La situación de los animales que han sufrido por actos sexuales en Colombia
Esta clase de maltrato contra perros, gatos y otras especies se encuentra en una triple encrucijada: el tabú que impide hablar sobre este flagelo en la sociedad, la incapacidad que tienen ellos para denunciar por voz propia y un limbo jurídico que hace que la gran mayoría de casos queden en la impunidad.
Sebastián Muñoz López
Claudia Velasco Rivera es una ingeniera industrial que lleva 15 años realizando activismo para proteger a los animales en Cali, como integrante del Grupo Rescatista de Animales y Cuidadores del Medio Ambiente (GACMA). Hace 8 años decidió crear “Pataclau”, un albergue en donde recoge perros y gatos que han sido maltratados por medio de actos sexuales. “Fui Secretaria de Género por el sindicato sintraunal de la Universidad del Valle. Allí evidencié que los animales sufren muchas violencias”, comenta Velasco.
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Claudia Velasco Rivera es una ingeniera industrial que lleva 15 años realizando activismo para proteger a los animales en Cali, como integrante del Grupo Rescatista de Animales y Cuidadores del Medio Ambiente (GACMA). Hace 8 años decidió crear “Pataclau”, un albergue en donde recoge perros y gatos que han sido maltratados por medio de actos sexuales. “Fui Secretaria de Género por el sindicato sintraunal de la Universidad del Valle. Allí evidencié que los animales sufren muchas violencias”, comenta Velasco.
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En todos sus años trabajando, el corazón de Claudia siempre se rompe cuando ve a un animal que ha sido usado como un objeto de acto sexual. Ella ha resguardado a varios perros y gatos con signos de traumas emocionales y físicos. No obstante, no todas las historias terminan con un final feliz, pues algunas hembras tienen daños tan profundos en su cuerpo que los veterinarios deciden aplicarles una eutanasia compasiva, porque no pueden salvarlas de su dolor.
Lamentablemente, los actos sexuales contra animales no son flagelos que afecten exclusivamente a Cali, pues hay sectores en el país en donde es considerado una práctica cultural. “En Colombia siempre se piensa en el costeño que tiene ‘sexo’ con burras. Pero es necesario desestigmatizar a la Costa Atlántica, pues la zoofilia existe en todo el país. De hecho, la mayor cantidad de denuncias que recibe Fiscalía por estos temas es en Bogotá, Cundinamarca y Boyacá”, explica Santiago Henao Villegas, docente de medicina veterinaria de la Universidad CES, quien ha investigado la zoofilia de la mano de la Fiscalía en varias regiones de Colombia. Henao Villegas ha luchado a lo largo de su carrera para que estos actos sean reconocidos como delitos.
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La zoofilia es definida como la atracción sexual hacia los animales, sin necesidad de tener un acto erótico o de penetración con ellos. El bestialismo, por otro lado, se refiere al acto sexual directo. Esto es un agravante de maltrato animal según el Código Penal.
La Revista de Medicina Legal y Forense realizó una clasificación de diez grupos distintos de zoofilia en todo el mundo. Entre ellos, se encuentra “la romántica”, definida como la excitación al mirar animales sin necesidad de generar un contacto sexual, “el voyeurismo”, definido como el placer por observar animales copulando, “los zoosexuales oportunistas”, quienes tienen actos sexuales con gatos o perros, producto de las drogas o en un momento específico, “los zoosexuales regulares”, quienes utilizan a los animales, de manera constante, como objetos de acto sexual, entre otros tipos de bestialismo.
Ante estos actos de crueldad, surge una pregunta: ¿cuál es el motivo que tienen las personas para cometer bestialismo? Santiago Henao Villegas afirma que este hecho no siempre está impulsado por trastornos mentales, pues también existen prácticas culturales que los ocasionan. “Hay artículos del Journal de Medicina Forense que muestran que varias personas que hacen actos sexuales con animales tienen antecedentes de violación, y actúan así en el animal porque es más fácil acceder a ellos que a otros seres humanos. Además, estos casos no siempre se penalizan, a diferencia de la violación con personas”, explica el experto.
Del mismo modo, el erotismo con perros o gatos aparece en todas las clases sociales. Si bien Rivera ha encontrado casos de animales que han sido maltratados de manera sexual por habitantes de calle, las denuncias por este tipo de actos que ha recibido han aparecido en conjuntos de estrato 1 hasta el estrato 6 de Cali. Ella recuerda el caso de un hombre alcohólico que mantenía encerradas a una manada de diez perritas criollas, sin alimento ni compañía. El hombre las maltrataba sexualmente, lo que hacía que ellas “chillaran”. La comunidad pudo tomar videos y fotos a través de la tapia del patio, para poder denunciar la situación. El grupo rescatista de animales, con ayuda de la Policía, pudo salvar a las perritas, pero el hombre quedó impune.
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El limbo jurídico en Colombia
A pesar de que los expertos afirmen que la práctica sexual con animales siempre debe ser considerado un acto de “violación”, el bestialismo no siempre puede ser judicializado y permanece impune en la mayoría de casos en el país.
La Ley 1774 de 2016 reconoció que los animales pueden sentir dolor, ansiedad, sufrimiento físico y psicológico. En esta ley, el bestialismo aparece como un agravante de maltrato animal, pero no como un delito primario. Lo anterior significa que las personas, aunque pueden denunciar a alguien por cometer este acto con animales, la Fiscalía únicamente podría decidir abrir una investigación por maltrato animal.
Gabriel Chica, abogado, politólogo y activista por los derechos de los animales, explica que el acto sexual con animales no siempre es penalizable. “Esto solo es un crimen cuando se genera una lesión grave o se produce la muerte del animal, porque los actos sexuales con perros y gatos no son un delito en sí mismo, sino que son una circunstancia de agravación punitiva del delito base, que es el maltrato animal”, explica el experto.
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Carlos Andrés Muñoz, abogado, filósofo y magíster en bioética, comenta que en el artículo 339A, en donde se dictamina el maltrato animal, también se menciona el posible daño emocional que genere una acción en animales. “Este término podría abrir una compuerta para que el bestialismo sea delito en Colombia, puesto que, incluso si este no genera maltrato físico en todas las ocasiones, sí puede generar un maltrato emocional. Habría que mirarlo por ese lado”, relata Muñoz.
Santiago Henao Villegas comenta que uno de los principales problemas que ha tenido la Fiscalía para investigar este tipo de actos es que no todos se pueden tipificar como delito, porque no en todos queda una herida, inflamación o lesión. “Una herida psicológica, en este caso, etológica, en un animal, es muy difícil tipificarlo como delito, por lo que es muy complicado que quede como acto probatorio”, comenta.
“Los animales no tienen autonomía, sino heteronomía. Es decir, su autonomía no es propia, sino que depende de un tercero, que es su propietario, quienes toman decisiones por ellos. Por ello, ellos no pueden consentir en actos sexuales. Cualquier contacto de este tipo debería tipificarse como una violación, pero no aparece así en la norma”, explica Henao Villegas.
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“Creo que las leyes todavía tienen unos vacíos jurídicos bastante amplios. Todavía en el pensamiento de muchos funcionarios del Estado colombiano, los animales siguen siendo cosas, por lo que creen que no sienten”, concluye Claudia Rivera.
¿Cómo identificar que un animal está siendo objeto de acto sexual?
- Miedo intenso, ansiedad o estrés crónico, viéndose afectados diversos sistemas corporales.
- Indefensión aprendida.
- Inmovilidad tónica: reacción paralizante, automática e involuntaria del organismo frente a amenazas extremas
- Alteraciones en su descanso natural por tener afecciones conductuales, manteniendo un estado de hipervigilancia.
- Disminución en el número de veces que van al comedero, y consumo de raciones más pequeñas.
- Los profesionales de la medicina veterinaria que examinan animales vivos deben estar atentos a las señales de que el animal ha sido entrenado o manipulado para ser “sexualmente” receptivo con las personas, como mostrar una postura de lordosis al contacto.
La esperanza después del dolor
En medio de estos casos tan lamentables contra los animales, Claudia Velasco Rivera ha evidenciado múltiples historias trágicas. No obstante, el refugio Pataclau también ha sido testigo de vidas que encuentran un nuevo rumbo. Velasco recuerda la historia de Michelle*, una mujer que era maltratada y abusada sexualmente por su pareja. Después de que ella instauró la denuncia, la Fiscalía la retiró del sitio y la salvaguardó de la amenaza que sufría. Rivera y Michelle se conocieron en una colecta, en donde Claudia le donó elementos que podrían servirle después. La víctima de violencia doméstica le comentó que lo que más la había dolido fue perder a su gata, porque su expareja la asesinó.
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Claudia Rivera le mostró a Frida*, una perrita criolla y de pelaje negro que estaba en su refugio y que había sido golpeada y maltratada de manera sexual por su propietario. “A ella le pasó básicamente lo mismo que a ti”, le comentó Rivera, “solamente que la rescatamos y fue sometida a una operación para reconstruirle sus órganos”.
Michelle adoptó a Frida. “Es bello ver esa empatía entre ellas dos. Michelle me dice que Frida la adoptó, que volvió a vivir y a confiar. La perrita también empezó a fiarse de nuevo en los humanos. Hoy en día ellas dos conviven en un lugar muy feliz. Ambas volvieron a vivir”, comenta Rivera con una sonrisa.
Si quiere ayudar o donar al albergue “Pataclau”, puede comunicarse al WhatsApp +57 315 6462812.
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Maltrato animal:
Si usted conoce algún caso de maltrato animal, denúncielo llamando a la línea celular 122, la línea nacional gratuita 018000 91 97 48 y en Bogotá al 5702000 (opción 7).
La Fiscalía General de la Nación, en articulación con la Policía Nacional, habilitó una opción en ADenunciar, para que a través de este canal, la ciudadanía también pueda interponer sus denuncias.
*Los nombres se cambiaron por protección de las víctimas.
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