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El expontífice alemán Joseph Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI, murió este 31 de diciembre a sus 95 años, luego del deterioro de su salud. “Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano. Apenas sea posible se proporcionará mayor información”, anunció el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
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Por primera vez en la milenaria historia de la iglesia católica, el papa reinante, el argentino Francisco, presidirá el funeral de otro papa, esta vez sin funciones, Benedicto XVI, quien falleció en su residencia dentro del Vaticano. “Según el deseo del papa emérito, el funeral se realizará en la mayor sencillez”, añadió el vocero papal.
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El Papa emérito, Joseph Ratzinger, se convirtió en 2013 en el primero en renunciar en seis siglos, y desde entonces vivió prácticamente retirado del foco público, en un monasterio situado en los jardines del Vaticano.
No obstante, durante sus ocho años como cabeza de la iglesia católica, el pontífice demostró el amor que tenía por los gatos. De acuerdo con el medio católico Aci Prensa, Benedicto XVI tenía dos gatos como mascotas cuando era Papa. Uno de esos fue antes un gato callejero que encontró en las calles de Roma.
Además, el año 2005, en una entrevista concedida al diario español ABC, el Cardenal Tarcisio Bertone, que poco después se convertiría en el Secretario de Estado del Vaticano, afirmó que el Papa Benedicto XVI era un “gatófilo empedernido”.
“Desde luego que sí. En su paseo desde el Borgo Pío hasta el Vaticano, se detenía a dialogar con los gatos; no me pregunte en qué lengua les hablaba, pero los gatos quedaban encantados”, relató el Cardenal italiano. “Cuando el Cardenal (Ratzinger) se acercaba, los gatos alzaban la cabeza y lo saludaban”, contó.
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De hecho, de acuerdo con el relato de Bertone, un día, mientras él iba hablando con ellos por las calles de el Vaticano, fue interrumpido por un guardia suizo que, sonriendo, le dijo: “Su eminencia, mire que los gatos están tomando por asalto la Santa Sede” a lo que Ratzinger respondió: “¡Oh, no creo que sean peligrosos!”
Su estrecha relación con los felinos no es un fenómeno reciente, según comenta en el libro Mi hermano, el Papa, Georg Ratzinger -el fallecido hermano de Benedicto- cuando Joseph era sacerdote y profesor de teología en 1968 en Alemania, el gato de un vecino lo visitaba a diario.
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🧶El gato Chico
Se trata de un libro ilustrado de 44 páginas escrito por la autora italiana Jeanne Perego, ambientado en Alemania que narra la biografía autorizada del Papa Benedicto XVI en la voz de un gato: Chico.
Chico es un gato verdadero que pertenece a una pareja en la ciudad alemana de Pentling, en donde el Papa vivió hasta que en 1981 se mudó a Roma. La pareja cuidaba la casa en donde Ratzinger esperaba retirarse de no ser elegido Pontífice.
El gato cuenta la historia de vida de “mi mejor amigo” desde su nacimiento en Alemania, en 1927, sus días como hombre joven, sacerdote, obispo y cardenal. Finaliza con su elección como Papa, el 19 de abril de 2005.
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Relata la era nazi en Alemania, cuando el Papa era un adolescente, describiendo los años de la guerra como “uno de los tiempos más dramáticos y vergonzosos de la historia del hombre”.
“En ese tiempo, Joseph se vio forzado a hacer algo que estaba absolutamente en contra de su voluntad: unirse al Ejército e ir a la guerra. Nosotros, los gatos, no peleamos en la guerra”, narra Chico. Chico relata cómo cada vez que el entonces cardenal Ratzinger regresaba a Alemania para unas vacaciones, corría hacia su casa y se sentaba en su regazo mientras el ahora Pontífice tocaba el piano.
El libro fue publicado por Edizioni Messaggero de Padova, ilustrado por Donata Dal Molin Casagrande y cuenta con una introducción escrita por el secretario personal del Papa, el Arzobispo alemán George Gänswein.
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🧶No es el único Papa que ha tenido mascotas
León XIII tenía un gato, Micetto, que fue rescatado de las calles de el Vaticano por el Pontífice. Desde 1825 hasta su muerte, en 1829, el Papa nunca dejó al gato. El felino asistió a las audiencias papales y se sentaba en sus piernas durante las visitas. François-René de Chateaubriand, gran partidario de la Restauración y embajador de Francia ante la Santa Sede desde octubre de 1828 a mayo de 1829, se aficionó con el gato y en sus Memorias de ultratumba, publicadas póstumamente, relató:
Le llamaban Micetto, y tenía como sobrenombre “el gato del Papa”. En tal consideración, goza de gran estima entre las almas piadosas. León XII lo había criado en un faldón de su sotana donde yo lo vi con envidia cuando el Pontífice me daba audiencia como embajador.
Me gusta en el gato ese carácter independiente que lo lleva a no atarse a nadie, y esa indiferencia con la cual pasa de los salones a sus alcantarillas de origen.
No se tiene ninguna información sobre la muerte del animal.
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