Phoebe se asomaba a la ventana y veía a los gatitos del interior: quería ser uno de ellos
Lo que comenzó como una visita casual a través de la ventana, pronto se convirtió en un lazo irrompible entre Clare y Phoebe, un gato callejero de Nashville, Estados Unidos.
Clare, una joven estadounidense, siempre ha sido amante de los gatos y su fascinación por ellos la llevó a ser voluntaria en un refugio para mininos en busca de hogar. Hace tres años, la mujer recibió una visita inesperada en su ventana: un gato callejero, de color naranja y blanco, en busca de comida. Aunque parecía asustado al principio, algo del hogar de Clare lo atrajo y volvió una y otra vez.
El gato se acercaba repetidamente a la ventana, observaba tímido a los otros gatos que estaban adentro y volvía a irse a las calles. Tras varias visitas, Clare decidió nombrarlo Phoebe, sin saber si era macho o hembra, y comenzó a desarrollar una relación especial con su visitante felino, aunque este nunca pasaba de la ventana.
“Me di cuenta de que estaba interesado en mí, pero que tenía demasiado miedo de dejarme acariciarlo”, compartió Clare en entrevista con el blog Love Meow.
Con el tiempo, la distancia entre ellos se acortó, la inseguridad y temor del gato desapareció y el cariño de Clare creció, convirtiendo estas visitas en parte de su rutina diaria. Después de dos años, Clare decidió que era hora de un cambio.
Phoebe, el gato que una vez fue callejero, finalmente entró al hogar de Clare. Con la ayuda de Saving Steve, la fundación a la que pertenecía, la joven preparó todo para que el gato se integrara cómodamente en su nuevo entorno, adaptando una habitación especial para él y tomando todas las medidas necesarias para no forzar su incursión en el hogar.
Después de solo dos semanas, Phoebe se sentía como en casa: jugaba, se acurrucaba, dormía en el regazo de Clare mientras ella trabajaba y compartía sin problema con sus otros compañeros felinos, es más, se convirtió en un gato muy sociable.
En ese momento, Clare lo llevó al veterinario para comprobar su estado de salud: ahí descubrió que Phoebe, en realidad, era un macho y era negativo al virus de la leucemia felina (FeLv) y el de la inmunodeficiencia felina (FIV). Luego, lo vacunó, esterilizó y bañó.
Sin duda, el gato al fin había dejado atrás su pasado en las calles de Nashville, Estados Unidos. “Es el gato más dulce y tierno que he tenido... A él le encanta acurrucarse y recostarse en tu pecho, pero a veces se pone de humor juguetón y persigue una pelota o lanza un juguete”, agregó Clare a Love Meow.
Sin embargo, la estadía de Phoebe en la casa de Clare llegó a su fin el pasado 1 de julio, luego de 3 años desde su aparición en la ventana, cuando dejó el hogar de paso para unirse a su nueva familia adoptiva y continuar su vida llena de amor y cuidados.
La joven se despidió del gato a través de redes sociales con un mensaje emotivo y una serie de fotos de sus días con Phoebe: “Esta ha sido la despedida más difícil y feliz de mi carrera como madre adoptiva. Phoebe le dará a su nueva mamá muchas risas, sonrisas y recuerdos felices”.
A través de la historia de Phoebe y Clare, queda claro que todos los animales merecen un hogar en donde se sientan amados y seguros. Phoebe encontró su lugar especial gracias al amor y la dedicación de Clare, demostrando que, con paciencia y compasión, podemos transformar vidas.
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Clare, una joven estadounidense, siempre ha sido amante de los gatos y su fascinación por ellos la llevó a ser voluntaria en un refugio para mininos en busca de hogar. Hace tres años, la mujer recibió una visita inesperada en su ventana: un gato callejero, de color naranja y blanco, en busca de comida. Aunque parecía asustado al principio, algo del hogar de Clare lo atrajo y volvió una y otra vez.
El gato se acercaba repetidamente a la ventana, observaba tímido a los otros gatos que estaban adentro y volvía a irse a las calles. Tras varias visitas, Clare decidió nombrarlo Phoebe, sin saber si era macho o hembra, y comenzó a desarrollar una relación especial con su visitante felino, aunque este nunca pasaba de la ventana.
“Me di cuenta de que estaba interesado en mí, pero que tenía demasiado miedo de dejarme acariciarlo”, compartió Clare en entrevista con el blog Love Meow.
Con el tiempo, la distancia entre ellos se acortó, la inseguridad y temor del gato desapareció y el cariño de Clare creció, convirtiendo estas visitas en parte de su rutina diaria. Después de dos años, Clare decidió que era hora de un cambio.
Phoebe, el gato que una vez fue callejero, finalmente entró al hogar de Clare. Con la ayuda de Saving Steve, la fundación a la que pertenecía, la joven preparó todo para que el gato se integrara cómodamente en su nuevo entorno, adaptando una habitación especial para él y tomando todas las medidas necesarias para no forzar su incursión en el hogar.
Después de solo dos semanas, Phoebe se sentía como en casa: jugaba, se acurrucaba, dormía en el regazo de Clare mientras ella trabajaba y compartía sin problema con sus otros compañeros felinos, es más, se convirtió en un gato muy sociable.
En ese momento, Clare lo llevó al veterinario para comprobar su estado de salud: ahí descubrió que Phoebe, en realidad, era un macho y era negativo al virus de la leucemia felina (FeLv) y el de la inmunodeficiencia felina (FIV). Luego, lo vacunó, esterilizó y bañó.
Sin duda, el gato al fin había dejado atrás su pasado en las calles de Nashville, Estados Unidos. “Es el gato más dulce y tierno que he tenido... A él le encanta acurrucarse y recostarse en tu pecho, pero a veces se pone de humor juguetón y persigue una pelota o lanza un juguete”, agregó Clare a Love Meow.
Sin embargo, la estadía de Phoebe en la casa de Clare llegó a su fin el pasado 1 de julio, luego de 3 años desde su aparición en la ventana, cuando dejó el hogar de paso para unirse a su nueva familia adoptiva y continuar su vida llena de amor y cuidados.
La joven se despidió del gato a través de redes sociales con un mensaje emotivo y una serie de fotos de sus días con Phoebe: “Esta ha sido la despedida más difícil y feliz de mi carrera como madre adoptiva. Phoebe le dará a su nueva mamá muchas risas, sonrisas y recuerdos felices”.
A través de la historia de Phoebe y Clare, queda claro que todos los animales merecen un hogar en donde se sientan amados y seguros. Phoebe encontró su lugar especial gracias al amor y la dedicación de Clare, demostrando que, con paciencia y compasión, podemos transformar vidas.
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