Bongo, el perro “enfermero”: así ayuda a mascotas hospitalizadas a recuperarse
Este canino sabe convivir con la vida y la muerte, ya que apoya en la recuperación de mascotas que entran a la veterinaria de su cuidador, ubicada en Buenos Aires, Argentina.
Cuando Miguel Onofrio toma un bisturí, el resto del mundo parece desaparecer a su alrededor. Solo queda el animal que está sobre su mesa, su concentración y un esfuerzo inimaginable por salvar la vida de la criatura. Sin duda, esto lo nota el equipo de personas con las que suele trabajar, entre ellos Bongo, un perrito criollo de pelaje blanco que tiene 11 años y que, hace una década, llegó a la vida del veterinario que vive en el barrio Flores, en Buenos Aires, Argentina, para cambiarlo todo.
Al terminar la operación, el hombre baja con mucho cuidado a su paciente y lo acuesta sobre una colchoneta para que se recupere. Aquí empieza el trabajo de Bongo. El canino toma el liderazgo: se para en frente de la mascota en recuperación, la mira, se recuesta a su lado, pone su cabeza encima de su cuerpo con ternura y se queda allí hasta que el animal convaleciente pueda caminar. Luego se convierte en su sombra y hasta que el animal no reciba el alta no dejará de cuidarlo.
“En la veterinaria se viven grandes alegrías y tristezas. Hay animales que vienen a un simple control, otros que están en tratamiento y algunos muy enfermos. Él se queda al lado de ellos en la sala de espera y durante la consulta. Y en muchos casos se acerca a contener a sus tutores cuando los nota nerviosos o sufriendo”, dice Miguel Onofrio, el veterinario a Infobae.
Bongo llegó a la vida de Miguel porque así lo eligió. “Un día, abro la puerta de casa y él se metió, como si hubiera vivido ahí toda su vida. Yo ya lo había visto. Recorrí todo el barrio con él, preguntando a los vecinos si alguien sabía de dónde era o de quién. Dejé carteles avisando que yo lo tenía, sin embargo, nadie lo reclamó. Se quedó conmigo”, revive el hombre que lo adoptó.
Tras unas vacaciones en la playa, el veterinario volvió a su rutina laboral, pero al subir a la camioneta para ir a la clínica, su perro también subió. Dejó que lo acompañara y desde entonces, se ha convertido en el “enfermero” peludo del establecimiento.
“Me di cuenta de que en él había algo especial el día que castré a la perra de una amiga y, como hago con todos, la dejé recuperándose en el piso, sobre una colchoneta, y él se fue acostar al lado. Le pregunté qué hacía ahí, levantó la cabeza, me miró y se quedó a su lado, en silencio, y con una actitud tan compasiva que me conmovió. Después de ese momento, comencé a prestarle atención porque, obviamente, me sorprendió lo que hacía”, recuerda el hombre de 64 años, que desde hace 38 se especializa en veterinaria homeopática.
Quien cuenta que el canino, por su propia voluntad, es el acompañante de cada uno de los animales que llegan a la clínica y está siempre asistiendo. Mira a todos los perros, los huele, olfatea a sus tutores y está siempre alerta de las necesidades de los demás.
“Siempre digo que es un ángel y no un perro. Hay algo en él que me hace creerlo. Es como si hubiese venido a mutar en este cuerpo de perro para hacer el bien con tanta, pero tanta bondad, porque no puede ser”, finaliza por decir Miguel a Infobae.
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Cuando Miguel Onofrio toma un bisturí, el resto del mundo parece desaparecer a su alrededor. Solo queda el animal que está sobre su mesa, su concentración y un esfuerzo inimaginable por salvar la vida de la criatura. Sin duda, esto lo nota el equipo de personas con las que suele trabajar, entre ellos Bongo, un perrito criollo de pelaje blanco que tiene 11 años y que, hace una década, llegó a la vida del veterinario que vive en el barrio Flores, en Buenos Aires, Argentina, para cambiarlo todo.
Al terminar la operación, el hombre baja con mucho cuidado a su paciente y lo acuesta sobre una colchoneta para que se recupere. Aquí empieza el trabajo de Bongo. El canino toma el liderazgo: se para en frente de la mascota en recuperación, la mira, se recuesta a su lado, pone su cabeza encima de su cuerpo con ternura y se queda allí hasta que el animal convaleciente pueda caminar. Luego se convierte en su sombra y hasta que el animal no reciba el alta no dejará de cuidarlo.
“En la veterinaria se viven grandes alegrías y tristezas. Hay animales que vienen a un simple control, otros que están en tratamiento y algunos muy enfermos. Él se queda al lado de ellos en la sala de espera y durante la consulta. Y en muchos casos se acerca a contener a sus tutores cuando los nota nerviosos o sufriendo”, dice Miguel Onofrio, el veterinario a Infobae.
Bongo llegó a la vida de Miguel porque así lo eligió. “Un día, abro la puerta de casa y él se metió, como si hubiera vivido ahí toda su vida. Yo ya lo había visto. Recorrí todo el barrio con él, preguntando a los vecinos si alguien sabía de dónde era o de quién. Dejé carteles avisando que yo lo tenía, sin embargo, nadie lo reclamó. Se quedó conmigo”, revive el hombre que lo adoptó.
Tras unas vacaciones en la playa, el veterinario volvió a su rutina laboral, pero al subir a la camioneta para ir a la clínica, su perro también subió. Dejó que lo acompañara y desde entonces, se ha convertido en el “enfermero” peludo del establecimiento.
“Me di cuenta de que en él había algo especial el día que castré a la perra de una amiga y, como hago con todos, la dejé recuperándose en el piso, sobre una colchoneta, y él se fue acostar al lado. Le pregunté qué hacía ahí, levantó la cabeza, me miró y se quedó a su lado, en silencio, y con una actitud tan compasiva que me conmovió. Después de ese momento, comencé a prestarle atención porque, obviamente, me sorprendió lo que hacía”, recuerda el hombre de 64 años, que desde hace 38 se especializa en veterinaria homeopática.
Quien cuenta que el canino, por su propia voluntad, es el acompañante de cada uno de los animales que llegan a la clínica y está siempre asistiendo. Mira a todos los perros, los huele, olfatea a sus tutores y está siempre alerta de las necesidades de los demás.
“Siempre digo que es un ángel y no un perro. Hay algo en él que me hace creerlo. Es como si hubiese venido a mutar en este cuerpo de perro para hacer el bien con tanta, pero tanta bondad, porque no puede ser”, finaliza por decir Miguel a Infobae.
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