Palomas de plaza en Bogotá: un asunto de salud pública y bienestar animal
El Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, a través de su programa de Sinantrópicos, ha venido trabajando en el manejo poblacional de las palomas en la ciudad. ¿Se puede disminuir el número de estas aves y mitigar las consecuencias de su sobrepoblación? Esto dicen los expertos.
Laura Tatiana Vargas Lizarazo
Cualquiera que haya caminado alguna vez por el centro de Bogotá recordará haber visto una gran cantidad de palomas revoloteando en la Plaza de Bolívar y en los tejados y cornisas de las edificaciones. El imaginario colectivo que existe alrededor de estas aves es que son “sucias y molestas”. De hecho, a menudo se escucha a alguno que otro ciudadano referirse a ellas de manera despectiva: las llaman “ratas voladoras”. Por otro lado, hay quienes sienten simpatía, las alimentan con maíz y se toman fotos con ellas.
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Cualquiera que haya caminado alguna vez por el centro de Bogotá recordará haber visto una gran cantidad de palomas revoloteando en la Plaza de Bolívar y en los tejados y cornisas de las edificaciones. El imaginario colectivo que existe alrededor de estas aves es que son “sucias y molestas”. De hecho, a menudo se escucha a alguno que otro ciudadano referirse a ellas de manera despectiva: las llaman “ratas voladoras”. Por otro lado, hay quienes sienten simpatía, las alimentan con maíz y se toman fotos con ellas.
Aunque la paloma de plaza (Columba livia) es bastante típica en la ciudad, su reproducción y crecimiento desordenado representa un grave riesgo para la salud pública, ya que puede transmitir una variedad de enfermedades a los humanos por contacto o exposición prolongada a sus heces y plumas. Además, tener demasiadas palomas en un ambiente urbano como Bogotá afecta sus condiciones de salud y de vida. Muchas de ellas sufren de graves enfermedades, como tumores o la pérdida de sus patas.
“Cuando hay gran concentración de palomas, también hay gran concentración de fecas y desechos. Esto conlleva a que los agentes infecciosos que portan (hongos, bacterias o virus) se puedan transmitir con mayor facilidad a los humanos. Las patas de las palomas están en constante contacto con sus heces, sobre todo en sus nidos. Cuando ellas se desplazan por espacios concurridos, como, por ejemplo, las plazas, hay mayor riesgo de transmisión a las personas, por contacto directo o por vía respiratoria”, explica María Ángela Echeverry, doctora en ecología y biología evolutiva.
Según informa la experta, la alta densidad de palomas de plaza también puede ser un riesgo para los animales domésticos e incluso para la fauna silvestre, aunque esto no ha sido estudiado a fondo. Lo que sí se ha comprobado es que el contacto con las deposiciones de las palomas supone un riesgo para los humanos de contraer histoplasmosis, criptococosis y psitacosis.
¿Qué está haciendo el Distrito para controlar la sobrepoblación de palomas?
Desde el 2018, la Secretaría de Ambiente, a través del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA), creó el programa de Sinantrópicos, el cual trabaja por el manejo poblacional de las palomas de plaza en la ciudad. De acuerdo con Mauricio Cano, líder del área, para realizar esta labor se han venido implementado diferentes estrategias como la atención clínica, las barreras antiperchamiento no cruentas, el descarte de nidos con huevos, entre otras.
Dentro de la parte clínica, una de las medidas más importantes es la esterilización de palomas mediante la técnica de laparoscopia mínima invasiva. Según Cano, este procedimiento garantiza una rápida recuperación y dura menos de 15 minutos con anestesia local. “El Instituto viene haciendo este proceso piloto con muy buenos resultados. Los machos se esterilizan, no las hembras. Se les hace como una vasectomía y es un método de manejo poblacional”.
Sin embargo, en la actualidad existen dudas y reparos frente a estos procedimientos quirúrgicos. La bióloga e investigadora María Echeverry explica que las esterilizaciones son una medida cuestionable en términos de efectividad y utilidad, especialmente, porque parece existir un desbalance entre el costo y el beneficio final: “Cada una de esas cirugías tienen unos costos bastante elevados. Los resultados no son tan satisfactorios si tenemos en cuenta a las palomas que ya existen. Se reproducen menos, sí, pero van a seguir afectando. Eso no nos ayuda a controlar los problemas de salud pública. Además, ese presupuesto que se invierte podría ser utilizado de una manera mucho más eficiente y pertinente en otros procesos de conservación, adecuación y educación”.
Aunque no hay datos actualizados sobre los costos de estos procedimientos, en 2022, el lider del programa de Sinantrópicos informó a W Radio que, durante el plan piloto, la operación de cada ejemplar costó $ 80.000. De igual forma, aseguró que no se estaban destinando recursos públicos en el proyecto, sino que la investigación estaba financiada por la Universidad Antonio Nariño.
Para Echeverry, medidas como las barreras antiperchamiento no cruentas (superficies inclinadas de vidrio o acrílico que evitan el perchamiento de las aves en las edificaciones) y el descarte de nidos con huevos pueden ser más efectivas y son un buen primer paso. Eso sí, aclara que es necesario implementar varias alternativas a la vez para lograr controlar la población de esta especie.
Cabe aclarar que a lo largo de los años diferentes ciudades del mundo han implementado varios de estos métodos. Un estudio realizado en Eslovenia logró concluir que la remoción de huevos tiene un gran potencial para reducir el tamaño de las poblaciones de palomas, pero requiere de una sinergia con otras estrategias como la educación a la comunidad.
En otros lugares como Barcelona, España, se han implementado métodos anticonceptivos. Esta medida consiste básicamente en la adición de una sustancia química o contraceptivo controlado en el alimento que consumen las palomas en libertad de manera permanente para evitar que los huevos salgan fértiles y se descarten, controlando de esta forma la población.
La estrategia ha provocado dudas por parte de algunos expertos y ha sido objeto de estudio en varios lugares. Aunque en algunos casos se ha reportado una reducción en el tamaño de la población y una mejora en el estado de salud de las palomas, los especialistas aseguran que carece de evidencias a largo plazo. “En otras partes del mundo, especialmente en Europa, se venía llevando a cabo esta técnica. Sin embargo, Ayuntamientos como los de Francia y España se dieron cuenta de que no era tan efectiva a largo plazo”, explica el biólogo Oswaldo Cortes.
Otras medidas
El IDPYBA cuenta con el primer Centro de Atención de Palomas (CAP), único de su estilo en Colombia. Allí, los ejemplares más enfermos reciben todo el tratamiento médico necesario y una vez se recuperan, son liberados en su ambiente natural, es decir, zonas verdes de las ciudades como los parques.
“Para nosotros es un orgullo ser referentes en una clínica que atiende palomas en alto estado de enfermedad y vulnerabilidad. Les brindamos atención, las desparasitamos, las despulgamos, les hacemos un alisado de pico y limado de garras. A nivel general, esta estrategia ha tenido mucha acogida y éxito, hemos atendido más de 2.500 palomas”, informa Cano.
El programa de Sinantrópicos también tiene un eje social bastante importante que se encarga de desarrollar campañas de sensibilización mediante charlas y talleres. Su propósito es que los residentes y visitantes de la ciudad sepan cómo relacionarse correctamente con estas aves. Para esto, tienen un sistema de atención y escucha a la ciudadanía. “Vamos para los 1.600 requerimientos desde que comenzamos, el 95 % están enfocados en el manejo de las aves. Nosotros hacemos visitas y ahí le explicamos a la ciudadanía cómo manejar adecuadamente las poblaciones de palomas”, asegura Cano.
El líder del programa es enfático al decir que todas las estrategias que implementa el Distrito para controlar la población de palomas en Bogotá se rigen bajo los parámetros del bienestar y la protección animal. Esto garantiza un respeto hacia la especie: “Lo que menos queremos es que la gente las envenene o las mate. Hacemos un abordaje integral, es decir, no solo desde lo clínico, sino también desde lo social y cultural. No hay que maltratar a las palomas, hay que tratarlas con respeto. Nosotros consideramos los riesgos que tiene la sobrepoblación de esta especie, por eso la solución es el manejo y el control con respeto”.
Según el IDPYBA, las medidas implementadas hasta ahora han demostrado resultados positivos. Los datos de la entidad indican que en 2018 la plaza de Bolívar tenía 1.862 palomas. En este momento, los censos dan cuenta de una población entre 450 y 500. “En Lourdes llegaron a haber 600 palomas. Ahorita hay 200. En Plaza España empezamos con un promedio de 1.100. Ya estamos en 300″, agrega Cano. El proposito del Distrito no es acabar con estas aves, sino controlar su población y asegurar el buen estado de las que ya habitan en la ciudad.
¿Cómo deberíamos relacionarnos con las palomas?
Las palomas tienden a concentrarse en lugares como plazas, plazoletas y parques de cemento, ellas van a esos espacios por el alimento que las personas les brindan, principalmente maíz amarillo. Sin embargo, esta práctica puede ser bastante perjudicial por varios motivos, tanto para las aves como para la ciudadanía.
Según explica el biólogo Oswaldo Cortes, este tipo de palomas no comen alimentos procesados o cocinados. Solo comen semillas crudas. No se les puede dar maíz amarillo porque les provoca deficiencias nutricionales. Pero el mayor problema de todos es que esta conducta favorece su reproducción descontrolada en la ciudad.
En Bogotá, según el IDPYBA, la sobrepoblación de palomas obedece a la sobreoferta alimenticia que le brindan los ciudadanos, turistas y visitantes. Estas acciones no solo afectan la salud y el bienestar de las palomas, sino también altera su comportamiento natural, generando dependencia hacia los humanos.
En esto concuerda María Echeverry: “Nuestra relación con las palomas realmente debería ser distante. No deberíamos estar en tanto contacto con ellas ni generar mecanismos para que se sigan reproduciendo sin control. No alimentarlas de ninguna manera. No es una cuestión de darles el alimento adecuado o no, sino de que esta especie se debe enfrentar a las mismas dificultades y situaciones a las que se enfrentan todas las demás. Las palomas no se van a morir de hambre porque no las alimentemos, ellas saben buscar su propio alimento”.
El Distrito también hace una invitación a la ciudadanía para que respete y cuide a las palomas de plaza sin recurrir en el “mascotismo”, es decir, la retención de las especies en los hogares como si fueran animales de compañía.
Si bien, no es recomendable tener un contacto con ellas, tampoco se les debe causar daño. El IDPYBA ha registrado casos de personas que las maltratan lanzándoles objetos, les ponen veneno, instalan cercas eléctricas o barreras químicas para alejarlas. Estas aves en poblaciones controladas son inofensivas y no hay razón para atentar contra su bienestar. De igual forma, evitar el contacto con excretas, plumas y otros desechos.
Por ultimo, las autoridades hacen una incitación a los ciudadanos para que conozcan la especie y sepan cómo relacionarse con ella. Si esta aves están causando algún tipo de problema, se pueden utilizar barreras no cruentas, siempre bajo la asesoría del IDPYBA.
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