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Los gatos son animales curiosos, inteligentes y muy valientes; sin embargo, como cualquier otro ser vivo, también pueden llegar a sentir temor ante ciertas cosas, como, por ejemplo, algunos sonidos. Es importante que los cuidadores de felinos domésticos conozcan aquellas situaciones que les provocan miedo a sus mascotas para no hacerlas pasar por un mal momento.
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De acuerdo con el portal Experto Animal, muchos gatos se asustan con algunos ruidos fuertes como las tormentas o los fuegos artificiales. No obstante, también pueden sentir pánico y molestia con algunos sonidos cotidianos. Esto se debe a que estos animales tienen el sentido del oído mucho más desarrollado que las personas.
Según explican los expertos, la frecuencia auditiva de los gatos cuando son adultos es de 50.000 hercios, mientras que la de los cachorros puede alcanzar los 100.000 hercios. Las personas solo percibimos 20.000 hercios. Esto hace que estas mascotas perciban como estruendosos algunos sonidos que para nosotros son inofensivos.
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Por ejemplo, se ponen nerviosos cuando escuchan ciertos electrodomésticos del día a día como la aspiradora, el microondas e incluso la televisión. Estos aparatos emiten sonidos de alta frecuencia que pueden llegar a ser muy molestos. Ante estos ruidos, los felinos se encogen, tiemblan, bajan las orejas y la cola y se esconden.
Otros de los sonidos que espantan a los mininos son el de una bolsa de plástico arrugándose o cualquier aerosol. Los silbidos de las personas también pueden inquietarlos, ya que les recuerda a los bufidos, sonidos que ellos emiten cuando se sienten amenazados.
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Por otro lado, los gatos tienen la particularidad de asustarse mucho más cuando un sonido aparece de forma repentina. Un ejemplo de esto son los timbres, que, en lugar de empezar con un ruido bajo que los felinos pueden detectar desde lejos a tiempo para salir huyendo, se producen de forma inesperada y espontánea.
Estos sonidos bruscos también los podemos realizar nosotros cuando aplaudimos, gritamos o silbamos. Cabe aclarar que los ruidos fuertes, además de asustar a los gatos, también pueden causarles miedo, estrés y ansiedad. En los casos más graves incluso llegan a provocar síntomas de epilepsia o convulsiones, por no hablar de los problemas auditivos.
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