La petición de los defensores del Humedal Tibabuyes para proteger al cucarachero de pantano
Un colectivo de defensores de esta importante fuente hídrica ubicada en el noroccidente de la ciudad radicaron un derecho de petición ante el Ministerio de Ambiente basados en un principio de precaución: la extinción de varias especies, entre las que se encuentra esta emblemática ave, debido a la intervención y cambio del ecosistema en la zona.
Angie Valentina Suárez Moreno
En el 2018, un informe del Jardín Botánico de Bogotá, alertó sobre el peligro que corre el ave cucarachero del pantano (Cistothorus apolinari) por cuenta de la continua transformación que ha sufrido su hábitat: los humedales, que durante los últimos años han sido contaminados y ha generado una reducción significativa de su población.
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En el 2018, un informe del Jardín Botánico de Bogotá, alertó sobre el peligro que corre el ave cucarachero del pantano (Cistothorus apolinari) por cuenta de la continua transformación que ha sufrido su hábitat: los humedales, que durante los últimos años han sido contaminados y ha generado una reducción significativa de su población.
También lo habían advertido Luis M. Renjifo, profesor de la Universidad Javeriana, y Ángela M. Amaya, investigadora independiente en el Libro Rojo de las Aves en Colombia, y lo confirma Juan Rodríguez- Linares, investigador del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA) a La Red Zoocial. “Entre 1998 hasta el año 2000, en un solo día, se podían ver hasta 21 individuos, pero hoy ya es muy difícil encontrarlos si uno va”, explica.
Y es que la deducción es drástica, al hablar en términos comparativos, entre el año 2000 y 2016 se presentó una reducción del 85,1% de estas aves en la región, algo que, hoy, podría ascender en un 94%. Pero los registros de esta especie no son recientes, en su libro Aves de Cundinamarca, escrito en 1969, Antonio Olivares, explicó que había una gran abundancia de esta especie en los humedales de Bogotá y Cundinamarca, por lo que no es una coincidencia que antes saliera el famoso bambuco titulado “Los cucaracheros” compuesto por Jorge Añez, pero solo hasta 1994, cuando se creó la Asociación Colombiana de Ornitología, y se iniciaron los censos de aves, sí se encontraron reportes de estos pájaros en los reguladores hídricos de la ciudad.
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Todo parecía marchar de la mejor forma para la conservación de esta especie endémica en la región cundiboyacense, propia de los pantanos o humedales, pues en diciembre de este mismo año el Acuerdo 019 de 1994, declaró los humedales del Distrito Capital como Reservas Ambientales Naturales. Empezaron a considerarse áreas protegidas que no deben deteriorarse y, dentro de esta lista, se encontraba el humedal Tibabuyes o Juan Amarillo, el único ecosistema que utiliza el cucarachero.
Sin embargo, de acuerdo con Juan Carlos Sandino, biólogo, experto en sistemas municipales de áreas protegidas y asesor del Colectivo Defensores y Defensoras SOS Tibabuyes, “lo que se viene realizando desde 2018 es un delito ambiental en contra de uno de los humedales más grandes de la ciudad porque destruyó la biodiversidad. Nadie puede argumentar que estas obras ayudaron a la conservación de las especies, todo lo contrario”.
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Por eso, el pasado 9 de febrero radicó un derecho de petición ante el Ministerio de Ambiente, para, entre otras cosas, “estimar el efecto de las obras del “Macroproyecto Corredores Ambientales” en la reducción de esta especie”. Este proyecto, de acuerdo con la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), consolidaría la intervención total del borde del humedal para “integrar el contexto urbano de forma sostenible”.
Este plan de inversión, desarrollado por esta última entidad, en conjunto con las dos administraciones anteriores y con una inversión de más de $895 mil millones, “violó los Planes de Manejo Ambiental (PMA) Humedales Tibabuyes (o Juan Amarillo) y Córdoba porque se construyó sobre zonas para la restauración ecológica y estos no incluían el desarrollo de perfiles viales en concreto para la movilización de personas” de acuerdo con los defensores del lugar.
En esto coincide Rodríguez, quien explica que “todos los corredores y las rondas tienen un impacto fuerte en varias especies, entre ellas el cucarachero de pantano, porque se remueve la vegetación y, al quitarla, se les quita el hábitat, además de las consecuencias que trae el endurecimiento alrededor del Humedal”. Para el experto, lo que se debe exigir para proteger a esta ave es una gobernanza ambiental, que permita una transferencia de recursos para que nos apropiemos de la especie a través de un monitoreo local y podamos rescatarla, a pesar de que los números sean muy críticos.
La última observación de esta ave fue en 2019, cuando solo quedaba una en esta zona. Aunque se reporten parejas o varios individuos en algunos humedales de la ciudad o en las Lagunas de Tota y Fúquene, “la posibilidad de que esta especie sobreviva es poca. El motor que aceleró la posible extinción de esa especie es el hombre, reflejo de los procesos de urbanización y secamiento, lo que redujo significativamente su población debido a que a pesar de que queden algunos, si los tres que quedan son familiares, pueden generarse mutaciones deletéreas (predisposición a sufrir alternaciones o trastornos) que marcan genes y esto hace que no sean fértiles, o que no tengan una vida larga”, explica el investigador.
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Otras amenazas para la especie
El cucarachero de pantano es una especie muy sensible a los disturbios, tiene un área de distribución muy reducida y como consecuencia de la intervención humana en los humedales, ha cortado su comunicación con los pocos individuos que habitan en otras zonas de la ciudad (por ejemplo, con los tres registros de cistothorus apolinari en el parque La Florida).
Otra de las amenazas que sufre esta especie es que es parasitada, es decir, que otra ave puede vivir de ella. “Hay un ave que se llama chamón que tiene una estrategia de vida diferente como resultado de la evolución, en la que macho y hembra se aparean y ponen el huevo en otro nido. Apenas nace, esta ave comienza a botar los huevos del nido en el que está y comienza a pedir alimento, cuando alcanza su madurez sexual, se va” cuenta Rodríguez. El chamón, de acuerdo con varios estudios, pudo llegar a la capital como consecuencia del cambio climático y el aumento de las temperaturas.
También ha sufrido una invasión de su hábitat por parte de los perros y gatos ferales, los cuales, en su mayoría, son el resultado de una mala tenencia de mascotas, pues han destruido sus nidos o, en el caso de los gatos, se han dedicado a perseguirlos.
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Las posibilidades reales de encontrar un cucarachero de pantano en este Humedal
Aunque por la intervención del hábitat y su cualidad como especie endémica la probabilidad de encontrar a estos animales en Tibabuyes es muy baja, Rodríguez y Sandino no pierden la esperanza de encontrar al menos un ejemplar. “Debemos recordar que las especies son conjuntos de poblaciones y la salud de esta especie depende de la salud de las poblaciones, puede que haya uno, pero tristemente estaríamos hablando de un ‘muerto viviente’ por las condiciones en las que se encuentra su hábitat” explica Sandino.
Los expertos coinciden en que si los recursos se distribuyeran mejor en la conservación de especies silvestres propias del país, tal vez no estaríamos lamentando su posible extinción. “Eso implica la voluntad de muchas entidades y presupuesto, yo considero que el cucarachero es una especie muy carismática, propia, que deberíamos proteger, y no solo a ellos, sino a todas las especies que están en riesgo” advierte Rodríguez.
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De acuerdo con el investigador, urge realizar estudios sobre las estimaciones de la población del cucarachero de pantano en Bogotá, incluyendo alguno en el Juan Amarillo. Mientras tanto, la Secretaría de Ambiente impuso dos multas por un total de 7.248 millones de pesos a la EAAB por incumplir los permisos de ocupación de cauce, autorizados en 2017 y 2019, para adelantar obras en el humedal Tibabuyes, pero, a pesar de ello, las obras en el lugar continuarán porque, de acuerdo con la Contraloría de Bogotá, se incurriría en detrimento patrimonial si se detienen.
Por su parte, Sandino y los defensores y defensoras del Humedal Tibabuyes están a la espera de la respuesta por parte del Ministerio de Ambiente para que se instale una Mesa Técnica sobre Gobernanza de Áreas Protegidas Municipales, donde se estudie el caso de las obras en esta zona y se realice una co-gobernanza con la comunidad. “La biodiversidad tiene un valor intrínseco, no necesita demostrarle ningún valor a los seres humanos que en gran medida ha sido responsable de su pérdida” concluye Sandino.
*La Red Zoocial consultó a la Secretaría de Ambiente sobre la tenencia de algún plan de manejo local para la especie, pero al cierre de esta edición no obtuvimos ninguna respuesta.
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