El último acto de amor: duelo por la aplicación de eutanasia en mascotas

Jerónimo encontró al padre de Tatiana Gómez desolado y a ella sin trabajo. Su abuelo había muerto hacía poco, por lo que Tatiana recuerda que la luz de su padre se había apagado. El perrito llegó al hogar con solo 40 días, en el mes de agosto, como una brisa de aire fresco para toda la familia.

Jerónimo encontró al padre de Tatiana Gómez desolado y a ella sin trabajo. Su abuelo había muerto hacía poco, por lo que Tatiana recuerda que la luz de su padre se había apagado. El perrito llegó al hogar con solo 40 días, en el mes de agosto, como una brisa de aire fresco para toda la familia.

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Era un San Bernardo, con pelo largo y mirada compasiva. Desde muy pequeño, tuvo una conexión bastante grande con el padre de Tatiana, Carlos Arturo Gómez. “Puedo decir que Jerónimo tenía la misma mirada que mi papá”, comenta ella.

Cuando Tatiana habla del perro, su voz se quiebra. Ella le jalaba la oreja y le contaba secretos, “estoy segura de que él me entendía. Era mi gran compañía y, además, era mi parche. Él me acompañaba a salir y dábamos una vuelta, para ver si se me quitaba la bobada”, recuerda con una sonrisa.

Jerónimo comía con cuchara de palo. No le gustaban las pepas. Comía pollo, carne, mollejas con arroz, todo sin sal, porque tenía una dieta meticulosamente cuidada por Nelly Rodríguez, la madre de Tatiana. Sus golosinas favoritas eran el pan de queso y el hielo. “Antes de irse por la eutanasia, comió pan y comió hielo”, comenta Tatiana.

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Al perrito tuvieron que aplicarle la eutanasia en noviembre de 2022. “Ese fue el día en que de verdad se me partió el corazón. Él fue un perro bastante leal que vino a darnos muchas lecciones. Y una de estas fue irse. Esta fue una de las lecciones más difíciles que hemos aprendido”, comenta Tatiana.

Laura Vidal es una escritora, conferencista y especialista en gestión del dolor animal española que ha aprovechado su experiencia personal para ayudar a otros a superar el duelo por la pérdida de sus mascotas. Laura tuvo que aplicar eutanasia a sus dos perros, por lo que se percató de lo incomprendido que suele ser el duelo por la partida de un animal de compañía.

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La experta reconoce que en el duelo por los animales siempre existe un sentimiento de culpa. Pero, después de la eutanasia, varios dueños de animales sienten que ellos han sido los culpables de matar a su animal, “varios de mis pacientes me dicen que ellos son los culpables por la muerte de sus mascotas”, explica la experta.

No obstante, Vidal considera que es necesario cambiar la mentalidad en torno a este proceso. “La eutanasia es el acto de amor en mayúsculas. Por aliviarle el dolor a tu mascota, terminas causándote dolor a ti mismo”, afirma la experta.

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Tatiana siente que no ha podido salir del duelo por la pérdida de su mascota. Al llegar a su casa en Bucaramanga y no ver a su perro, siente que su corazón se fractura en mil pedazos. “Yo siempre siento a Jero al lado, lo siento muy cerca. Así me digan que adopte y que tenga a otro perro, no lo voy a lograr hasta que no esté preparada. Me siento culpable por adoptar a otro animal, una gatita que murió cuatro días después, sin hacer el duelo respectivo por mi perro”, explica Tatiana.

Angélica Ruales, médica veterinaria integrativa y especialista en medicina interna que tiene formación en manejo del duelo en personas, afirma que existen bastantes tipos de duelos que las personas viven, dependiendo del vínculo que los propietarios tenían con sus mascotas. “Algunos tutores se encuentran en negación, lo que puede dificultar bastante el proceso”.

La experta considera que el duelo es bastante distinto cuando se aplica eutanasia a una mascota. La eutanasia suele estar ligada a un compromiso y a una decisión consciente, que puede servir como una terapia para facilitar la muerte del animal. “Algunas creencias pueden dificultar este proceso. Muchas personas creen que son pseudo-asesinas. Pero, en realidad, esto significa que el amor por el animal es tan grande que no quieren verlo sufrir”, comenta Angélica Ruales.

Uno de los principales consejos que brinda Laura Vidal es no tomar la decisión de forma individual. “Es necesario tener en cuenta la opinión del veterinario. Si usted no confía al cien por ciento en ese veterinario, puede consultar a otro también. También, puede hablar con la familia, para que entre todos decidan qué deben hacer con el animal”, afirma Laura.

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“Varias personas que le han aplicado eutanasia a su mascota relatan una mirada bastante común en sus animales, yo la he visto también. Esta mirada que dice ´no puedo más, estoy sufriendo mucho’. Es importante tener en cuenta los sentimientos del animal también”, explica la experta.

Del mismo modo, es necesario tomarse el tiempo necesario para poder prepararse emocionalmente para despedir al animal. Los ajetreos y la velocidad con la que se mueve la vida hace que varios propietarios de animales quieran acabar con el dolor de su mascota lo más rápido posible. Pero, luego, queda el sufrimiento y la incapacidad de sanar el duelo porque su animal de compañía se fue demasiado rápido.

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“Muchas veces, las personas que tuvieron que aplicar eutanasia a su animal están trabajando una hora después, porque no les dan ni el día libre al trabajo. Esto hace que al cerebro le cueste bastante asimilar la pérdida”, comenta Laura.

Jerónimo, el perro de Tatiana, murió con 11 años de edad. Los San Bernardo tienen una expectativa de vida entre 8 y 9 años, por lo que Tatiana considera que les regaló 3 años de vida. Ella recuerda que su jefe le dio días libres para tratar el duelo de su mascota.

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El San Bernardo había nacido con displasia de cadera, motivo por el cual lo operaron y le cortaron un cartílago de su pierna. En una ocasión, un pitbull lo atacó, por lo que se le salió la cadera. Jerónimo comenzó a sanar sus heridas con amor, pero, con el paso del tiempo, le comenzaron a doler mucho sus articulaciones. “Por las noches, ya le dolía demasiado, no podía soportarlo. Hicimos todo lo posible para mantener su calidad de vida: cannabis para mascotas, terapia con las manos, medicamentos, entre otros. Pero empezó a decaerse. Cuando nos tocó aplicarle la eutanasia, mi papá, mi hermana Karen, mi mamá y yo tomamos la decisión en familia, fue muy doloroso”, recuerda Tatiana.

Los duelos son procesos por el que pasan todos los propietarios de los animales. “Pero, sí es verdad que el duelo, como todo proceso, debe ir cambiando. Una mala señal en el duelo es cuando sentimos que estamos siempre en el mismo lugar. Esto quiere decir que estamos varados en un solo sitio”, explica Laura Vidal.

La escritora y conferencista en duelo por mascotas asegura que, en muchas ocasiones, el precio a pagar por no gestionar bien el duelo es el decidir no volver a tener un animal en su vida. “Los animales enseñan el amor incondicional y lo maravillosos e increíbles que son. Yo creo que ellos, desde donde estén, se sentirían mal si decidimos no tener otro animal”, afirma la experta.

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Varias personas deciden afrontar el duelo una vez el animal ya está muerto. Pero las expertas coinciden en que lo más importante para sobrellevar este proceso es prepararse antes del fallecimiento de la mascota. Los animales van a vivir menos que sus propietarios. Bastante sufrimiento puede evitarse si las personas hacen una despedida consciente. “Cuando el animal se hace viejito, comenzamos a vivir un proceso de duelo. Necesitamos un proceso para gestionarlo. Todo esto debe trabajarse y mucho antes de la eutanasia, no después”, explica Laura Vidal.

Angélica Ruales ha tenido pacientes oncológicos, motivo por el cual ha decidido tener un duelo “anticipado” con los propietarios, para que ellos se preparen y sepan qué es lo que va a suceder.

“Nosotros solemos ver la muerte como si fuera rendirse o perder la batalla, pero no es así. La muerte simplemente es un cambio de estado, un proceso natural”, concluye Laura Vidal.

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