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Yudy Natalia Martín es trabajadora social y especialista en estudios feministas y de género. A lo largo de su vida profesional, se ha enfocado en trabajar en escenarios de atención de mujeres víctimas de violencia. Cuando estuvo en la Secretaría de la Mujer de Bogotá, encontró un relato común entre varias personas que sufrieron agresiones: sus exparejas maltrataban a sus mascotas con el objetivo de hacerlas sufrir y recordarles que todavía podían lastimarlas desde la distancia.
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“Una vez tuve que atender el caso de una chica que corría bastante peligro con su novio. Él la celaba con todo el mundo, especialmente con su perro, hasta el punto en que le decía que ella quería más a su perro que a él. Cuando el novio intentaba golpear a su pareja, su mascota comenzaba a ladrarle y a defenderla. El hombre terminó matando al animal por celos. Quería dejarla sola, sin sus hijos o su perro, para tener todo el cariño de ella para él”, explica Yudy Natalia Martín.
Según informó El Tiempo, esto mismo fue lo que pasó con Lolita, una perrita de siete años, que, presuntamente, murió en manos de un hombre que la mató por un ataque de celos, en una vivienda de la localidad de San Cristóbal, en Bogotá.
La necropsia mostró que el hombre golpeó al animal en la cabeza. Posteriormente, y al parecer, mató a la perrita con asfixia mecánica. “El sujeto que la asesinó era la pareja de mi madre. Este personaje esperó a que yo saliera con mi otro perrito a que hiciera sus necesidades para asesinarla cruelmente y atacarla en mi propia cama”, afirmó Caroline Flórez, familiar de Lolita, para el medio citado anteriormente.
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Cuando la mujer llegó, encontró a su mascota llena de sangre y golpes en su cabeza. Posteriormente, el hombre afirmó que él había sido el responsable de la muerte del animal, pues la mató con el objetivo de realizarle un daño a su expareja. La familia del animal pide cárcel para él, porque, según afirman, “es un depredador”.
Matar a la mascota, una forma común de violencia contra la mujer
Cada vez es más frecuente escuchar casos en los que los maltratadores retienen, maltratan o le causan la muerte al perro o gato de su pareja, con el objetivo de dañarla psicológicamente. Por ello, surge la pregunta, ¿hay una relación entre las agresiones machistas y los casos de maltrato animal?
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La psicóloga Sonia Vaccaro denominó “violencia vicaria” al tipo de agresión que ejercen personas a través de los hijos de sus parejas, para dañarlas psicológicamente. Según expertos, gracias al fortalecimiento entre los vínculos de mascotas y humanos en la actualidad, varios individuos han decidido no tener hijos, por lo que los animales han comenzado a reemplazar ese rol emocional y de cuidado.
“Las nuevas generaciones han optado por tener menos hijos, por lo que las mascotas se han convertido en un miembro de la familia. Por ello, cuando no hay niños, la manipulación emocional va dirigida a matar a la mascota o desaparecerla, y puede ser igual de efectiva por parte del agresor”, explica María Victoria Zambrano Ibarra, abogada y representante de víctimas de violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil en el Consejo Distrital de Atención a Víctimas de Violencia.
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Este tipo de agresión psicológica y emocional va dirigida al dueño o dueña de la mascota, para lastimarla en lo que más quiere. “Este es un instrumento de coerción, de control de las situaciones de violencia. Es maltrato animal y, al mismo tiempo, una agresión contra la persona”, comenta Zambrano.
El Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal promovió el proyecto “Redes de apoyo”, creado por mujeres pertenecientes al Semillero de género, protección y bienestar animal, para visibilizar los abusos que sufren mascotas y jóvenes en conjunto.
“Las violencias contra las mujeres y sus animales se han hecho tan evidentes que hoy en día algunos países como Estados Unidos, España y México han implementado Refugios seguros, que son acuerdos de cooperación, generalmente entre mujeres, albergues humanitarios o instalaciones veterinarias para brindar también alojamiento a los animales de compañía, los cuales frecuentemente se ven atrapados en la dinámica de control, poder e intimidación que se ejercen, por ejemplo, cuando existe abuso conyugal”, indica Daniela Bernal, bióloga del Instituto Distrital de Proección y Bienestar Animal, en un comunicado de la entidad.
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