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En una entrevista con el programa Good Morning America, Samantha Griffin relató que el incidente ocurrió a finales de junio cuando la alarma de incendios en su apartamento comenzó a sonar repetidamente. Al principio, pensó que era un problema con la batería y desconectó el dispositivo, pero un día Luna empezó a comportarse de manera inusual y Griffin comenzó a sentir una fuerte migraña.
“Normalmente, tengo migrañas, así que eso no es extraño, pero lo extraño fue que Luna no me dejaba dormir, a pesar de que suele ser tranquila”, explicó Griffin a Good Morning America. “Ella me molestó todo el día para que saliéramos y luego se abalanzó sobre mí. Creo que todavía tengo moretones de donde me golpeó”.
Antes de que sonara la alarma de monóxido de carbono, la perrita ya había estado tratando de alertar a Griffin de la situación peligrosa. Por lo que finalmente, la mujer decidió no tomar su siesta y salir del apartamento a contactar al personal de mantenimiento, quienes al llegar detectaron niveles peligrosamente altos de monóxido de carbono.
Como cuenta Griffin, la compañía de gas encontró 97 partes por millón de monóxidos de carbono en su apartamento, una concentración que podría haber sido fatal si no se hubiera actuado con prontitud. “Según su entrenamiento, estar en un lugar con más de 50 partes por millón durante más de media hora significa que estás muerto. No sé cómo sobreviví”, añadió en entrevista con Good Morning America.
Tras la inspección de los funcionarios, la fuga fue atribuida a un nido de pájaros en el conducto de humo del calentador de agua a gas del edificio.
Hoy, tanto Griffin como Luna se recuperan satisfactoriamente. La perrita, que temporalmente había dejado de comer debido al estrés, ha vuelto a su estado activo y juguetón y come con normalidad. “Luna me salvó la vida ese día”, afirma Griffin con emoción. “Si no me hubiera sacado, probablemente me habría dormido y muerto”.
Esta historia no solo es un testimonio conmovedor del profundo vínculo entre los humanos y los animales, sino también un recordatorio del potencial que tienen nuestros compañeros peludos para actuar como guardianes en momentos críticos.
Griffin adoptó a Luna en septiembre de 2023 para ayudarla con su trastorno de estrés postraumático, sin imaginar que ella no solo sería una compañía, sino también una salvadora. “Estoy abrumada y agradecida por todo esto. No sé dónde estaría ahora sin ella”, aseguró Griffin a Good Morning America.
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