estamos en el momento de actuar para poder frentar este crecimiento de los hipopótamos invasores. Es ahora o nunca: si esperamos que pase el tiempo, lo único que podemos hacer es mitigar los impactos ambientales y en las personas que ocurrirán en el futuro.
¿Qué le preocupa sobre el panorama del país?
Quiero insisitr en que las políticas de manejo de fauna en Colombia no pueden estar desapegadas de la ciencia. Existen, conmigo, cientos de zoólogos, agrónomos, veterinarios, ingenieros ambientales, ingenieros forestales, que hemos ejercido la carrera por muchos años, trayendo conocimientos e información que debe ser aplicada, tanto para la fauna silvestre, como la feral, exótica, callejera, doméstica. Existen los profesionales, la ciencia y el conocimiento, entonces, las decisiones no pueden tomarse desapegadas de este conocimiento, porque sería un error catastrófico para el manejo de nuestros animales.
Se deben alertar sobre las leyes que se proponen desde animalismo, para el manejo de la fauna. Nos preocupa el proyecto Ley Ralph de Andrea Padilla, en donde se pretende regular el uso de animales en experimentación, y en las escuelas, como método de eseñanza. En principio, este parece ser un tema importante. Pero, al revisar a detalle, nos damos cuenta que es repetitivo con proyectos que ya existen, que se deben revisar para ver por qué no funcionan y, por otro lado, que le pone tropiezos enormes a personas que trabajamos con fauna silvestre, para la conservación de la fauna silvestre.
También, debemos seguir luchando contra el negacionismo de la ciencia. El hecho de que nos guste o nos disgute algo no quiere decir que esto exista o no exista. La ciencia, a través del método científico, de alguna manera nos garantiza que tenemos los resultados basados en datos reales y evidencias. Cuando negamos esto, entramos en un problema grave para el manejo de la naturaleza.
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