La fundación que rescata, recupera y protege a las tortugas marinas en Colombia
Desde que nacen, estos animales deben enfrentarse a los seres humanos que durante siglos las han cazado por su carne y su caparazón. La Fundación Tortugas del Mar se dedica a contribuir al conocimiento, la recuperación y la conservación de estas especies en el Caribe y el Pacífico colombiano.
Laura Tatiana Vargas Lizarazo
Las tortugas marinas son unos de los animales más longevos, nobles y majestuosos de los océanos. Ellas juegan un papel fundamental en los ecosistemas marinos: ayudan a mantener los arrecifes de coral saludables, nutren las playas de arena a través de sus procesos de anidamiento y contribuyen al balance de la vida en el mar con su papel en la cadena alimenticia. Sin su presencia, diferentes especies podrían verse perjudicadas.
Sin embargo, a pesar de su importancia, las tortugas marinas enfrentan numerosas amenazas debido a factores que están relacionados directamente con las acciones del ser humano: caza indiscriminada, contaminación de los océanos, pesca incidental, cambio climático, comercio ilegal, etc. Por esta razón, desde hace mucho tiempo, diferentes organizaciones sin ánimo de lucro y personas del común han venido desarrollando acciones para salvarlas.
Karla Barrientos es una bióloga colombiana que a través de la Fundación Tortugas del Mar trabaja día a día para que las tortugas marinas no se extingan en el país. La organización sin ánimo de lucro fue fundada en el 2014 y desde entonces se dedica a contribuir al conocimiento, la recuperación y la conservación de estas especies en el Caribe y el Pacífico Colombiano, así como a proteger los ecosistemas asociados a estos animales: playas arenosas, arrecifes de coral, pastos marinos y manglares. Igualmente, apoyan con la liberación de crías de tortugas marinas y otras actividades de educación ambiental.
La ONG trabaja con entidades del Estado, con empresas del sector privado y con las comunidades locales. Para Karla, lo más importante de esta labor es la educación, es decir, llevar el conocimiento técnico y científico a todas las personas, especialmente a quienes habitan en estos territorios costeros. “Las tortugas generan carisma porque son bonitas, la gente quiere salvarlas, pero muchas veces estas buenas intenciones terminan en malas decisiones que les generan daños. Por eso es importante centrarse en la investigación, en buscar acciones científicas adecuadas”, cuenta.
En este proceso de enseñanza, según explica Karla, es clave poder trabajar de la mano con las comunidades costeras. Por eso, la forma de actuar de la organización no se basa en culpar o juzgar a las poblaciones por las acciones indebidas que puedan llegar a cometer contra estos animales, sino más bien en instruirlos y aprender también de ellos. “Yo puedo llegar con un discurso súper vendedor y bonito, pero si las personas no deciden cuidar a las tortugas por iniciativa propia, al final no sirve de nada. El propósito es lograr que las comunidades se empoderen de sus territorios y de las especies con las que conviven”, dice Karla.
Liberación de tortugas marinas
Las tortugas marinas hacen sus nidos en las playas y después de 40 a 60 días (dependiendo la especie) las crías salen de los huevos y se trasladan hacia el mar usando su instinto. Entre las especies que anidan en las costas colombianas se encuentran la tortuga verde (Chelonia mydas), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), la tortuga cabezona o caguama (Caretta caretta), la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) y la tortuga laúd o caná (Dermochelys coriácea).
Desde que nacen, estos animales deben enfrentarse a depredadores como las aves. Sin embargo, su mayor peligro son los seres humanos que durante siglos las han cazado por su carne y su caparazón. En este sentido, organizaciones como la Fundación Tortugas del Mar realizan actividades para facilitar este proceso, como, por ejemplo, vigilar los nidos para que no sean hurtados ni por personas ni por otras especies, resguardar a las crías por si se presentan amenazas climáticas y acompañar procesos de liberación.
Aunque Karla asegura que la liberación de tortugas marinas es una actividad que ayuda a crear conciencia, esta debe hacerse bajo prácticas responsables para no perjudicar a las especies. Algunas veces estas actividades están más enfocadas en la experiencia de las personas que en el bienestar de los animales.
Un ejemplo de una mala práctica durante la liberación es la manipulación excesiva. De acuerdo con Karla, las primeras horas después de que las tortugas salen del nido son muy valiosas: necesitan alejarse de la costa para escapar de depredadores y encontrar un área de alimentación. Este proceso puede ralentizarse y estropearse cuando el animal se toca demasiado.“Como son animales carismáticos que nos generan mucha ternura, creemos que está bien tocarlas, darles besos, mantenerlas con nosotros hasta que su caparazón este duro y no, no es así. Las tortugas son del mar y deben ir allá, apenas nacen”, explica la bióloga.
Otra problemática de la liberación de tortugas está relacionada con los llamados viveros de protección. Según cuenta Karla, en algunos hoteles privados, principalmente en el Pacífico, se han montado estos espacios donde los huevos son trasladados para protegerlos de los humanos y otros animales. Aunque en el papel la iniciativa es buena, el problema recae cuando las crías nacen y no son liberadas a tiempo por falta de turistas.
“En este momento, en el Pacífico colombiano hay muchos viveros que generan dinero. Nosotros tenemos que ser responsables como turistas, como visitantes, y preguntarnos siempre ¿de dónde vienen estas tortugas?, ¿por qué las están trasladando?, ¿cuánto se demoraron en liberarlas después de que nacieron?,¿cómo las liberan?, ¿cómo traen los huevos? En muchas playas de anidación no es necesario trasladar los huevos a un vivero y lo ideal es que siempre estén en condiciones naturales. Hay otros lugares donde definitivamente se tienen que trasladar porque si no, se los llevan, los comercializan, los venden y los consumen”, explica Karla.
Una liberación de tortugas con turistas tampoco debe ser masiva. Cuando se tiene a más de cien personas, usualmente es una señal de que también se están reteniendo crías para que se vea más vistoso en el momento de la liberación.
Para Karla y la Fundación Tortugas del Mar lo más importante es que las personas sean conscientes de que no deben comprar nunca productos que vengan de las tortugas marinas, ni otros animales amenazados, que denuncien con las entidades competentes, como corporaciones y/o la Policía Nacional, y que difundan la información para que más personas sepan que esto es algo que se debe parar. “Si paramos la demanda, también se parará la oferta y por ende su caza”, concluye.
Al final de cuentas, todos podemos participar de distintas formas para ayudar a la conservación y protección de las tortugas marinas en Colombia.
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Las tortugas marinas son unos de los animales más longevos, nobles y majestuosos de los océanos. Ellas juegan un papel fundamental en los ecosistemas marinos: ayudan a mantener los arrecifes de coral saludables, nutren las playas de arena a través de sus procesos de anidamiento y contribuyen al balance de la vida en el mar con su papel en la cadena alimenticia. Sin su presencia, diferentes especies podrían verse perjudicadas.
Sin embargo, a pesar de su importancia, las tortugas marinas enfrentan numerosas amenazas debido a factores que están relacionados directamente con las acciones del ser humano: caza indiscriminada, contaminación de los océanos, pesca incidental, cambio climático, comercio ilegal, etc. Por esta razón, desde hace mucho tiempo, diferentes organizaciones sin ánimo de lucro y personas del común han venido desarrollando acciones para salvarlas.
Karla Barrientos es una bióloga colombiana que a través de la Fundación Tortugas del Mar trabaja día a día para que las tortugas marinas no se extingan en el país. La organización sin ánimo de lucro fue fundada en el 2014 y desde entonces se dedica a contribuir al conocimiento, la recuperación y la conservación de estas especies en el Caribe y el Pacífico Colombiano, así como a proteger los ecosistemas asociados a estos animales: playas arenosas, arrecifes de coral, pastos marinos y manglares. Igualmente, apoyan con la liberación de crías de tortugas marinas y otras actividades de educación ambiental.
La ONG trabaja con entidades del Estado, con empresas del sector privado y con las comunidades locales. Para Karla, lo más importante de esta labor es la educación, es decir, llevar el conocimiento técnico y científico a todas las personas, especialmente a quienes habitan en estos territorios costeros. “Las tortugas generan carisma porque son bonitas, la gente quiere salvarlas, pero muchas veces estas buenas intenciones terminan en malas decisiones que les generan daños. Por eso es importante centrarse en la investigación, en buscar acciones científicas adecuadas”, cuenta.
En este proceso de enseñanza, según explica Karla, es clave poder trabajar de la mano con las comunidades costeras. Por eso, la forma de actuar de la organización no se basa en culpar o juzgar a las poblaciones por las acciones indebidas que puedan llegar a cometer contra estos animales, sino más bien en instruirlos y aprender también de ellos. “Yo puedo llegar con un discurso súper vendedor y bonito, pero si las personas no deciden cuidar a las tortugas por iniciativa propia, al final no sirve de nada. El propósito es lograr que las comunidades se empoderen de sus territorios y de las especies con las que conviven”, dice Karla.
Liberación de tortugas marinas
Las tortugas marinas hacen sus nidos en las playas y después de 40 a 60 días (dependiendo la especie) las crías salen de los huevos y se trasladan hacia el mar usando su instinto. Entre las especies que anidan en las costas colombianas se encuentran la tortuga verde (Chelonia mydas), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), la tortuga cabezona o caguama (Caretta caretta), la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) y la tortuga laúd o caná (Dermochelys coriácea).
Desde que nacen, estos animales deben enfrentarse a depredadores como las aves. Sin embargo, su mayor peligro son los seres humanos que durante siglos las han cazado por su carne y su caparazón. En este sentido, organizaciones como la Fundación Tortugas del Mar realizan actividades para facilitar este proceso, como, por ejemplo, vigilar los nidos para que no sean hurtados ni por personas ni por otras especies, resguardar a las crías por si se presentan amenazas climáticas y acompañar procesos de liberación.
Aunque Karla asegura que la liberación de tortugas marinas es una actividad que ayuda a crear conciencia, esta debe hacerse bajo prácticas responsables para no perjudicar a las especies. Algunas veces estas actividades están más enfocadas en la experiencia de las personas que en el bienestar de los animales.
Un ejemplo de una mala práctica durante la liberación es la manipulación excesiva. De acuerdo con Karla, las primeras horas después de que las tortugas salen del nido son muy valiosas: necesitan alejarse de la costa para escapar de depredadores y encontrar un área de alimentación. Este proceso puede ralentizarse y estropearse cuando el animal se toca demasiado.“Como son animales carismáticos que nos generan mucha ternura, creemos que está bien tocarlas, darles besos, mantenerlas con nosotros hasta que su caparazón este duro y no, no es así. Las tortugas son del mar y deben ir allá, apenas nacen”, explica la bióloga.
Otra problemática de la liberación de tortugas está relacionada con los llamados viveros de protección. Según cuenta Karla, en algunos hoteles privados, principalmente en el Pacífico, se han montado estos espacios donde los huevos son trasladados para protegerlos de los humanos y otros animales. Aunque en el papel la iniciativa es buena, el problema recae cuando las crías nacen y no son liberadas a tiempo por falta de turistas.
“En este momento, en el Pacífico colombiano hay muchos viveros que generan dinero. Nosotros tenemos que ser responsables como turistas, como visitantes, y preguntarnos siempre ¿de dónde vienen estas tortugas?, ¿por qué las están trasladando?, ¿cuánto se demoraron en liberarlas después de que nacieron?,¿cómo las liberan?, ¿cómo traen los huevos? En muchas playas de anidación no es necesario trasladar los huevos a un vivero y lo ideal es que siempre estén en condiciones naturales. Hay otros lugares donde definitivamente se tienen que trasladar porque si no, se los llevan, los comercializan, los venden y los consumen”, explica Karla.
Una liberación de tortugas con turistas tampoco debe ser masiva. Cuando se tiene a más de cien personas, usualmente es una señal de que también se están reteniendo crías para que se vea más vistoso en el momento de la liberación.
Para Karla y la Fundación Tortugas del Mar lo más importante es que las personas sean conscientes de que no deben comprar nunca productos que vengan de las tortugas marinas, ni otros animales amenazados, que denuncien con las entidades competentes, como corporaciones y/o la Policía Nacional, y que difundan la información para que más personas sepan que esto es algo que se debe parar. “Si paramos la demanda, también se parará la oferta y por ende su caza”, concluye.
Al final de cuentas, todos podemos participar de distintas formas para ayudar a la conservación y protección de las tortugas marinas en Colombia.
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