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Un perro robot es la nueva creación de un grupo multidisciplinario de investigadores de la Universidad de Antioquia y el Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM). Ahora, con el modelo canino, vendrá el replanteamiento de la educación veterinaria que se ha tenido hasta ahora, pues su objetivo es brindar a futuros profesionales una aproximación –lo más real posible– a la anatomía de un perro.
“Teníamos una pregunta: ¿por qué en medicina veterinaria no existe un simulador más fidedigno para los entrenamientos de los estudiantes?”, dijo Sonia Cecilia Orozco Padilla, investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UdeA, quien explicó que los modelos existentes son peluches o estructuras muy rígidas que no se relacionan con la realidad.
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La invención de este artefacto, que inicialmente será de carácter educativo, fue motivada porque en la actualidad los estudiantes de los pregrados de medicina veterinaria del país usan peluches o estructuras rígidas que dificultan entender la fisionomía del animal.
De esta forma, las instituciones de educación superior pusieron sus esfuerzos en el “modelo biomecatrónico para entrenamiento veterinario que incluye módulos de simulación mecánicos, eléctricos y electrónicos y túneles subcutáneos para conectarse”. La creación recibió la patente de invención por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio —SIC—, a través de la Resolución 59195 del 28 de septiembre de 2023.
De acuerdo con la institución educativa, la elaboración de este robot inició gracias a la donación del cuerpo de un pequeño perro y se usó en él la técnica de plastificación para convertir sus órganos. “Retiramos toda el agua de las células, la remplazamos con acetona y posteriormente con silicona; lo que permitió que el espécimen quedara con su forma real”, contó Lynda Jhailu Tamayo Arango, investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UdeA, quien destacó la importancia de la técnica para este tipo de proyectos.
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Diana Alexandra Orrego Metaute, investigadora del ITM, sobre la otra parte del proceso, dijo: “Planteamos un módulo mecatrónico, con una parte mecánica para la percusión y presión sanguínea y una parte electrónica para la señal electrocardiográfica y el llenado capilar”.
El resultado: el modelo de un perro con una apariencia impecable, que además permite ejecutar prácticas de resucitación cardíaca, cerebral y pulmonar; evaluar el estado neuronal del animal a través del reflejo pupilar; y hacer toma de muestras sanguíneas, de presión femoral y acondicionamiento de catéteres.
“Con esta herramienta podemos programar las alteraciones clínicas que puede tener el animal y mirar las alternativas de solución y sus reacciones; obvio en un modelo biomecatrónico, pero flexible y completamente realista”, expresó la profesora Orozco Padilla.
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