Varias personas disfrutan de acariciar a un gato, debido a su suavidad y a la relajación que les brindan en su día a día. No obstante, existen ciertas caricias que pueden incomodar o molestar a un felino. Varios expertos concuerdan con que las patas, la barriga o la cola son zonas que pueden generar enojo en los gatos.
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Según Mónica Alejandra Arciniegas, médica veterinaria y zootecnista de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales UDCA, los felinos pueden disfrutar al ser acariciados cuando son sociables. “Sin embargo, las partes que se deberían evitar más, si el felino no nos conoce, son la barriga o zona ventral, las patas, la cola y las almohadillas”, explica Arciniegas.
Por este motivo, la experta recomienda acariciar despacio a los felinos y analizar en qué partes permiten recibir caricias, ya que no todos tienen el mismo grado de sensibilidad o temperamento.
Las patas son una parte esencial para los felinos, pues tienen una serie de características fundamentales para ellos que permiten que desarrollen sus actividades y comportamientos característicos.
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Según Experto Animal, las almohadillas sudan, por lo que les sirven para marcar territorio. La gran mayoría de las glándulas sudoríparas en los felinos se encuentran en la parte inferior de las almohadillas: básicamente, ellos sudan por las patas. Del mismo modo, tienen glándulas ecrinas especializadas en producir olores, que les permiten marcar el territorio por donde caminan, rascan, arañan o amasan. Con esta estrategia, los felinos determinan que ese lugar tiene dueño.
Además, según explica el portal Better With Cats, las patas de felinos tienen grandes concentraciones de receptores nerviosos. Por ello, estas zonas son profundamente sensibles al tacto, a los cambios de temperatura y al dolor. Varios felinos se sienten vulnerables en el momento en que las personas tocan sus extremidades.
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Del mismo modo, resulta instintivo para ellos proteger esta parte de su cuerpo, pues son una parte esencial que cumple funciones fundamentales para su supervivencia, como el ser amortiguadoras, protegiendo sus huesos y articulaciones al correr, caminar y saltar.
Otra razón son las experiencias traumáticas del pasado, como, por ejemplo, heridas o lesiones que causarían recelo en los felinos. Entre estas, se pueden encontrar el cortar las uñas de un felino, o pisar su pata de forma accidental, causando afliciones que tuvieron que ser tratadas durante bastante tiempo.
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Heridas recientes o patas lastimadas también pueden despertar resistencia en los felinos. Si, por ejemplo, los dueños están acostumbrados a acariciar las patas de sus gatos, pero estos tienen un cambio repentino de actitud, lo anterior puede indicar una gran señal de que pudieron haberse lastimado.
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