La lucha por salvar al loro en Colombia, un ave convertida indebidamente en mascota
En el país es muy común que los loros habiten en casas o fincas, sepan algunas palabras y coman galletas, pan o cacao. Sin embargo, los hogares humanos no son apropiados para estas aves y tenerlas como mascotas trae graves consecuencias para ellas y para el medio ambiente.
Laura Tatiana Vargas Lizarazo
Tener un llamativo plumaje color verde y amarillo, imitar sonidos, vivir en Colombia y llamarse Roberto, René, Pepe o Paco es una pésima combinación para un ave. La suerte de estos animales parece ser casi siempre la misma: permanecen años encerrados en una jaula, sin volar, sin tener una familia de su misma especie, sin recibir la alimentación que necesitan y, en general, sin poder vivir en libertad.
En algunos casos, el destino de estas aves es incluso peor: terminan con enfermedades físicas y mentales como malnutrición, problemas respiratorios, deformidades y comportamientos autodestructivos (picaje). Prueba de ello es la triste historia de una lora frentiamarilla que se autolesionó hasta la muerte tras permanecer 10 años encerrada en una jaula diminuta en Medellín. De acuerdo con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, a causa de su cautiverio, el ave sufrió un estrés crónico que le generó un comportamiento patológico y autodestructivo.
Aquí puede leer su caso: Lora se autolesionó hasta la muerte tras permanecer 10 años encerrada en una jaula
Aunque en Colombia es muy común que estas aves habiten con las personas y sean tratadas como mascotas, la realidad es que los hogares humanos no son apropiadas para ellas. Estos animales necesitan vivir en su hábitat natural para desarrollarse adecuadamente y cumplir con su función biológica: la dispersión de semillas en los ecosistemas.
Fundación Loros es una organización sin fines de lucro ubicada en Villanueva, Bolívar, que desde hace tres años se dedica a la conservación y protección de psitácidos, un importante y diverso grupo de aves presentes en Colombia que incluye a los loros, guacamayas, pericos y cotorras. La fundación colabora con la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique) y otras organizaciones gubernamentales para rehabilitar y liberar a estos animales. Su director, Alejandro Rigatuso, cuenta que estas especies son frecuentemente traficadas debido a su docilidad y fácil tenencia.
Sin embargo, lo que muchas veces ignora la comunidad es cómo llegan estos animales a sus hogares: los polluelos, en algunos casos, son extraídos de sus nidos, en ocasiones cuando ni siquiera han conseguido tener todas sus plumas o completar su crianza. Algunos terminan muriendo por debilidad, estrés o la ausencia de la madre. Los que logran sobrevivir son vendidos en plazas de mercado o centros de comercio ilegal. En ese proceso algunos son incautados por las autoridades ambientales y son trasladados a los Centros de Atención y Valoración (CAV).
“La gente los convierte en mascotas porque son animales inteligentes, divertidos y muy vistosos, pero eso no significa que esté bien. Su vida en cautiverio es terrible y las repercusiones son muchísimas. Pierden la capacidad de volar porque les cortan las plumas o se vuelven perezosos. Cuando no se les da la alimentación correcta, empiezan a desarrollar problemas graves de salud, se mueren antes de tiempo y se enferman. Empiezan a tener problemas de estrés y se arrancan las plumas”, explica Rigatuso.
Leer: Cotorra se autolesionó hasta la muerte tras permanecer varios años en cautiverio
Una de las características especiales de los loros, y que cautiva a quienes los buscan como mascotas, es su capacidad para imitar los sonidos del entorno, entre ellos, el habla humana. En su vida en cautividad, junto al ser humano, el principal motivo que lleva a un loro a vocalizar es querer comunicarse con su círculo social. En los hogares estas aves se vuelven el centro de atención y cuando “hablan” son percibidos como una forma de entretenimiento para las personas. Sin embargo, según explica Ana María Ariza, médica veterinaria zootecnista dedicada a la medicina de fauna silvestre y de mascotas no convencionales, la vocalización de palabras es un comportamiento antinatural y un problema grave que impide que los loros puedan retomar su vida silvestre.
Un estudio de la Universidad Católica de Valencia, en España, explica que los loros que imitan palabras no pueden ser liberados, pues terminan afectando la bioacústica de su entorno natural. “Ellos no hablan, imitan sonidos. Esto lo hacen con el fin de adaptarse mejor a su ambiente, ya que les ayuda a comunicarse, detectar posibles peligros y establecer su presencia en el lugar. Cuando un loro imita palabras humanas es porque está pasando por un proceso de impronta. La impronta son comportamientos adquiridos, los cuales no son compatibles con los comportamientos naturales de la especie. Un animal improntado requerirá de un proceso de rehabilitación para eliminar todos esos comportamientos”, explica Ariza.
Decir que el tráfico ilegal de fauna silvestre es un problema único en Colombia sería mentir. Este es el cuarto negocio ilegal más lucrativo a nivel mundial, con ingresos anuales de 23 billones de dólares, según informa World Wildlife Fund (WWF). Por lo que su control no es una tarea fácil. “El desconocimiento sobre la legislación colombiana acerca de la tenencia de fauna silvestre juega un papel fundamental. Muchas personas tienen animales silvestres como mascotas y no tienen idea que es ilegal. Informar y educar son fundamentales para la lucha contra el tráfico”, agrega Ariza.
De acuerdo con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), los psitácidos encabezan las cifras de incautación y rescate de fauna silvestre en el territorio, con más de mil ejemplares remitidos en los últimos cinco años al Centro de Atención y Valoración de Fauna (CAV) de la entidad.
Leer: Murió loro cabeciazul que fue rescatado tras 17 años de cautiverio
Para los profesionales de la CAR, es preocupante que haya personas que insistan en tener loros, guacamayas, pericos y cotorras como mascotas, pues estas aves hacen parte de las especies silvestres del territorio y su comercialización y tenencia son consideradas un delito ambiental. Las penas por estos actos pueden ir de 48 a 108 meses de cárcel y multas de hasta 35.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Rescate, rehabilitación y liberación de loros en Colombia
La cantidad de aves exóticas que sufren de maltrato por la tenencia ilegal en el país, más de 1.000 según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), es una tragedia; por eso, para los expertos lo mejor es no promover su incorporación a las familias multiespecie. Aquellas que ya se encuentran en un entorno humano deben pasar por un proceso de rehabilitación acompañado por profesionales. El ave domesticada no puede ser liberada sin rehabilitación, pues no sobreviviría en la naturaleza.
“Lo mejor es no tenerlos en casa. Ningún animal debería estar enjaulado. Creo que esa es la reflexión básica. Son animales inteligentes, que sienten y tienen derecho a estar en libertad. Si los tienen en casa, lo mejor es entregarlos a las autoridades ambientales para que comiencen su rehabilitación”, dice Rigatuso.
El director de la Fundación Loros explica que el proceso de rehabilitación es muy personalizado y depende de cada ave. Algunas hablan, otras no, algunas vuelan, otras no, unas son jóvenes, mientras que otras son viejas. La rehabilitación tiene varios puntos. Primero, es importante que las aves desarrollen una buena condición física, es decir, que puedan volar largas distancias. Deben tener la capacidad de conseguir su propio alimento (frutas silvestres, semillas, flores, hojas y cortezas). Además, tienen que aprender a socializar con otros loros, idealmente, encontrar una pareja, para que sus posibilidades de supervivencia sean mayores.
Antes de liberar a un ave, la Fundación Loros realiza una evaluación veterinaria de su salud y comportamiento. También toman en cuenta factores climáticos y temporales apropiados, así como la educación de la comunidad. Todo esto con la aprobación previa de la autoridad gubernamental. “Cuando se cumplen con todos esos objetivos, las aves se liberan con la autorización previa de Cardique. Las autoridades son las que autorizan la liberación. Solamente se pueden liberar especies que son propias. No podemos introducir una especie que no sea del lugar”.
Leer: En pleno vuelo, azafata y pasajeros ayudaron a salvar la vida de seis huevos de flamenco
Lo más complejo del proceso de recuperación de estos animales es enseñarles a volver a los ecosistemas de los que fueron extraídos. Para muchos, regresar a su hábitat no es una opción. En estos casos deben permanecer de por vida en lugares pertenecientes a La Red de Amigos de la Fauna Silvestre (RAF).
A esta red pertenecen Organizaciones No Gubernamentales (ONG); como la Fundación Loros, reservas naturales de la sociedad civil, estaciones biológicas, jardines botánicos, entidades públicas o privadas dedicadas a la investigación y la educación ambiental y universidades públicas y privadas, excepto personas naturales. Su propósito es que aquellos animales silvestres que no pueden ser liberados tengan la oportunidad de vivir en buenas condiciones.
Para proteger a los psitácidos la Fundación Loros cree que lo más importante es impulsar la conciencia social a través de la rehabilitación, reforestación y promoción de estudios de investigación. Por más que se considere que un ave vive bien en una casa, con una jaula amplia y una correcta alimentación, estas no son las condiciones adecuadas para la vida de un animal silvestre. Su bienestar y sano desempeño se encuentran en la libertad.
¿Cómo puedo ayudar si encuentro a un loro en Colombia?
En el país existen diferentes autoridades ambientales que trabajan en pro de la protección de todas las especies y sus hábitats. En el caso de Bogotá, la Secretaría Distrital de Ambiente es la entidad responsable de velar por la preservación de los animales silvestres.
Las personas pueden reportar los casos de tráfico y tenencia ilegal de fauna silvestre al correo electrónico fauna@ambientebogota.gov.co o a las líneas telefónicas: 317 427 68 28, 318 827 77 33 o 318 712 55 60 o al (601) 377 88 54.
Para el resto del país, el reporte o la denuncia se debe presentar en los canales de comunicación de las Corporaciones Autónomas Regionales o la línea 123.
Leer: ¿Cómo y dónde denunciar el maltrato animal en Colombia?
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Tener un llamativo plumaje color verde y amarillo, imitar sonidos, vivir en Colombia y llamarse Roberto, René, Pepe o Paco es una pésima combinación para un ave. La suerte de estos animales parece ser casi siempre la misma: permanecen años encerrados en una jaula, sin volar, sin tener una familia de su misma especie, sin recibir la alimentación que necesitan y, en general, sin poder vivir en libertad.
En algunos casos, el destino de estas aves es incluso peor: terminan con enfermedades físicas y mentales como malnutrición, problemas respiratorios, deformidades y comportamientos autodestructivos (picaje). Prueba de ello es la triste historia de una lora frentiamarilla que se autolesionó hasta la muerte tras permanecer 10 años encerrada en una jaula diminuta en Medellín. De acuerdo con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, a causa de su cautiverio, el ave sufrió un estrés crónico que le generó un comportamiento patológico y autodestructivo.
Aquí puede leer su caso: Lora se autolesionó hasta la muerte tras permanecer 10 años encerrada en una jaula
Aunque en Colombia es muy común que estas aves habiten con las personas y sean tratadas como mascotas, la realidad es que los hogares humanos no son apropiadas para ellas. Estos animales necesitan vivir en su hábitat natural para desarrollarse adecuadamente y cumplir con su función biológica: la dispersión de semillas en los ecosistemas.
Fundación Loros es una organización sin fines de lucro ubicada en Villanueva, Bolívar, que desde hace tres años se dedica a la conservación y protección de psitácidos, un importante y diverso grupo de aves presentes en Colombia que incluye a los loros, guacamayas, pericos y cotorras. La fundación colabora con la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique) y otras organizaciones gubernamentales para rehabilitar y liberar a estos animales. Su director, Alejandro Rigatuso, cuenta que estas especies son frecuentemente traficadas debido a su docilidad y fácil tenencia.
Sin embargo, lo que muchas veces ignora la comunidad es cómo llegan estos animales a sus hogares: los polluelos, en algunos casos, son extraídos de sus nidos, en ocasiones cuando ni siquiera han conseguido tener todas sus plumas o completar su crianza. Algunos terminan muriendo por debilidad, estrés o la ausencia de la madre. Los que logran sobrevivir son vendidos en plazas de mercado o centros de comercio ilegal. En ese proceso algunos son incautados por las autoridades ambientales y son trasladados a los Centros de Atención y Valoración (CAV).
“La gente los convierte en mascotas porque son animales inteligentes, divertidos y muy vistosos, pero eso no significa que esté bien. Su vida en cautiverio es terrible y las repercusiones son muchísimas. Pierden la capacidad de volar porque les cortan las plumas o se vuelven perezosos. Cuando no se les da la alimentación correcta, empiezan a desarrollar problemas graves de salud, se mueren antes de tiempo y se enferman. Empiezan a tener problemas de estrés y se arrancan las plumas”, explica Rigatuso.
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Una de las características especiales de los loros, y que cautiva a quienes los buscan como mascotas, es su capacidad para imitar los sonidos del entorno, entre ellos, el habla humana. En su vida en cautividad, junto al ser humano, el principal motivo que lleva a un loro a vocalizar es querer comunicarse con su círculo social. En los hogares estas aves se vuelven el centro de atención y cuando “hablan” son percibidos como una forma de entretenimiento para las personas. Sin embargo, según explica Ana María Ariza, médica veterinaria zootecnista dedicada a la medicina de fauna silvestre y de mascotas no convencionales, la vocalización de palabras es un comportamiento antinatural y un problema grave que impide que los loros puedan retomar su vida silvestre.
Un estudio de la Universidad Católica de Valencia, en España, explica que los loros que imitan palabras no pueden ser liberados, pues terminan afectando la bioacústica de su entorno natural. “Ellos no hablan, imitan sonidos. Esto lo hacen con el fin de adaptarse mejor a su ambiente, ya que les ayuda a comunicarse, detectar posibles peligros y establecer su presencia en el lugar. Cuando un loro imita palabras humanas es porque está pasando por un proceso de impronta. La impronta son comportamientos adquiridos, los cuales no son compatibles con los comportamientos naturales de la especie. Un animal improntado requerirá de un proceso de rehabilitación para eliminar todos esos comportamientos”, explica Ariza.
Decir que el tráfico ilegal de fauna silvestre es un problema único en Colombia sería mentir. Este es el cuarto negocio ilegal más lucrativo a nivel mundial, con ingresos anuales de 23 billones de dólares, según informa World Wildlife Fund (WWF). Por lo que su control no es una tarea fácil. “El desconocimiento sobre la legislación colombiana acerca de la tenencia de fauna silvestre juega un papel fundamental. Muchas personas tienen animales silvestres como mascotas y no tienen idea que es ilegal. Informar y educar son fundamentales para la lucha contra el tráfico”, agrega Ariza.
De acuerdo con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), los psitácidos encabezan las cifras de incautación y rescate de fauna silvestre en el territorio, con más de mil ejemplares remitidos en los últimos cinco años al Centro de Atención y Valoración de Fauna (CAV) de la entidad.
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Para los profesionales de la CAR, es preocupante que haya personas que insistan en tener loros, guacamayas, pericos y cotorras como mascotas, pues estas aves hacen parte de las especies silvestres del territorio y su comercialización y tenencia son consideradas un delito ambiental. Las penas por estos actos pueden ir de 48 a 108 meses de cárcel y multas de hasta 35.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Rescate, rehabilitación y liberación de loros en Colombia
La cantidad de aves exóticas que sufren de maltrato por la tenencia ilegal en el país, más de 1.000 según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), es una tragedia; por eso, para los expertos lo mejor es no promover su incorporación a las familias multiespecie. Aquellas que ya se encuentran en un entorno humano deben pasar por un proceso de rehabilitación acompañado por profesionales. El ave domesticada no puede ser liberada sin rehabilitación, pues no sobreviviría en la naturaleza.
“Lo mejor es no tenerlos en casa. Ningún animal debería estar enjaulado. Creo que esa es la reflexión básica. Son animales inteligentes, que sienten y tienen derecho a estar en libertad. Si los tienen en casa, lo mejor es entregarlos a las autoridades ambientales para que comiencen su rehabilitación”, dice Rigatuso.
El director de la Fundación Loros explica que el proceso de rehabilitación es muy personalizado y depende de cada ave. Algunas hablan, otras no, algunas vuelan, otras no, unas son jóvenes, mientras que otras son viejas. La rehabilitación tiene varios puntos. Primero, es importante que las aves desarrollen una buena condición física, es decir, que puedan volar largas distancias. Deben tener la capacidad de conseguir su propio alimento (frutas silvestres, semillas, flores, hojas y cortezas). Además, tienen que aprender a socializar con otros loros, idealmente, encontrar una pareja, para que sus posibilidades de supervivencia sean mayores.
Antes de liberar a un ave, la Fundación Loros realiza una evaluación veterinaria de su salud y comportamiento. También toman en cuenta factores climáticos y temporales apropiados, así como la educación de la comunidad. Todo esto con la aprobación previa de la autoridad gubernamental. “Cuando se cumplen con todos esos objetivos, las aves se liberan con la autorización previa de Cardique. Las autoridades son las que autorizan la liberación. Solamente se pueden liberar especies que son propias. No podemos introducir una especie que no sea del lugar”.
Leer: En pleno vuelo, azafata y pasajeros ayudaron a salvar la vida de seis huevos de flamenco
Lo más complejo del proceso de recuperación de estos animales es enseñarles a volver a los ecosistemas de los que fueron extraídos. Para muchos, regresar a su hábitat no es una opción. En estos casos deben permanecer de por vida en lugares pertenecientes a La Red de Amigos de la Fauna Silvestre (RAF).
A esta red pertenecen Organizaciones No Gubernamentales (ONG); como la Fundación Loros, reservas naturales de la sociedad civil, estaciones biológicas, jardines botánicos, entidades públicas o privadas dedicadas a la investigación y la educación ambiental y universidades públicas y privadas, excepto personas naturales. Su propósito es que aquellos animales silvestres que no pueden ser liberados tengan la oportunidad de vivir en buenas condiciones.
Para proteger a los psitácidos la Fundación Loros cree que lo más importante es impulsar la conciencia social a través de la rehabilitación, reforestación y promoción de estudios de investigación. Por más que se considere que un ave vive bien en una casa, con una jaula amplia y una correcta alimentación, estas no son las condiciones adecuadas para la vida de un animal silvestre. Su bienestar y sano desempeño se encuentran en la libertad.
¿Cómo puedo ayudar si encuentro a un loro en Colombia?
En el país existen diferentes autoridades ambientales que trabajan en pro de la protección de todas las especies y sus hábitats. En el caso de Bogotá, la Secretaría Distrital de Ambiente es la entidad responsable de velar por la preservación de los animales silvestres.
Las personas pueden reportar los casos de tráfico y tenencia ilegal de fauna silvestre al correo electrónico fauna@ambientebogota.gov.co o a las líneas telefónicas: 317 427 68 28, 318 827 77 33 o 318 712 55 60 o al (601) 377 88 54.
Para el resto del país, el reporte o la denuncia se debe presentar en los canales de comunicación de las Corporaciones Autónomas Regionales o la línea 123.
Leer: ¿Cómo y dónde denunciar el maltrato animal en Colombia?
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