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Jorge Moreno-Bernal es biólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia, tiene una maestría en Geología de la Universidad de Nebraska Lincoln y es candidato doctoral, becario del Ministerio de Ciencias, en el programa de Ciencias del Mar de la Universidad del Norte. Hace parte del equipo de profesionales que han estudiado el crecimiento poblacional del hipopótamo en el Magdalena Medio, haciendo reiterados llamados a las autoridades ambientales para que tomen acciones de control.
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Recientemente se conoció el anuncio de la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, de incluir las políticas y los programas de protección y bienestar animal como parte de la política ambiental del país. Esta propuesta, promovida por senadores animalistas, fue incluida en el Plan Nacional de Desarrollo que presentó el Gobierno al Congreso de la República. A raíz de esto, Moreno-Bernal y otros biólogos han expresado su preocupación por la influencia del activismo animalista en la política ambiental del país. En esta entrevista contó parte de esas preocupaciones.
¿Cuál es la preocupación en torno a la influencia del activismo animalista en la política ambiental en el país?
Hay varios antecedentes de malos manejos. Aquí hay un enfrentamiento entre dos visiones éticas. La primera es una visión ética que está basada en los individuos, trata de pensar en los animales como individuos. Como dijo en un encuentro de derecho animal (foro “Protección legal de los animales en Colombia”) el fiscal Barbosa, que habla de las nuevas ciudadanías, que, por ejemplo, mi gato puede ser ciudadano. El discurso de la sintiencia de los animales está centrado en la visión individualista.
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Y esto está chocando con una visión ética que se refiere a tratar de preservar el ecosistema, porque en últimas todos los individuos dependen de que el ecosistema esté funcionando bien. Si hay daños graves en el funcionamiento del ecosistema, muchos individuos van a sufrir. El problema es que una visión basada en individuos lleva a malas decisiones del manejo ambiental.
¿Qué implicaciones podría tener para el medio ambiente priorizar la protección de individuos sobre los ecosistemas?
Ya existe un ejemplo en Colombia, que es la prohibición de la pesca deportiva por la Corte Constitucional. La sentencia está basada en la sintiencia de los peces como individuos. El problema es que existen lugares en el país donde se practica la pesca deportiva de manera sostenible, y además es la fuente de ingresos de comunidades indígenas, campesinas, costeras.
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De repente, les hemos cortado un sustento sostenible a poblaciones de bajos recursos. Y, de paso, estas poblaciones, cuando no puedan ganar con la pesca de ciertos ejemplares, dejarán de conservar los ecosistemas donde están estas especies. Porque igual ellos tienen vía libre para hacer explotación comercial de estos peces.
Una visión animalista, que se involucre en pensar en cada animal como un individuo con derechos hace imposible que se pueda hacer uso sostenible de especies animales. También, hace imposible que se puedan preservar poblaciones de animales y preservar ecosistemas haciendo un uso de la fauna, porque hay que pensar en cada individuo.
Otros ejemplos están en el control de las especies invasoras. Volviendo al tema de los peces, si consideramos que cada individuo del pez león que se encuentra en el Caribe es un ser sintiente, ya no podemos matarlos para controlar esta especie invasora. Por ejemplo, la pesca deportiva del pez león es una forma muy importante de controlar esta especie invasora, que pone en riesgo a otras especies.
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En Australia hay ejemplos también con la eliminación de especies invasoras. Hay de todo: conejos, gatos, zorros. Muchos son animales domésticos que a la gente le parecen más simpáticos. Entonces, hubo un abogado animalista que quería declarar al gato asilvestrado como una especie nativa de Australia. Por fortuna eso no se dio, pero en el proceso, por todas estas complicaciones, se perdió mucho tiempo.
Curiosamente, estos animales silvestres que están en riesgo nunca aparecen en estos debates que dan los animalistas. El Gobierno australiano ya dio la vuelta, decidió no hacer caso, y el control de especies en ese país es bastante drástico. El objetivo es matar dos millones de gatos asilvestrados que están matando a especies silvestres endémicas de ese país.
¿Cuáles considera que son las problemáticas críticas que requieren atención prioritaria de la política ambiental en Colombia?
Primero, el manejo de especies invasoras. En este momento, todas las trabas para el manejo de especies invasoras se basan en una sola, pero es la punta del iceberg para ir más allá. Un día van a decir que el caracol africano es sintiente o que la rana toro es sintiente, así como lo dicen con el hipopótamo.
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La otra cuestión es que van a ocurrir cosas como lo que pasa en España, que tiene el problema de las colonias felinas. Las colonias felinas son básicamente gatos callejeros que castran y alimentan. Se convierten en un problema porque están transmitiendo enfermedades a la fauna silvestre, están cazando animales pequeños, porque un gato bien alimentado igual caza para entretenerse. Mueren aves, lagartos, etc. Es un problema muy grave porque la legislación que acaban de aprobar ordena proteger las colonias de gatos. Si no se hace nada, van a llevar a muchas especies de animales pequeños a la extinción.
¿Cómo evalúa la postura del Ministerio sobre estos temas?
Hay muchísima preocupación entre los profesionales, por ejemplo, de fauna silvestre con que en el Sistema Nacional Ambiental se incluya la política y el plan nacional de protección y bienestar animal. Esto prioriza el cuidado de gatos y perros, y esa no debería ser la competencia de la entidad ambiental.
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Yo pienso que va a ser problemático porque no se habla de fauna silvestre, es como si no existiera. Tiene mucho que ver con que la visión animalista se construye desde la gente que tiene mascotas en las ciudades.
Aquí en Colombia los perros asilvestrados son un problema en los humedales de Bogotá, porque están matando aves. Algunos son perros abandonados, otros son perros que nunca tuvieron dueño, y están completamente asilvestrados. Y los gatos son un problema también gravísimo, porque matan de todo, estén o no estén alimentados.
Se han dado choques cuando se trata de controlar a estas poblaciones de perros y gatos, porque también se vuelven difíciles de manejar por los activistas que se oponen. Si usted lo piensa, la cantidad de centros de adopción que existen en el país no dan abasto. Entonces, no va a ser posible, si este problema se agranda, adoptar todos los perros o gatos. Los que están asilvestrados no reconocen al ser humano como un amigo.
¿Cree que el Ministerio de Ambiente abrirá espacios para aportar desde la ciencia a la construcción de la política ambiental en Colombia?
Las declaraciones de la ministra son: nos reunimos con los animalistas, me tomé foto con los animalistas. Todas las respuestas y el discurso han girado en torno a eso, y eso deja entrever que la visión va a ser centrada en el individuo.
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No he visto que desde el Ministerio se haya establecido un puente de comunicación, pero yo espero que sí lo hagan. Porque, de hecho, esa es la preocupación, sobre todo desde los biólogos, que somos un gremio precarizado y al que no se le escucha en temas ambientales.
¿Sería provechoso tener espacios de discusión con diferentes actores, entre estos los animalistas, para aportar conjuntamente a la construcción de soluciones a estas problemáticas?
Yo creo que sí hay que discutir con varios actores. No sé si el animalista sea el más adecuado. Pero, sí es importante. Creo que una de las razones por las que no se nos escucha es porque no hemos hecho un esfuerzo real como profesionales para que se nos escuche.
En casos como, por ejemplo, el de las especies invasoras o de las colonias felinas, existe un fuerte componente de negacionismo de la ciencia que nace del sector animalista. Los biólogos no hemos hecho el trabajo suficiente de comunicarle a la sociedad, pero, otra parte, está comunicando abiertamente negacionismos que llevan a malas decisiones.
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Es importante dialogar, es importante divulgar la ciencia. No es solamente ir a contarle a los niños en los colegios, sino comunicar la ciencia también a los tomadores de decisiones. Y comunicar la ciencia requiere ciertas habilidades para hacerse entender, abandonar el lenguaje técnico y hablar en términos de diálogo.