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Ana María Cardona, más conocida en redes sociales como La Rubia Inmoral, es una escritora, empresaria y creadora de contenido que usa las plataformas digitales para hablar de diferentes temas relacionados con la salud mental, la moda y el feminismo.
La autora del libro Pastillas y cheesecake de limón también es reconocida por el gran amor que le tiene a los animales, especialmente a los perros. La historia de Paleta y Chéchere, sus dos mascotas rescatadas, demuestra el poder sanador que tienen estos seres sintientes en la vida de las personas.
¿De dónde nació su amor por los animales? ¿Es algo de toda la vida o de los últimos años?
Yo cuando estaba chiquita siempre quise tener un perrito, pero mis papás jamás me lo dieron. En la universidad me conseguí uno y terminó siendo la mascota familiar. Luego, tras un episodio con mi salud mental muy grave, llegó Humberto, un perrito que terminó siendo también de mis papás porque se quedó encerrado en pandemia con ellos. Años después, llegaron Paleta y Chéchere.
Todos mis perros, sobre todo estos dos últimos, me han enseñado un montón acerca del trauma, de abrirnos al amor, al respeto y de que necesitamos mucha paciencia para volver a confiar cuando estamos rotos.
¿Cuál es la historia de Paleta?
Yo sigo y donó a un montón de fundaciones de animales. Un día, uno de esos albergues publicó el caso de Paleta: vivía en La Guajira y la comunidad le había puesto un palo gigante en el cuello como una forma de castigo. En la fundación dijeron que le quedaban pocas horas de vida. Yo dije “me voy a traer a este perrito”. Le conté a mi esposo y me dijo: “¿cómo te vas a traer a un perro?, ¿cómo lo vas a cuidar?”. Yo le dije: “no sé, ahí miraré”. Cuando finalmente llegó fue una odisea gigante porque lo mandaron en una aerolínea sin correa, ni nada y casi se nos escapa.
Él era un perrito que le tenía miedo a absolutamente todo, creía que todo el mundo le iba a hacer daño, entonces fue muy complejo al principio. Por eso, verlo ahora es lo más feliz que me pasa en la vida. Paleta y yo tenemos una conexión increíble, yo digo que él es literalmente mi corazón.
¿Y Chéchere cómo llegó a su vida?
Cheche llegó dos años después gracias a la misma fundación, era un cachorrito en ese entonces. Me dijeron que lo encontraron tirado en un lugar de La Guajira. En ese momento yo vivía en París y le dije a Alejandro, mi esposo, que quería adoptarlo. Sentía que Paleta necesitaba un hermanito, alguien que lo animara.
A Chéchere le ha costado mucho abrirse a las personas, es superdesconfiado, no le gusta que lo toquen mucho y tiene un tipo de personalidad muy diferente a la de Paleta. Yo tenía mucho miedo de que no se llevaran bien, sobre todo porque Paleta es muy celoso conmigo. Pero, afortunadamente, ambos conectaron de una, se cuidan mutuamente y siempre están pendientes uno del otro.
Es muy normal que los animales víctimas de maltrato desconfíen de todas las personas. En su caso, ¿cómo logró ganarse el corazón y la confianza de ellos?
Es un proceso de mucho tiempo. Paleta, por ejemplo, le tiene mucho miedo a los hombres y a ciertos objetos como las botas largas, palos, correas o cosas similares. Lo más probable es que lo hayan maltratado con estas cosas.
Yo creo que más allá de esperar a que se abran a uno, es estar ahí para ellos. Lo más importante cuando uno adopta, sobre todo en casos como estos, es nunca esperar que el perro sea perfecto. Paleta es superreactivo y lo amamos así. No esperamos que los perros se acostumbren a nosotros, sino que tratamos de darles la mejor calidad de vida posible.
En sus redes sociales habla mucho de salud mental y ha contado abiertamente que tiene trastorno afectivo bipolar, ¿cómo hace para equilibrar eso con la tenencia de los perros?
Yo creo, y eso es algo que he hablado mucho con mi psiquiatra, que si alguien tiene picos de depresión o tiene cualquier trastorno, debería aprender a cuidar a un ser. Cuando uno ama tanto a otro ser, tiene que cumplir con unos mínimos. Mis perros me obligan todos los días a pararme de la cama. ¿Por qué? Pues porque los tengo que alimentar, los tengo que sacar, tengo que prestarles atención.
Ellos te enseñan un montón de cosas sobre el cuidado. Muchas amigas que tienen temas diferentes con su salud mental han rescatado a un animal, sea gato o perro, y eso les ha cambiado y les ha dado un significado muy diferente de la vida. Creo sencillamente que cuidar a otro ser ya te da a ti una perspectiva totalmente diferente del mundo.
¿Qué le han enseñado sus mascotas?
Con mis perros he aprendido que el trauma no se va del todo, pero que aun así es posible disfrutar de la vida. También me han enseñado que no hay un ser tan roto que con paciencia, amor y respeto no logre confiar nuevamente.
¿En qué se parece a sus perros?
Paleta es igual de reactivo a mí con la gente. Somos iguales en lo poco sociables. Ambos desconfiamos al principio, pero después somos un amor. A Alejandro le gusta mucho decir que Cheche es igual de hiperactivo a él e igual de desbalanceado mentalmente a mí.
¿Cuál es la travesura más grande que han hecho Paleta y Chéchere?
Cheche una vez se desayunó unos zapatos Gucci. Tenía un montón de zapatos para escoger y justo decidió comerse los más caros. A mí me importa muy poco lo material, entonces lo tomé con humor. Paleta no es tan dañino, pero tiene algo y es que es muy canequero. Él estaba acostumbrado a comer residuos y no puede ver una bolsa de basura porque de una va y se come todo. Yo honestamente soy una mamá muy relajada y me terminó riendo de ese tipo de cosas.
¿Ha pensado en agrandar la manada? ¿De pronto tener un gato?
Por ahora no. Creo que con ellos dos, por el momento, estamos bien.
¿Una canción que le dedicaría a Paleta?
No me acuerdo de un título ahorita, pero cualquier cosa que diga que me salvó la vida, que me la salva todos los días.
¿Algún mensaje que quiera dejarle a las personas que están leyendo?
Que abrirse a amar a uno de estos seres es posiblemente una de las experiencias más maravillosas de la vida.
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