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Gatos con leucemia e inmunodeficiencia felina son rescatados gracias a un refugio en Boyacá

Hogar Halomí es un albergue dedicado al rescate y cuidado de gatos portadores de virales felinas. En este momento acogen a 23 gatitos listos para adopción responsable.

Laura Tatiana Vargas Lizarazo
20 de abril de 2024 - 04:00 p. m.
Desde su creación, el refugio ha cuidado a 47 gatos.
Desde su creación, el refugio ha cuidado a 47 gatos.
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
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Lía, Thomas, Copito y Kiwi son, a primera vista, como todos los gatos: peludos, juguetones y llenos de vida. Sin embargo, tienen una característica que los diferencia notablemente del resto de felinos sanos del mundo: son portadores de leucemia felina (FeLV) e inmunodeficiencia felina (VIF) – conocido comúnmente como sida felino –, dos virus que generan un debilitamiento en el sistema inmune. A pesar de sus enfermedades, estos animales pueden tener una vida digna y feliz gracias al Hogar Halomí, un refugio que se encarga de recibir, acoger y cuidar a gatos como ellos.

“Proporcionamos un espacio amoroso, digno y seguro para portadores de leucemia e inmunodeficiencia felina, en el que se les brinda el afecto, cuidados y seguimiento veterinario acorde con su condición, mientras encuentran una familia permanente”, asegura Lucía Rojas, psicóloga y docente quien decidió darle un vuelco radical a su vida hace seis años para abrir el refugio.

Lucía trabajó durante mucho tiempo en la Universidad Javeriana de Bogotá. En 2009, junto con la profesora Silvia Barrientos y otros miembros de la comunidad educativa, impulsó la creación de un programa para proteger a los gatos que llegaban al campus de la institución, una apuesta que aún existe. Para el 2018, 14 animales esterilizados, vacunados y en buenas condiciones de salud vivían en las instalaciones del centro educativo.

Sin embargo, al ser un campus abierto, tres de los felinos (Lía, Momo y Silvestre) se contagiaron de leucemia e inmunodeficiencia felina, lo que les impidió seguir viviendo en la universidad. Aunque Lucía y Silvia buscaron por todos lados un nuevo hogar para los gatitos, después de cuatro meses, ni una sola persona había diligenciado el formulario de adopción.

De manera paralela, en diciembre de 2017, Halomí, uno de los gatos de Lucía, murió a los casi 15 años. “Estos dos eventos: la imposibilidad de encontrar familias para los gatos positivos de la universidad y la muerte de Halomí (nombre hebreo que significa “mi sueño”) me mostraron el camino para concretar el deseo de toda mi vida: crear una propuesta para ayudar animales que lo necesitaran. Yo siempre quise, en algún momento de la vida, hacer algo por los animales, pero no sabía qué y la vida me fue mostrando”, cuenta Lucía.

Ese mismo año, Lucía renunció a su trabajo en la Javeriana para abrir el hogar de paso. El refugio comenzó en su apartamento y después construyó el primer espacio en Silvania, Cundinamarca, donde permanecieron hasta diciembre de 2020. En la actualidad, el Hogar Halomí se encuentra ubicado en una finca de la Vereda San Isidro, municipio de Cómbita, Boyacá, y acoge a 16 peludos portadores de inmunodeficiencia felina y a siete dobles portadores (FeLV y VIF).

Desde su creación, el refugio ha cuidado a 47 gatos, de los cuales, 23 continúan en el hogar, 20 ya murieron y cuatro fueron dados en adopción responsable. Los animales conviven con los respectivos protocolos de seguridad para prevenir el contagio entre ellos. Además, cuentan con espacios cerrados y abiertos debidamente adecuados para que puedan gozar del aire libre de manera segura y protegida. Cuando llega el momento en el que un peludo debe descansar, le aplican la eutanasia para que se vaya dignamente y sin dolor. Sus cenizas son enterradas en alguna flor de la finca, como un homenaje a su vida.

El equipo humano que cotidianamente cuida a estos seres está compuesto por Lucía, la directora del lugar, Alejandra Fajardo, auxiliar de veterinaria, y Delia Massey, médica veterinaria posgraduada en medicina felina y ciencias veterinarias, quien visita el hogar una o dos veces al mes para realizar el seguimiento respectivo a los gatitos.

El Hogar Halomí no cuenta con el apoyo de ninguna institución pública o privada. Todos los felinos están apadrinados por personas generosas que se encargan de pagar su alimentación, medicina y tratamiento veterinario. La manutención de cada gato cuesta aproximadamente 350.000 pesos al mes.

“Tenemos gaticos que tienen un solo padrino y otros que tienen hasta 10 o 12 que les donan de a 20 mil pesos mensuales. Cuando alguna persona está interesada en ayudar, firmamos con ella un acuerdo de apadrinamiento. Tratamos siempre de tenerlos a todos muy bien informados. Hemos construido una familia. Los padrinos vienen al hogar, los visitan y juegan con ellos. Son gatos muy consentidos y amorosos. Las cosas más básicas están cubiertas por esa cuota, pero cuando se presenta algún imprevisto, tenemos que buscar el dinero de otras formas. Hemos hecho rifas, subastas, bazares, obras de teatro, etc.”, explica Lucía.

Las personas que no tienen los medios para apadrinar mensualmente a un gato, pero quieren ayudar de alguna forma, pueden donar comida, arena, medicamentos o tiempo de trabajo. Alejandra, la auxiliar de veterinaria que cuida permanentemente a estos animales, asegura que siempre hay algo por hacer: “Limpiar los areneros, cepillarles el pelo, lavarles la boca, etc. Manos y corazones es lo que necesitamos”.

Desde que el Hogar Halomí abrió sus puertas, tan solo cuatro gatos han sido adoptados. Sus fundadoras afirman que esto se debe a los prejuicios culturalmente extendidos sobre los gatos portadores de virales felinas. La mayoría son excluidos y abandonados. Los pocos que corren con la suerte de ser rescatados por alguna fundación suelen esperar años para encontrar una familia que los acepte tal y como son.

“Aquí hay gatos que físicamente son divinos. Son los típicos que todo el mundo quisiera adoptar. Me escriben y me preguntan cómo pueden adoptarlos, pero cuando les cuento que son positivos, las personas pierden todo el interés. Es tan triste. Lo malo de esto es que nuestros animalitos no rotan. Al no rotar, no tenemos cupos. Si rotaran más, podríamos rescatar más gatitos”, dice Lucía.

Según cuenta la rescatista, existe mucha desinformación a cerca de la leucemia y la inmunodeficiencia felina. Lo más común tiene que ver con el supuesto contagio a personas u otras mascotas. La realidad es que estas enfermedades son exclusivas de los gatos y, por lo tanto, no pueden ser transmitidas a seres humanos ni a otros animales, como los perros.

También se suele pensar que todos los felinos portadores de estos virus mueren muy rápido. No obstante, un gato puede ser positivo, tener una vida normal, vivir durante muchos años (como cualquier felino sano) y nunca desarrollar la enfermedad. De hecho, Lía, la gatita negra de la Javeriana que contrajo los dos virus, tiene 14 años y vive sana y feliz en el Hogar Halomí desde su creación.

De acuerdo con la médica veterinaria Delia Massey, el VIF no se contagia fácilmente. No se puede transmitir a través de los areneros, comederos y bebederos, ni por jugar o dormir juntos. Se transfiere a través de una mordedura de especial gravedad que traspase la piel y llegue al torrente sanguíneo o a través de una madre infectada a sus crías.

En el caso de la leucemia felina, las condiciones son diferentes. Esta enfermedad se transmite por contacto directo, especialmente por la saliva o las secreciones de los animales infectados. Un gato puede contagiar a otro a través del acicalamiento mutuo o al compartir bandejas sanitarias, camas y comederos y bebederos. Debido a que es una enfermedad sumamente contagiosa, lo mejor es que los gatos con leucemia no convivan con otros felinos, a no ser que también sean positivos al virus.

“El mayor problema es la falta de información. Las personas se asustan mucho porque creen que estos gatitos los pueden contagiar a ellos o a sus otras mascotas. El mensaje que queremos dar es que sí es posible adoptar un gato positivo. Es verdad que son animales más vulnerables y requieren ciertos cuidados. Pero no representan ningún riesgo ni para las personas, independientemente de su edad, ni para otros animales”, afirma la rescatista.

A pesar de las dificultades que trae consigo el rescate y el cuidado de los gatos portadores de virales felinas, Lucía y las personas que trabajan con ella se han empeñado en salir adelante, pues saben que en Colombia son uno de los pocos lugares que brinda a estos animales una segunda oportunidad de vida. “Necesitamos más personas dispuestas a adoptar para poder seguir acogiendo a más gatos”.

Si desea apoyar a Hogar Halomí en esta noble labor, ya sea con donaciones, como voluntario o adoptando a alguno de los gatitos, puede comunicarse al 317 3005351, al correo hogarhalomi@gmail.com o a través de la cuenta de Instagram hogarhalomi.

Laura Tatiana Vargas Lizarazo

Por Laura Tatiana Vargas Lizarazo

Comunicadora social y periodista con interés en temas sociales, culturales, de conflicto y construcción de paz. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo, Mujeres, Paz y Seguridad 2021.@Tatiana71765621lvargas@elespectador.com

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