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Una nueva tendencia en el Reino Unido y otras partes de Europa está generando gran preocupación entre los expertos en bienestar animal: la creciente popularidad de los gatos Bully XL.
Estos felinos, resultado de la mutación intencional entre el Sphynx (conocido por su falta de pelaje) y el Munchkin (famoso por sus patas cortas), tienen una estética que recuerda a los perros American Bully XL, conocidos por su físico robusto. Sin embargo, detrás de esta moda se ocultan serias preocupaciones sobre los riesgos de salud que pueden enfrentar estos animales debido a su cruce.
La popularidad de los gatos Bully XL ha aumentado especialmente después de la prohibición de los perros American Bully XL en varios países, lo que llevó a algunos propietarios de canes a buscar una alternativa que replicara su apariencia.
Estos gatos no solo se han convertido en un símbolo de “estatus”, sino que sus precios pueden alcanzar hasta los 22 millones de pesos colombianos, lo que aumenta su atractivo. Sin embargo, su costo no solo es elevado al momento de la compra, sino que los cuidados especiales que requieren durante toda su vida, debido a sus condiciones físicas, pueden hacer que mantenerlos sea aún más caro.
Además, debido a su mezcla genética, sufren una serie de problemas de salud. La falta de pelaje los hace vulnerables a quemaduras solares, hipotermia y enfermedades dérmicas, y sus patas extremadamente cortas y su cuerpo robusto pueden generar dificultades en la movilidad, afectando su calidad y esperanza de vida, reduciéndola al menos seis años en comparación con un gato promedio.
La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad Animal (RSPCA) ha emitido varias advertencias sobre la cría de estos felinos, destacando que su cruce con fines estéticos está poniendo en peligro su bienestar. Los expertos instan a los consumidores a no anteponer la apariencia sobre la salud de los animales y a evitar la compra de gatos con características físicas tan extremas.
A pesar de esto, algunos criadores, como Lucy Jones y su pareja Kaine Horridge, defienden la cría de los Bully XL, argumentando que estos gatos son felices y bien cuidados. Sin embargo, sus afirmaciones han sido recibidas con críticas en redes sociales, donde se les acusa de promover la cría de animales con problemas de salud.
Lucy y Kaine adquirieron su primer gato Bully XL, llamado Wasabi, por aproximadamente 3.500 libras (alrededor de 22 millones de pesos). Aunque Lucy es alérgica a los gatos, ambos se enamoraron de la raza tras ver un video en línea. Reconocen que estos gatos requieren cuidados especiales, como baños semanales y limpieza constante de ojos y oídos para evitar infecciones. Además, deben permanecer dentro de casa para protegerlos del frío y el sol. Estos cuidados especiales, sumados a los problemas de salud, generan un constante desafío para los dueños de estos gatos.
El Dr. Dan O’Neill, del Royal Veterinary College, comparó la situación a The Independant con la de razas de perros como el American Bully, que también han sido criadas por sus características físicas extremas, sacrificando su salud en el proceso. O’Neill considera “desgarrador” el sufrimiento al que se somete a estos animales por razones estéticas, y teme que el fenómeno de los gatos Bully XL sea solo el inicio de una nueva “epidemia” de animales mutantes con serios problemas de salud.
Los expertos instan a reflexionar sobre la ética de la cría de estos gatos y a considerar la adopción de animales en refugios. En lugar de fomentar la creación de razas con características físicas extremas, abogan por priorizar la salud y el bienestar de los animales, evitando contribuir a la propagación de especies que solo sufrirán por razones estéticas.
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