La transición económica de los toreros en Colombia: entre la ambigüedad y el cambio
Activistas taurinos expresan que sus medios de vida y trabajos se verían perdidos en caso de prohibirse esta práctica. No obstante, defensores de los derechos de los animales aseguran que esta es una actividad económica esporádica y que no representa un verdadero sustento continuo a lo largo del tiempo.
Sebastián Muñoz López
Leandro Segura, presidente de la Unión de Toreros de Colombia, rememora con claridad el instante en que se sumergió en el mundo de la tauromaquia: desde su niñez, colaboró activamente con el ganado de casta (también conocido como toro de lidia), bajo la guía de su abuelo, encargándose de alimentarlos, suministrarles agua, vacunas y protegiéndolos de los insectos. Este involucramiento despertó en él una profunda conexión con esta práctica, que describe como su “pasión” y una de sus principales fuentes de ingresos.
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Leandro Segura, presidente de la Unión de Toreros de Colombia, rememora con claridad el instante en que se sumergió en el mundo de la tauromaquia: desde su niñez, colaboró activamente con el ganado de casta (también conocido como toro de lidia), bajo la guía de su abuelo, encargándose de alimentarlos, suministrarles agua, vacunas y protegiéndolos de los insectos. Este involucramiento despertó en él una profunda conexión con esta práctica, que describe como su “pasión” y una de sus principales fuentes de ingresos.
“Todos mis primos vivieron lo mismo que yo al estar dentro del campo y cuidar el ganado, pero yo fui el único que decidió ser torero”, señala. Para él, la tauromaquia no es solo una profesión, sino una pasión arraigada en valores tradicionales y un profundo amor hacia el toro de casta.
En este contexto de devoción hacia la tauromaquia, la discusión sobre la prohibición de las corridas de toros en Colombia ha alcanzado niveles de intensidad sin precedentes. El proyecto de ley 309 de 2023, que busca la abolición de las corridas de toros, rejoneo, novilladas, becerradas y tientas en todo el país, así como la regulación de los métodos que afectan la integridad de los animales en estos eventos culturales, está próximo a ser debatido para su eventual transformación en ley de la república.
Entre sus disposiciones se destaca la reconversión de las plazas de toros en espacios culturales, dado que, según argumenta la autora del proyecto, la senadora Esmeralda Hernández, solo el 10 % de estas instalaciones se mantienen activas en el país. También, se establece que las autoridades municipales no pueden destinar fondos públicos a la construcción o financiación de actividades taurinas.
En el centro de este debate se encuentra la preocupación por las posibles consecuencias de la prohibición de esta actividad, pues argumentan desde el sector taurino que esta es una amenaza inminente sobre la profesión y sus proyectos de vida. Por ejemplo, Leandro Segura resalta las repercusiones económicas y sociales que esta medida acarrearía, incluyendo la pérdida de empleo e impacto en la economía local.
Leandro decidió estudiar en la Escuela Taurina de Choachí, Cundinamarca, para desarrollar su profesión como torero. Él indica que esta ha sido su fuente económica desde que tiene memoria, y ha sido el mecanismo mediante el cual ha logrado pagar la matrícula del colegio de su hija, desarrollar su profesión y conseguir un futuro laboral. Pero, más allá de ser una actividad laboral, él declara que es una pasión.
Según datos publicados por La República, en ciudades como Cali, Medellín y Manizales, la economía en torno a los toros movía entre $3.600 millones a $4.500 millones en temporadas completas para el año 2018. Además, para ese mismo año, se movían cerca de 16.200 empleos, 1.200 directos y 1.500 indirectos, en Bogotá. No obstante, las cifras persistentes sobre la disciplina tienen bastante antigüedad. Por ello, la senadora Esmeralda Hernández y el sector taurino buscan un censo y un mejor registro de su actividad, para que se pueda desarrollar un análisis completo del desempeño económico y las ganancias comerciales que tiene esta actividad en Colombia.
“Un sueldo para un torero colombiano puede oscilar entre los 30 o 40 millones de pesos en las ferias grandes en las ciudades, mientras que en los pueblos pueden tener 7 u 8 millones de pesos por corrida”, sostiene Segura.
De hecho, según explica Gonzalo Sanz de Santamaría, director de la Corporación Libertad Cultural, el precio de un toro, para un pueblo, puede valer alrededor de 5 millones de pesos. Mientras que, en una ciudad, puede tener un precio de entre 12 y 15 millones de pesos.
De acuerdo con Segura, el ambiente festivo que rodea a las corridas de toros también se refleja en la actividad nocturna de estos lugares. Los aficionados, después de disfrutar del espectáculo taurino, suelen dirigirse a bares y locales nocturnos para continuar con la celebración, lo que dinamiza aún más la economía local. “Gracias a la feria taurina vienen toreros extranjeros, que mueven hoteles, restaurantes y sitios turísticos”.
Las juventudes taurinas
Johan Paloma, novillero y activista de la fiesta brava, tiene 22 años y es uno de los principales representantes de la nueva generación de taurinos en Colombia. Desde el punto de vista económico, Paloma también destaca el impacto significativo que la tauromaquia tiene en la generación de empleo y el sostén de ciertas actividades comerciales y culturales. La desaparición de esta práctica, argumenta, tendría consecuencias devastadoras en términos de empleo y desarrollo económico en áreas donde las corridas de toros son eventos destacados.
“Un país como Colombia, con tasas de pobreza sumamente altos y con profundas desigualdades, puede verse afectado económicamente por la desaparición de esta actividad laboral”, menciona Johan Paloma. No obstante, debido a las cifras antiguas que existen sobre esta actividad en Colombia, resulta imposible determinar la verdadera proporción de afectación que puede llegar a tener la falta de esta actividad en el país.
De hecho, la información más reciente la brinda Juan Pablo Alba, gerente de Cotelco Caldas, en Manizales, para La Patria. Según Alba, una gran parte del turismo y de la ocupación hotelera de la ciudad de Manizales se vería profundamente disminuido en caso de que se prohíban las corridas. “En caso de que se eliminen, habría que trabajar para reemplazar esta actividad, pero sí sería un golpe muy fuerte al sector hotelero y turístico de la ciudad en el marco de la Feria de Manizales”, afirma.
¿Qué contempla el proyecto 309 con respecto a la transición económica de los taurinos?
La senadora Esmeralda Hernández, autora del proyecto, aseguró que la iniciativa establecerá un plazo de tres años, a partir de la entrada en vigor de la ley, para implementar programas eficaces de transición y reconversión económica y laboral destinados a los profesionales de la tauromaquia.
Ante la preocupación por la transición económica planteada por los representantes taurinos del país, Esmeralda Hernández explicó que “un torero con corridas anuales trabajaría solo tres días al año. Por ejemplo, en Manizales, la feria dura tres días al año. Esta es una actividad esporádica, ya que muchos toreros tienen otras ocupaciones, considerando la tauromaquia como un pasatiempo o una pasión”.
Según la senadora, la mayoría de los toreros tienen otras ocupaciones, ya sea por hobby o por pasión. “Los propietarios de hoteles y los vendedores informales aprovechan los eventos taurinos ocasionales para aumentar sus ventas. Por eso, buscan oportunidades de ventas durante estos eventos. Nuestra propuesta es transformar las plazas de toros en espacios culturales, como conciertos, para que los vendedores informales puedan seguir ofreciendo sus productos útiles durante estas festividades”, aclara.
No obstante, Leandro Segura menciona que la felicidad y el regocijo que ellos sienten cada vez que desarrollan esta actividad no puede compararse con lo que podrían desempeñar en otro tipo de profesión, si se les quita esta actividad en el futuro. “Este es el problema: solamente los que estamos adentro la entendemos como una pasión. Van a acabar con nuestra profesión y fuente de trabajo. Esta decisión, para nosotros, va en contra del libre derecho al trabajo y de los sueños que uno tiene”, argumenta.
Johan Paloma también menciona que esta transición económica puede resultar ambigua o incierta, pues todavía no existen registros de la cantidad de personas que reciben un sustento económico de estas actividades, así como cuántos serían los puestos laborales fijos que podrían brindárseles para reemplazar su actual actividad económica. “Sería meterse con empleos, y meterse con los proyectos de vida, entre otros, sin generar ningún beneficio económico a estas personas”, recalca.
Las historias de Leandro Segura y Johan Paloma personifican el intenso debate en torno a las corridas de toros en Colombia, donde su pasión por la tauromaquia se entrelaza con la preocupación por su porvenir. Estos relatos, acompañados de las voces de otros taurinos y activistas, subraya la complejidad de una controversia que confronta los valores arraigados y perspectivas divergentes sobre el trato a los animales. Hoy, el debate que se llevará a cabo definirá el destino de múltiples personas y animales, así como la formación de visiones de mundo en todo el país.