En busca de un nuevo sentido de vida: relación entre los habitantes de calle y sus mascotas
Psicólogos que han acompañado habitantes de calle en su proceso de resocialización han sido testigos de la fuerza de voluntad que adquieren por la compañía de perros o gatos, quienes les ayudan a superar sus problemas de consumo y los acompañan en medio de la soledad.
Sebastián Muñoz López
A través de su trabajo como psicóloga, Carolina Giraldo Buitrago ha sido testigo de la tenacidad y perseverancia que necesitan las personas que quieren salir de las calles y del mundo de las drogas. Desde 2019, comenzó a trabajar con el Sistema de Habitantes de Calle Adulto en la capital de Antioquia, un espacio destinado para la rehabilitación y resocialización de personas que buscan reintegrarse en la sociedad. Ella recuerda vívidamente el caso de un chico de 12 años al que le regalaron un pitbull. Cuando la perrita cumplió dos años de edad, él comenzó a consumir drogas y decidió abandonar su hogar, por lo que dejó a su mascota con su madre. Una vez su madre murió, la familia decidió que iban a regalar a la mascota. En ese momento, el hombre decidió que debía dejar las drogas y la calle para recuperar a su animal.
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A través de su trabajo como psicóloga, Carolina Giraldo Buitrago ha sido testigo de la tenacidad y perseverancia que necesitan las personas que quieren salir de las calles y del mundo de las drogas. Desde 2019, comenzó a trabajar con el Sistema de Habitantes de Calle Adulto en la capital de Antioquia, un espacio destinado para la rehabilitación y resocialización de personas que buscan reintegrarse en la sociedad. Ella recuerda vívidamente el caso de un chico de 12 años al que le regalaron un pitbull. Cuando la perrita cumplió dos años de edad, él comenzó a consumir drogas y decidió abandonar su hogar, por lo que dejó a su mascota con su madre. Una vez su madre murió, la familia decidió que iban a regalar a la mascota. En ese momento, el hombre decidió que debía dejar las drogas y la calle para recuperar a su animal.
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“El sistema le ayudó a conseguir un hogar de paso, mientras él hacía su resocialización. Cuando terminó su proceso y consiguió un trabajo, inmediatamente se dirigió a donde su perrita. Hace dos meses, le hicimos seguimiento, vimos que está sobrio, viviendo solo con su perrita y está muy bien”, comenta Carolina Giraldo Buitrago.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) realizó un censo de habitantes de calle en el período 2017 a 2021, en donde registró un total de 34.091 personas en esta situación en todo el país. Entre ellos, la mayoría tienen entre 24 y 34 años, y son expuestos a una gran cantidad de riesgos, entre los que se encuentran problemas de salud, violencia y un alto consumo de sustancias psicoactivas.
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Carolina Giraldo asegura que los habitantes de calle suelen ser solitarios, con pocos amigos y que pierden compañeros fácilmente. “Los animales no los juzgan, ni les importa si no tienen un centavo, si están sucios o si no han comido. Muchos de ellos buscan compañía, sobre todo en los perros, para habitar la calle, pues han recibido bastante rechazo por parte de otros seres humanos”, afirma Giraldo.
En el Sistema de Habitantes de Calle existen cuatro componentes para tratar a los habitantes de calle. El primero está centrado en las personas que siguen viviendo en las calles, en donde educadores y el personal del sistema hacen recorridos y motivan a distintos ciudadanos a que vuelvan a la sociedad. En segundo lugar, están las categorías de entrevista y clasificación. En tercer lugar, está el proceso de resocialización, que se puede desarrollar en dos espacios: en el Parque de Juanes, en Medellín, o en el municipio antioqueño de Barbosa. Por último, se encuentra el componente de seguimiento, en donde los participantes reciben asesorías que se centran en sus necesidades.
Varios ciudadanos, según la experta, consideran que el Sistema Habitantes de Calle Adulto es su hogar, pues reciben atención psicológica, espacios de escucha, atención primaria en salud, dormitorio social, alimentación las tres veces al día, y varios de ellos residen en estos espacios toda su vida. Carolina Giraldo trabaja en el segundo componente, cuyo nombre es “Iniciación al proyecto de vida”, en donde se reúnen habitantes de calle jóvenes, que tienen menos de 25 años y que siguen consumiendo drogas. Giraldo trabaja de la mano con una trabajadora social y un educador, para preparar a estos jóvenes y reforzar ciertos hábitos que pudieron haber perdido con el paso del tiempo, como el autocuidado, la higiene, los temores y miedos frente al cambio, y el cuidado frente al consumo continuo de drogas.
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“Preparamos a estos chicos por aproximadamente un mes. Hay muchachos que no quieren estar en un lugar abierto, como la ciudad de Medellín, porque siempre estarán en contacto con sectores en donde se encuentra el consumo. Por ello, tienen la opción de estar en una finca, realizando un proceso en medio cerrado”, explica Carolina Giraldo.
La psicóloga tiene que atender de forma constante crisis emocionales, duelos y pérdidas de familiares, para ayudar a personas que necesiten de su ayuda. “La mayoría de las personas que atiendo son chicos que a penas están incursionando en el consumo, por lo que quieren cambiar”, explica Giraldo.
El rechazo social por parte de otros seres humanos ha hecho que varios habitantes de calle sean más cercanos con sus animales, pues han encontrado en las personas mala compañía. Varios de los participantes del componente buscan resocializarse y adquirir una capacidad para estudiar, trabajar y volver a hacer parte de la sociedad.
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Jhon Cardona es un psicólogo que también trabaja en el Sistema de Habitantes de Calle desde hace seis años. Él recuerda a una participante cuyos padres fallecieron el año pasado. El duelo y la soledad la obligaron a adoptar una mascota, que le ayuda a solventar el dolor y que le brindó un nuevo sentido de vida. “Esta compañía que le da su mascota y la necesidad de darle manutención han hecho que no consuma sustancias de forma excesiva. Tal vez, habría sido peor sin su perro”, afirma Cardona.
El psicólogo recuerda el caso de una chica de Caquetá con una familia ausente: sus padres no fallecieron, pero jamás la acompañaron. Ella también fue víctima de abuso sexual. Actualmente, ella cuida animales en una finca, lo que le ha facilitado socializar con otras personas. “Antes ella sufría bastante de fobia social. Pero desde que cuida animales, su vida ha mejorado en bastantes aspectos. Estas son personas con bastantes carencias afectivas. Son personas que han recibido rechazo a nivel social. Pero ellos enfocan todo su afecto en los animales”, afirma.
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“Si ellos consiguen alimento, saben que es para dos bocas”, comenta Sulieth Sanabria, psicóloga con especialización en infancia y adolescencia. Ella ha trabajado con habitantes de calle en centros temporales de protección, especialmente en el municipio de Facatativá. “Los animales les brindan una responsabilidad y les dan una motivación para levantarse, salir y buscar un alimento. Debido a que varios de ellos no tienen una red apoyo, como su familia, su mascota se vuelve en su única y principal fuente de motivación diaria”, explica Sanabria.
Sanabria cuenta cómo estos animales son objeto de sus afectos, les permitan relacionarse con otros habitantes de calle y les facilitan su vida. “Ha habido varias denuncias sobre maltrato animal. Si tú ves la relación entre ambos, es un tema bastante afectuoso. Algunos, con su consumo de drogas, podrían llegar a maltratar a sus animales, pero en la mayoría de ocasiones su relación se basa más en afecto”, explica la experta.
Mascotas y consumo de drogas en situación de calle
Cerca del 95% de la población que el Sistema de Habitantes de Calle Adulto en Medellín interviene, lo hace por consumo de sustancias. De hecho, la mayoría de habitantes de calle que asisten al programa son consumidores de “bazuco”.
“El consumo los sume completamente en un sin sentido de vida: ellos buscan la muerte. Pero ellos no buscan la muerte de forma explícita, lo hacen de forma inconsciente: están consumiendo y están expuestos a altas horas de la noche en sitios peligrosos, por lo que hacen un llamado a la muerte. Cuando ellos tienen una mascota, no consumen tanto porque deben cuidar a su animal y a su mascota”, afirma Cardona.
Andrea Liliana Ortiz asegura que los animales no pueden curar a una persona de forma individual, pues es una terapia que coopera con otras profesiones. Ortiz es magíster en psicología con énfasis en salud, doctora en psicología clínica de la Universidad de Salamanca y colaboradora del Colegio Colombiano de Psicólogos. En conversación con La Red Zoocial asegura que, si bien los animales no pueden rehabilitar de forma directa a personas con cierto tipo de adicción, sí pueden ayudarlas a que no abandonen el proceso. “No es que el animal directamente puede mitigar una adicción, sino que contribuye a la intervención con terapias basadas en la evidencia. Es un apoyo a estas terapias”, comenta la experta.
Lo anterior puede verse representado con el sentimiento de ansiedad que tienen las personas que están en la terapia, especialmente cuando dejaron de consumir la sustancia. Ortiz afirma que se ha demostrado que la interacción con perros puede minimizar el impacto de los síntomas fisiológicos de la preocupación y el miedo intenso. “Hay una expresión fisiológica, relacionada con respiración agitada, sudoración corporal y movimientos descontrolados. La caricia y la interacción con una mascota pueden apoyar en la percepción de tranquilidad de las personas”, explica la experta.
La profesional en salud mental también ha trabajado con personas adictas a la marihuana y al consumo del alcohol, de la mano de otros profesionales en salud, como psiquiatras, nutricionistas y médicos. Ella asegura que, con respecto a las personas adictas a la marihuana, el resultado depende de que el paciente esté comprometido con la intervención. “El centro para iniciar una buena intervención en adicciones es motivar la adherencia al tratamiento e identificar los valores primarios de los pacientes que puedan hacer que quiera estar mejor en el futuro. Las mascotas o los animales pueden ser promotores de la adherencia a estos tratamientos”, explica Ortiz.
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