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José Luis Matos, mejor conocido como Choco Aventura, es un joven de 26 años que vivió en las calles por más de la mitad de su vida. Una difícil situación con su familia hizo que saliera de su hogar, en Barranquilla, y comenzara un largo viaje, caminando por horas, con tan solo $300.000 en el bolsillo y un destino incierto.
Cuando solo tenía 12 años conoció a uno de sus mejores amigos, quien le decía chocolate, pero lastimosamente falleció. “Mi amigo hoy en día no está conmigo y en honor a mi parcero dejé que me llamaran Choco, por lo negro”. Y así quedó, un apodo que más adelante le serviría para que lo reconocieran más fácil en las calles.
Siempre fue amante de los animales, en su casa tenían mascotas y cuando decidió irse uno de sus primeros compañeros de viaje fue Tango, un perrito “caribonito” con una mancha amarilla de cada lado, “me lo robaron”, recuerda. De inmediato a su mente vienen otras anécdotas con otros peludos entre ellos Mechas, que era muy parecido a él por su peinado afro y lo acompañaba a cuidar carros, “a Mechas también me lo robaron y caí en depresión, fue muy duro para mí”, dice mientras suenan los ladridos de sus perros.
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Él sabe que lo aclaman y ¿cómo no? Lupe, Shaggy y Nena están vivos gracias a él y él está vivo gracias a ellos. “Ya, ya voy para allá” les responde con dulzura mientras habla con nosotros.
Nena tiene 12 años es de color café, con una gran mancha blanca en su cara y sus canas son visibles en las fotos que comparte Choco en su cuenta de Instagram, donde tiene más de 179 mil seguidores. Se conocieron, como es de esperarse, en la calle, cuando él estaba pasando por una situación muy difícil.
“Yo vi la vi pasar y ya, todo bien, pero luego volvió a pasar y estaba abandonada, decidí quedarme con ella y cuidarla”, y desde ese momento fue su compañera fiel. Dormían en un sleeping debajo de puentes, voladizos o a la intemperie, en cualquier parte del país, porque ella sí que es toda una guerrera.
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Shaggy, por su parte, fue el angelito -como él lo llama- que le cambió la vida. Hace exactamente un año, en enero de 2022, Choco le pidió a una persona que le regalara un pastel, compró unas velas (con los únicos 500 pesos que tenía), y festejó con sus animales el cumpleaños de Shaggy en una calle de Bucaramanga, Santander.
Su vídeo se volvió viral en redes sociales y fue así como recibió la ayuda de varias personas, aunque muchas de las promesas que le hicieron se quedaron en palabras. “Lo que importa es que no quiero volver al sitio donde estaba antes, ahora me siento mejor, con el autoestima arriba y más con mis angelitos”.
Y es que quién quiere volver a ese sitio que representa oscuridad y soledad, Choco solía caminar por las calles de Bucaramanga en busca de algo que le alcanzara para que él y sus dos perros comieran al menos una vez al día. Las fechas especiales las pasaba bajo un puente con Shaggy cuidándole los sueños, quien no dejaba que nadie se le acercara, incluso una vez le salvó la vida.
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Así como lo hizo Nena con la impotente mirada hacia arriba cuando José Luis atentó contra su vida. “Recuerdo en uno de esos días cuando me sentía muy triste, muy deprimido tuve como cuatro intentos de suicidio y gracias a Dios en uno de ellos se reventó la cuerda y lo primero que hice fue abrazarla y arrepentirme, no la podía dejar sola” se lamenta.
Fueron ellos quienes le dieron la fuerza necesaria para que el pasado 24 de diciembre pudiera abrazarlos de nuevo y volver a llorar, pero esta vez de felicidad, porque podía pasar las festividades bajo un techo junto a quienes llama “sus hijos”. “Incluso mis perros se beneficiaron porque yo sufría mucho con ellos por el ruido de la pólvora, ahora estaban seguros” dice con alegría.
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¿Qué hace José Luis actualmente?
Luego de salir de las calles con la ayuda de algunas personas y del público, Choco vivió en varios hoteles hasta que hace tres meses tuvo la oportunidad de vincularse como mecánico de motos en un taller en Bucaramanga y, con el dinero que gana pudo pagar un pequeño apartamento donde vive con Shaggy, Nena y Lupe, una cachorra de tres meses que ama comer carne y que, según él, es muy hiperactiva.
“Realmente mi vida, cambió muchísimo porque ser un habitante de calle es prácticamente ser rechazado por la sociedad, ahora voy por la calle y me saludan y a mis perros también” complementa.
Gracias a su trabajo, Choco puede alimentar a sus perritos, pero no es suficiente. “Imagínese, somos tres y ellos comen mucho, parecen una pelota, pero no se llenan” dice entre risas. Por esa razón, tiene dos proyectos en mente: uno de ellos es crear unas camisetas marca Choco que le permitan tener un ingreso estable y el otro es apoyar a diferentes fundaciones de animales y que todo el proceso sea documentado a través de YouTube, con el objetivo de monetizar los contenidos.
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“La idea es que una parte sea para la fundación, ya sea con alimentos o cualquier ayuda y la otra parte me pueda ayudar a mi a crear la mía”, comenta esperanzado.
Al preguntarle que por qué rescatar a estos animales sabiendo el costo que esto acarrea, él responde con total desprendimiento de lo material: “no es el costo, es la satisfacción de poder salvar una vida y darle el color que le quitó otra persona a otro animalito”, una frase que representa lo que une a José Luis con los animales, la pureza en su alma.
*Actualmente, la situación económica de Choco no es tan favorable como él quisiera. Si usted se encuentra en la ciudad de Bucaramanga y quiere ayudar a José Luis con algún tipo de empleo o económicamente puede comunicarse al 313 312 16 40.
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