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Algunos felinos que sufren dolor crónico o enfermedades pueden ocultar su malestar durante períodos prolongados como mecanismo defensivo, para no revelar su vulnerabilidad. Esta estrategia les permite disimular enfermedades, evitando mostrar su debilidad ante posibles depredadores.
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Algunos portales, como Purina, explican que los gatos enfermos suelen manifestar cambios en su comportamiento, como un aumento en el tiempo de sueño, una disminución en la ingesta de alimentos y signos de inactividad o apatía. Si estos síntomas se combinan con otros episodios, como vómitos o diarreas persistentes, que superan las 24 horas, es crucial consultar a un veterinario para una evaluación exhaustiva y determinar las posibles causas.
El portal mencionado anteriormente asegura que durante la consulta el veterinario deberá medir la temperatura del gato y verificará si presenta fiebre. También, podría evaluar si hay hinchazón en el abdomen y preguntará si es posible realizar cambios en la orina, como frecuencia o presencia de sangre, así como cualquier esfuerzo excesivo al defecar.
El estado de pelaje, ya sea opaco o sin brillo, también puede ser otro indicador de la presencia de alguna patología, al igual que la pérdida gradual de peso o cambios en su condición física habitual.
Se debe prestar atención especial a la inclinación de la cabeza del animal, o la sensación de desorientación al deambular, ya que estas suelen ser señales que podrían indicar problemas neurológicos o patologías relacionadas con el oído y su respiración. Estos casos a veces se manifiestan con secreción ocular o presencia de mucosidad.
Purina afirma que otros síntomas de alerta incluyen arcadas repetidas, que pueden ser indicativas de obstrucciones en el estómago, esófago o intestino, así como problemas renales. El aliento maloliente suele vincularse a problemas dentales, como infecciones o problemas de encías. Si el gato bebe agua en exceso, podría ser motivo de preocupación, ya que podría señalar la presencia de diabetes o deshidratación.
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¿Cómo se sabe si un gato está triste?
Fredy Manrique es veterinario y máster en etología clínica y bienestar animal de la Universidad Complutense de Madrid, que ha examinado varios casos de animales deprimidos a lo largo de su carrera. Él asegura que para diferenciar la tristeza y la depresión en los animales, se deben identificar varias señales, como la falta de interacción con las personas, problemas de alimentación, desinterés en el juego, y si estos síntomas persisten, podría indicar depresión. Manrique compartió sus observaciones con La Red Zoocial.
Vanessa Henao Acevedo, zootecnista de la Universidad Nacional, destaca que tanto perros como gatos pueden experimentar emociones asociadas a estados depresivos, como el miedo, angustia, ansiedad, tristeza, frustración y pesimismo. Henao explica que estos procesos están relacionados con la producción o ausencia de neurotransmisores y hormonas, es decir, poseen un componente fisiológico. Su análisis se presenta en una entrevista para La Red Zoocial.
Ambos expertos concuerdan en que los propietarios suelen notar cambios en el comportamiento de sus mascotas, como la falta de interés en el juego y la alimentación. Manrique señala que los perros, seres sociales por naturaleza, pueden mostrar signos de apatía, rechazo al contacto y agresividad cuando están deprimidos. Por otro lado, la depresión en gatos puede ser más difícil de identificar, ya que tienden a ocultar su sufrimiento para evitar parecer vulnerables a depredadores.
Vanessa Henao subraya que, aunque los gatos son maestros en ocultar enfermedades, pueden mostrar signos comunes como aislamiento, enfermedades dermatológicas, problemas con la caja de arena, agresividad y pérdida de apetito.
Los perros pueden exhibir síntomas como miedo, aislamiento, inactividad, reactividad, agresividad y comportamientos repetitivos u obsesivos. Manrique destaca que factores como cambios en el entorno social o territorial pueden afectar la salud mental de perros y gatos, respectivamente.
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Luego, se detallan diversas causas de la depresión en animales, incluyendo la soledad, la falta de atención a necesidades básicas, impedirles realizar actividades propias de su especie, duelos, aburrimiento, mudanzas, heridas, enfermedades, estrés, ansiedad y traumas. Estos aspectos son abordados tanto para gatos como para perros, subrayando la importancia de la atención veterinaria en casos de comportamiento preocupante.
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