Hombre cumple cien años y le llevan decenas de perros para festejar su día
“Él simplemente ama, ama, ama a los perros”, comentó la hija de Robert Moore, un ciudadano estadounidense que recibió 200 perros con disfraces para celebrar su día especial.
Cuando Alison Moore comenzó a pensar en ideas para celebrar los 100 años de su padre, sabía que había un elemento que no podía faltar: su fiesta debía tener perros.
Leer: Los sonidos que hacen los gatos y su significado
Robert Moore muestra todo el cariño y afecto que siente por los perros cada vez que se encuentra a uno en la calle. Su hija y sus dos hermanos querían realizar algo especial para festejar su cumpleaños. “Varios de sus mejores amigos ya no están con nosotros”, comentó para The Washington Post. Por ello, decidieron suplir ese vacío trayendo los animales que él ama.
Seis días antes de su celebración, Alison Moore publicó en redes sociales su idea, para que varios perros visitaran a su padre en este desfile de mascotas, que se desarrolló el 17 de junio. Las personas comenzaron a difundir su mensaje en otros grupos locales y en redes sociales.
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“Vivimos en una comunidad pequeña y agradable. Pensé que podría hacer que algunos de mis vecinos y amigos vinieran”, comentó Alison Moore para el medio citado anteriormente. Además, agregó que planeaba que su padre se sentara fuera de su casa con una pancarta y montara una pequeña línea de perros para acariciarlos.
Su padre, que fue decano de ciencias aplicadas y artes en la Universidad Estatal de San José durante 25 años, se sintió profundamente conmovido por el suceso.
El evento se pensó con el objetivo de alegrar a Robert Moore, pero terminó siendo un día encantador para las personas que asistieron. Rodger “O’B” O’Brien, un hombre de 88 años de edad que tiene Alzheimer, también asistió. Su hija, Denise O’Brien, lo llevó en su sillón geriátrico, junto con su perro Lucky.
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Su padre ha sufrido de esta enfermedad durante los últimos 11 años. El hombre solo recuerda el nombre de su esposa y el de su perro. Por ello, presentó con orgullo a Lucky a todas las personas en el desfile. “Fuimos los primeros en llegar y los últimos en irnos. Esto alegrará a mi padre por el resto del año”, aseguró la hija para The Washington Post.
Se conmemoran 100 años de la historia de Hachiko, “el perro más fiel del mundo”
Hachiko nació en una granja de Odate, ciudad japonesa, en noviembre de 1923. El cachorro fue entregado en enero de 1924 a un profesor de la Universidad Imperial de Tokio, que vivía en Shibuya Ward, llamado Hidesaburo Ueno.
Este animal era un perro de raza akita inu. En Japón, este can se considera un tesoro nacional, pues ha sido objeto de veneración, como símbolo de buena salud, prosperidad y buena fortuna.
Alrededor de su historia se han creado libros, películas y una serie de dibujos animados de ciencia ficción. Del mismo modo, se han realizado historias de otros sabuesos devotos, como Greyfriars Bobby. No obstante, ninguno de ellos ha tenido el impacto global que ha logrado Hachiko.
El alcance de la historia ha sido tan profundo, que se construyó una estatua de bronce de él frente a la estación de Shibuya en Tokio, en el espacio en donde esperó en vano a su propietario durante una década. La estatua recibe cada año a miles de visitantes, quienes recuerdan la frase “Te esperaré, no importa cuánto tardes”.
A escolares japoneses se les enseña la historia de Hachiko, para poder brindar representación de devoción y fidelidad.
Leer: “Los medios de comunicación deben ser la voz de los animales”: Alejandra Giraldo
La historia de Hachiko comenzó en enero de 1924, cuando fue entregado al profesor de la Universidad Imperial de Tokio, que vivía en Shibuya Ward, llamado Hidesaburo Ueno.
El profesor comenzó a llevarlo a la estación de Shibuya en su camino a la universidad. Sin embargo, un año después de tener al perro, este murió y la vida de Hachiko cambió de forma drástica.
Hachiko, sin saber lo que sucedió, continuó regresando todos los días a la estación de Shibuya para esperar a su dueño durante los siguientes nueve años, nueve meses y quince días.
Leer: ¿Sin planes para Navidad? Cinco parques para pasear con su mascota en Bogotá
El perro murió el 8 de marzo de 1935 y su partida fue difundida en todos los medios de Japón. Durante el funeral del can se hicieron oraciones a cargo de monjes budistas, además de poemas, crónicas y cuentos sobre el animal.
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Cuando Alison Moore comenzó a pensar en ideas para celebrar los 100 años de su padre, sabía que había un elemento que no podía faltar: su fiesta debía tener perros.
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Robert Moore muestra todo el cariño y afecto que siente por los perros cada vez que se encuentra a uno en la calle. Su hija y sus dos hermanos querían realizar algo especial para festejar su cumpleaños. “Varios de sus mejores amigos ya no están con nosotros”, comentó para The Washington Post. Por ello, decidieron suplir ese vacío trayendo los animales que él ama.
Seis días antes de su celebración, Alison Moore publicó en redes sociales su idea, para que varios perros visitaran a su padre en este desfile de mascotas, que se desarrolló el 17 de junio. Las personas comenzaron a difundir su mensaje en otros grupos locales y en redes sociales.
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“Vivimos en una comunidad pequeña y agradable. Pensé que podría hacer que algunos de mis vecinos y amigos vinieran”, comentó Alison Moore para el medio citado anteriormente. Además, agregó que planeaba que su padre se sentara fuera de su casa con una pancarta y montara una pequeña línea de perros para acariciarlos.
Su padre, que fue decano de ciencias aplicadas y artes en la Universidad Estatal de San José durante 25 años, se sintió profundamente conmovido por el suceso.
El evento se pensó con el objetivo de alegrar a Robert Moore, pero terminó siendo un día encantador para las personas que asistieron. Rodger “O’B” O’Brien, un hombre de 88 años de edad que tiene Alzheimer, también asistió. Su hija, Denise O’Brien, lo llevó en su sillón geriátrico, junto con su perro Lucky.
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Su padre ha sufrido de esta enfermedad durante los últimos 11 años. El hombre solo recuerda el nombre de su esposa y el de su perro. Por ello, presentó con orgullo a Lucky a todas las personas en el desfile. “Fuimos los primeros en llegar y los últimos en irnos. Esto alegrará a mi padre por el resto del año”, aseguró la hija para The Washington Post.
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Hachiko nació en una granja de Odate, ciudad japonesa, en noviembre de 1923. El cachorro fue entregado en enero de 1924 a un profesor de la Universidad Imperial de Tokio, que vivía en Shibuya Ward, llamado Hidesaburo Ueno.
Este animal era un perro de raza akita inu. En Japón, este can se considera un tesoro nacional, pues ha sido objeto de veneración, como símbolo de buena salud, prosperidad y buena fortuna.
Alrededor de su historia se han creado libros, películas y una serie de dibujos animados de ciencia ficción. Del mismo modo, se han realizado historias de otros sabuesos devotos, como Greyfriars Bobby. No obstante, ninguno de ellos ha tenido el impacto global que ha logrado Hachiko.
El alcance de la historia ha sido tan profundo, que se construyó una estatua de bronce de él frente a la estación de Shibuya en Tokio, en el espacio en donde esperó en vano a su propietario durante una década. La estatua recibe cada año a miles de visitantes, quienes recuerdan la frase “Te esperaré, no importa cuánto tardes”.
A escolares japoneses se les enseña la historia de Hachiko, para poder brindar representación de devoción y fidelidad.
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La historia de Hachiko comenzó en enero de 1924, cuando fue entregado al profesor de la Universidad Imperial de Tokio, que vivía en Shibuya Ward, llamado Hidesaburo Ueno.
El profesor comenzó a llevarlo a la estación de Shibuya en su camino a la universidad. Sin embargo, un año después de tener al perro, este murió y la vida de Hachiko cambió de forma drástica.
Hachiko, sin saber lo que sucedió, continuó regresando todos los días a la estación de Shibuya para esperar a su dueño durante los siguientes nueve años, nueve meses y quince días.
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El perro murió el 8 de marzo de 1935 y su partida fue difundida en todos los medios de Japón. Durante el funeral del can se hicieron oraciones a cargo de monjes budistas, además de poemas, crónicas y cuentos sobre el animal.
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