El lugar que rescata, cuida y libera a las especies silvestres en Cundinamarca
En la actualidad, este centro acoge a 576 animales silvestres que reciben tratamiento por desnutrición, fracturas, estrés, lesiones internas y externas y demás condiciones físicas. ¿Cómo ayudar?
Laura Tatiana Vargas Lizarazo
Entre las exuberantes montañas de la vereda Las Mercedes, en el municipio de Tocaima, Cundinamarca, hay un lugar donde los animales silvestres, que han sido víctimas del tráfico y la tenencia ilegal, pueden tener una segunda oportunidad para recuperarse y volver a la libertad. Se trata del Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAV) de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca – CAR.
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Entre las exuberantes montañas de la vereda Las Mercedes, en el municipio de Tocaima, Cundinamarca, hay un lugar donde los animales silvestres, que han sido víctimas del tráfico y la tenencia ilegal, pueden tener una segunda oportunidad para recuperarse y volver a la libertad. Se trata del Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAV) de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca – CAR.
Este hogar de paso transitorio es como un hospital para los animales silvestres: está dotado con consultorios médicos, salas de cirugía, rayos x, ortopedia, rehabilitación, laboratorios de exámenes especializados, zona de bioterio y un área administrativa.
El médico veterinario zootecnista, Julián García, es el coordinador de este espacio: “Atendemos los 99 municipios de Cundinamarca y 6 municipios de Boyacá que están adscritos a la CAR. Tenemos 567 animales, que es, más o menos, el tope máximo que podemos albergar. Entre 500 a 700 animales es el estimado que puede tener el Centro de Fauna, aunque es un valor relativo dependiendo de los tamaños o de las condiciones de cada individuo”.
Cuidar a los animales silvestres es toda una responsabilidad. Por eso, el CAV cuenta con un equipo de 41 personas, entre las que se encuentran especialistas en biología, zootecnia y veterinaria, así como asistentes, operarios y cuidadores con vocación que aman a los animales y les garantizan un cuidado de manera continúa los siete días de la semana. El médico veterinario se encarga de la salud del individuo, el biólogo de la parte comportamental y el zootecnista de lo nutricional. Entre los tres toman las mejores decisiones para brindar un óptimo bienestar a cada especie.
Los individuos que llegan al CAV son recuperados en operativos de rescate, incautaciones hechas por la Policía Nacional y por la entrega voluntaria de los ciudadanos. Allí reciben toda la fauna silvestre nativa del país como loros, guacamayas, zarigüeyas, zorros cangrejeros, monos titíes, entre otros, al igual que especies de fauna exótica como hurones, erizos africanos, pitones, etc.
Algunos animales llegan con signos de maltrato, como es el caso de algunas loras, que son encontradas con las alas cortadas, los picos rotos, y en la mayoría de las situaciones, con signos de “humanización”. De acuerdo con la CAR, los psitácidos encabezan las cifras de incautación y rescate de fauna silvestre en el territorio, con más de 1.000 ejemplares remitidos en los últimos cinco años al CAV.
Ingreso y rehabilitación de animales
Al Centro de Fauna no solo ingresan animales víctimas de tráfico ilegal, sino que también, y gracias a la denuncia ciudadana, se recibe fauna nativa que ha sufrido algún tipo de accidente.
Una vez que la CAR lleva a los animales al CAV, estos pasan por la zona de valoración, lugar en el que los profesionales evalúan su estado de salud, condiciones físicas y comportamiento. Luego se hace el registro en una base de datos que contiene información de procedencia, estado físico, anomalías y descripción de la alimentación que recibían, entre otra información que sirve para estructurar la historia clínica de cada especie.
“Si es un animal neonato, pasa directamente a la zona de neonatos del hospital. Si tiene una condición especial y necesita un tratamiento, lo llevamos a la zona de procedimientos. Si es un animal que llega en muy buenas condiciones, sin ninguna lesión, y es de la zona, se puede hacer una liberación inmediata. Y si no, debe permanecer un tiempo de cuarentena que puede ir entre los 30 a los 90 días según la especie”, explica García.
Una vez superado el tiempo de aislamiento, inicia el proceso de socialización y fase final de rehabilitación de cada especie, donde se evita el contacto con los humanos para que la adaptación a la vida silvestre sea lo más natural posible. Sin embargo, el trabajo del CAV no solo se centra en la rehabilitación y bienestar físico de los animales, sino también en la salud mental, emocional, nutricional y de comportamiento. Todo esto determina la posibilidad de una liberación.
“Una de las condiciones para la liberación es que el animal pueda conseguir su alimento, en el caso de los carnívoros, que casen. Además, que tengan aversión por las personas y comportamientos propios de la especie en vida silvestre. Dentro del proceso de rehabilitación tratamos de brindarles estas condiciones, montamos una barrera entre el animal y las personas”, asegura García.
Desafortunadamente, no todos los animales que llegan a este lugar pueden regresar a su hábitat. Hay casos de aves que, por ejemplo, debido a largos años de cautiverio no saben volar y han adquirido una dependencia y cercanía con los seres humanos tan grande que no pueden defenderse por sí solas. En estos casos, los animales son reubicados a lugares que les puedan brindar los cuidados que necesitan, como bioparques y zoológicos. En ninguna circunstancia regresan con las personas.
Romper el vínculo con el ser humano, el mayor reto
Desde su experiencia, el coordinador de la CAV asegura que el daño más grande que sufren los animales silvestres cuando se extraen de su medio natural es mental. Forzarlos a estar con los seres humanos e incluso maltratarlos les genera secuelas físicas y emocionales que, en muchos casos, son irreversibles e irreparables.
Los daños más comunes en las especies son las alteraciones osteomusculares por golpes, traumas, afectación en el sistema respiratorio y daños gastrointestinales por mala alimentación y deshidratación.
El objetivo de los Centros de Atención y Valoración es la liberación de los animales, ese es el final feliz. No obstante, solo las especies más fuertes, que logran superar todas las etapas clínicas, de comportamiento y nutrición, son aquellas que tienen mayor posibilidad de regresar a la libertad.
“Digamos que es el final de todo lo que hacemos acá, es la victoria. Un Centro de Fauna debería estar vacío, así como un pabellón de quemados en un hospital no debería tener quemados. Esperamos que en algún momento la gente se concientice de que no es bueno tener estas especies”, concluye el veterinario.
La mejor manera de mitigar el tráfico y la tenencia ilegal de fauna es a través de la sensibilización y la educación. Los animales silvestres no son mascotas. Por más que se considere que una especie puede vivir bien en una casa, con una jaula amplia y una correcta alimentación, estas no son las condiciones adecuadas. Su bienestar y sano desempeño se encuentran en la libertad.