Perros guía o lazarillos: mucho más que los ojos de quienes no ven
En La Red Zoocial hablamos con Juan Carlos Guerrero, entrenador de la Asociación Colombiana de Perros de Asistencia (APAC) sobre los beneficios psicosociales que brindan los perros guía a quienes tienen discapacidad visual, el entrenamiento de estos animales y el panorama general en Colombia.
Laura Tatiana Vargas Lizarazo
Arya es la perra guía de Andrés Jaramillo, un músico bogotano que perdió la visión hace 14 años por una patología llamada glaucoma ocular, una enfermedad que daña el nervio óptico. Para Andrés, salir de su casa sin el apoyo de Arya es muy complicado, pues desde hace más de 12 años va a todas partes con una canina que orienta sus pasos.
“Ella me presta sus ojos y su cuerpo para guiarme de una manera incondicional. No le importa la hora, yo me levanto a las 3:00 a.m. y ella ya está en la puerta esperándome. Es la extensión de mi cuerpo. Su trabajo consiste en evadir obstáculos, huecos, postes, paredes, etc. También aprende caminos. Ary sabe cuál es el recorrido de la casa al trabajo, o de la casa a la panadería, o al parque. Donde tenga que trabajar, trabaja y lo hace muy bien. Andar con un bastón es como andar en un Renault 4, mientras que andar con un perro guía es como andar en un Ferrari”, cuenta Andrés.
Los perros guía, también conocidos como lazarillos, son caninos que, gracias a su inteligencia, facilitan la movilidad de las personas ciegas o con una discapacidad visual grave. Estos animales están entrenados para evitar obstáculos, aprenderse caminos, buscar puertas de acceso, encontrar asientos libres en transportes públicos y alertar a su dueño sobre la presencia de andenes, escaleras o desniveles en el pavimento.
Juan Carlos Guerrero, instructor profesional de perros guía de la Asociación Colombiana de Perros de Asistencia (APAC), inscrita en 2013, y director de la Fundación Luz en el Sendero, explica que el adiestramiento de estos caninos es bastante complejo. La madurez y experiencia de la unidad funcional (perro - usuario) son fundamentales para garantizar el éxito.
Este proceso de entrenamiento se puede dividir en tres etapas: obediencia básica, adiestramiento específico (línea recta, bordillos, obstáculos de todo tipo) y acoplamiento. “El entrenamiento consiste en desarrollar respuestas a ciertas situaciones. La educación del cachorro o del perro medianamente joven está ligado a cosas básicas como sentarse, echarse, quedarse quieto. Luego viene la etapa especializada de perro guía, donde aprenden a sortear obstáculos, a guiar a una persona a un sitio determinado. Y después está la parte del acoplamiento, que es bien delicada porque hay que lograr que el perro se acople a la persona ciega de forma exitosa”, explica guerrero.
Leer: “Ella me presta sus ojos y su cuerpo para guiarme de una manera incondicional”
A lo largo de sus 23 años de labor, Juan Carlos ha llevado a cabo más de 300 acoplamientos exitosos con personas que tienen discapacidad visual. Según él, este tipo de adiestramiento se diferencia de otros porque maneja una gran profundidad psicológica. Además de cumplir sus funciones básicas, los lazarillos están capacitados para desobedecer una orden de su usuario cuando la ejecución implica un peligro para su integridad física.
“Los perros guías se trabajan sobre algo que se llama condicionamiento móvil. Es decir, ellos aprenden recorridos fácilmente de la casa al supermercado, de la casa al trabajo, y respetan esos recorridos. Anexo a esto, hay todo un trabajo de protección al usuario. Los perros guía deben pensar antes que nada en proteger al usuario”.
Antes de conocer a Ayra, Andrés tuvo otras dos perras guía de raza labrador retriver. Atenea, la primera de ellas, se jubiló por un problema de salud luego de acompañarlo por casi dos años. Inmediatamente después llegó Gema, quien no solo reemplazó sus ojos por más de una década, sino que además fue su amiga incondicional. Estas caninas llegaron a cambiar su vida y a brindarle esa independencia que había perdido.
“A Atenea la recuerdo todavía con mucho amor y cariño. Era súper dócil, yo le decía con la traílla ´muévete´ y ella lo hacía enseguida. Ella empezó a brindarme esa seguridad que había perdido, pude volver a sentir el viento en la cara y esa autonomía de movilizarme. Después llegó Gema, una perra fuerte, temperamental, muy segura de sí misma. La amo con toda mi alma, es una perra modelo, un ejemplo. Yo jamás tuve un accidente con ella, una caída, nada. Caminamos juntos por muchos años”, relata Andrés.
Para Juan Carlos, los perros guía son mucho más que los ojos de sus usuarios. Estos animales ayudan a sus dueños de una manera profunda, les ofrecen seguridad, autonomía, confianza y una compañía incondicional. Además, mejoran su bienestar general y los hacen personas más sociables.
“En la parte psicosocial hay unos aportes enormes. Una persona ciega va con el bastón y la gente dice ´ay, mira al cieguito´. Ellos son ciegos, pero deben ser tratados como cualquier ser humano. Cuando caminan con los perros dicen ´mira ese perro tan lindo´. Esos comentarios hacen que los usuarios quieran salir en vez de estar encerrados. Hacen unos aportes enormes, además de todo el afecto que brinda un perro que es infinito”, afirma Guerrero.
Después de varios años de servicio, los perros guía se jubilan. La mayoría de las veces, los propios usuarios se los quedan, ya que el vínculo que establecen con estos animales es muy fuerte. Si por algún motivo ellos no pueden quedárselos, los caninos regresan a la fundación a vivir su vejez.
“Todos los usuarios tienen la opción de conservar el perro guía cuando este se jubila. La vida útil de ellos es relativa, pero podrían ser 8, 9, 10 años. Con el tiempo comienzan a presentar cierta dificultad al caminar y toca tomar la decisión de retirarlos. El tema emocional siempre es duro. Hace parte de la preparación que el usuario tengan absoluta conciencia de que el perro no va a durar para siempre”, dice el experto.
Leer: ¿Cuáles son las mejores razas de perros guía?
Aunque no hay cifras oficiales, Guerrero asegura que en Colombia hay aproximadamente 300 perros guía, siendo Bogotá la ciudad que posee la mayor cantidad de ejemplares, con 150 más o menos. Si bien estos números son bastante reducidos, teniendo en cuenta el total de personas con discapacidad visual, el experto asegura que el país es pionero en Latinoamérica con lo que respecta a este tema.
“Para Colombia, un país subdesarrollado, somos enormes en ese tema, aun cuando son escasas las organizaciones dedicadas a entrenarlos. Nosotros hemos llegado a entregar más de 300 perros guía. Esto funciona casi que con recursos propios. No tiene apoyo de entidades del Estado, ni de las empresas privadas. Sería un sueño, pero no lo hay. A veces se destinan recursos para otras cosas y tenemos que aceptarlo”.
Cabe resaltar que, según cifras del Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC), Colombia tiene cerca de 2 millones de personas con discapacidad visual. Por otro lado, el Instituto Nacional para Ciegos (INCI) informa que en Bogotá alrededor de 300 mil personas tienen discapacidad visual. De ellos, al menos 120 mil son hombres y 170 mil mujeres.
¿Cómo certificar un perro guía en Colombia?
Según la Federación Internacional de Perros Guía (GDF) y la Asociación Internacional de Perros de Asistencia (Assistance Dogs International), para que un canino sea catalogado como perro guía o lazarillo, debe estar entrenado y certificado por una escuela de adiestramiento acreditada.
“Los perros tienen que ser entrenados por personal calificado. Ahí entran en rigor unos lineamientos internacionales de lo que es un entrenador en proceso, un instructor y un experto. Todo eso se mide por méritos, por antigüedad, por tener al menos cinco acoplamientos exitosos y verificados. Para que un perro sea de servicio debe haber pasado por las diferentes etapas de entrenamiento y acoplamiento”, dice Guerrero.
Además, estos animales deben tener un carnet de identificación y un distintivo que lo acredite, como una cadena, pechera, collar, arnés o chaleco. El carnet que expiden las instituciones u organizaciones debe contener la foto del ejemplar, el nombre y la raza a que pertenece, el nombre e identificación del usuario o propietario del animal, la fecha de expedición y expiración y el centro de capacitación donde fue entrenado.
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Arya es la perra guía de Andrés Jaramillo, un músico bogotano que perdió la visión hace 14 años por una patología llamada glaucoma ocular, una enfermedad que daña el nervio óptico. Para Andrés, salir de su casa sin el apoyo de Arya es muy complicado, pues desde hace más de 12 años va a todas partes con una canina que orienta sus pasos.
“Ella me presta sus ojos y su cuerpo para guiarme de una manera incondicional. No le importa la hora, yo me levanto a las 3:00 a.m. y ella ya está en la puerta esperándome. Es la extensión de mi cuerpo. Su trabajo consiste en evadir obstáculos, huecos, postes, paredes, etc. También aprende caminos. Ary sabe cuál es el recorrido de la casa al trabajo, o de la casa a la panadería, o al parque. Donde tenga que trabajar, trabaja y lo hace muy bien. Andar con un bastón es como andar en un Renault 4, mientras que andar con un perro guía es como andar en un Ferrari”, cuenta Andrés.
Los perros guía, también conocidos como lazarillos, son caninos que, gracias a su inteligencia, facilitan la movilidad de las personas ciegas o con una discapacidad visual grave. Estos animales están entrenados para evitar obstáculos, aprenderse caminos, buscar puertas de acceso, encontrar asientos libres en transportes públicos y alertar a su dueño sobre la presencia de andenes, escaleras o desniveles en el pavimento.
Juan Carlos Guerrero, instructor profesional de perros guía de la Asociación Colombiana de Perros de Asistencia (APAC), inscrita en 2013, y director de la Fundación Luz en el Sendero, explica que el adiestramiento de estos caninos es bastante complejo. La madurez y experiencia de la unidad funcional (perro - usuario) son fundamentales para garantizar el éxito.
Este proceso de entrenamiento se puede dividir en tres etapas: obediencia básica, adiestramiento específico (línea recta, bordillos, obstáculos de todo tipo) y acoplamiento. “El entrenamiento consiste en desarrollar respuestas a ciertas situaciones. La educación del cachorro o del perro medianamente joven está ligado a cosas básicas como sentarse, echarse, quedarse quieto. Luego viene la etapa especializada de perro guía, donde aprenden a sortear obstáculos, a guiar a una persona a un sitio determinado. Y después está la parte del acoplamiento, que es bien delicada porque hay que lograr que el perro se acople a la persona ciega de forma exitosa”, explica guerrero.
Leer: “Ella me presta sus ojos y su cuerpo para guiarme de una manera incondicional”
A lo largo de sus 23 años de labor, Juan Carlos ha llevado a cabo más de 300 acoplamientos exitosos con personas que tienen discapacidad visual. Según él, este tipo de adiestramiento se diferencia de otros porque maneja una gran profundidad psicológica. Además de cumplir sus funciones básicas, los lazarillos están capacitados para desobedecer una orden de su usuario cuando la ejecución implica un peligro para su integridad física.
“Los perros guías se trabajan sobre algo que se llama condicionamiento móvil. Es decir, ellos aprenden recorridos fácilmente de la casa al supermercado, de la casa al trabajo, y respetan esos recorridos. Anexo a esto, hay todo un trabajo de protección al usuario. Los perros guía deben pensar antes que nada en proteger al usuario”.
Antes de conocer a Ayra, Andrés tuvo otras dos perras guía de raza labrador retriver. Atenea, la primera de ellas, se jubiló por un problema de salud luego de acompañarlo por casi dos años. Inmediatamente después llegó Gema, quien no solo reemplazó sus ojos por más de una década, sino que además fue su amiga incondicional. Estas caninas llegaron a cambiar su vida y a brindarle esa independencia que había perdido.
“A Atenea la recuerdo todavía con mucho amor y cariño. Era súper dócil, yo le decía con la traílla ´muévete´ y ella lo hacía enseguida. Ella empezó a brindarme esa seguridad que había perdido, pude volver a sentir el viento en la cara y esa autonomía de movilizarme. Después llegó Gema, una perra fuerte, temperamental, muy segura de sí misma. La amo con toda mi alma, es una perra modelo, un ejemplo. Yo jamás tuve un accidente con ella, una caída, nada. Caminamos juntos por muchos años”, relata Andrés.
Para Juan Carlos, los perros guía son mucho más que los ojos de sus usuarios. Estos animales ayudan a sus dueños de una manera profunda, les ofrecen seguridad, autonomía, confianza y una compañía incondicional. Además, mejoran su bienestar general y los hacen personas más sociables.
“En la parte psicosocial hay unos aportes enormes. Una persona ciega va con el bastón y la gente dice ´ay, mira al cieguito´. Ellos son ciegos, pero deben ser tratados como cualquier ser humano. Cuando caminan con los perros dicen ´mira ese perro tan lindo´. Esos comentarios hacen que los usuarios quieran salir en vez de estar encerrados. Hacen unos aportes enormes, además de todo el afecto que brinda un perro que es infinito”, afirma Guerrero.
Después de varios años de servicio, los perros guía se jubilan. La mayoría de las veces, los propios usuarios se los quedan, ya que el vínculo que establecen con estos animales es muy fuerte. Si por algún motivo ellos no pueden quedárselos, los caninos regresan a la fundación a vivir su vejez.
“Todos los usuarios tienen la opción de conservar el perro guía cuando este se jubila. La vida útil de ellos es relativa, pero podrían ser 8, 9, 10 años. Con el tiempo comienzan a presentar cierta dificultad al caminar y toca tomar la decisión de retirarlos. El tema emocional siempre es duro. Hace parte de la preparación que el usuario tengan absoluta conciencia de que el perro no va a durar para siempre”, dice el experto.
Leer: ¿Cuáles son las mejores razas de perros guía?
Aunque no hay cifras oficiales, Guerrero asegura que en Colombia hay aproximadamente 300 perros guía, siendo Bogotá la ciudad que posee la mayor cantidad de ejemplares, con 150 más o menos. Si bien estos números son bastante reducidos, teniendo en cuenta el total de personas con discapacidad visual, el experto asegura que el país es pionero en Latinoamérica con lo que respecta a este tema.
“Para Colombia, un país subdesarrollado, somos enormes en ese tema, aun cuando son escasas las organizaciones dedicadas a entrenarlos. Nosotros hemos llegado a entregar más de 300 perros guía. Esto funciona casi que con recursos propios. No tiene apoyo de entidades del Estado, ni de las empresas privadas. Sería un sueño, pero no lo hay. A veces se destinan recursos para otras cosas y tenemos que aceptarlo”.
Cabe resaltar que, según cifras del Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC), Colombia tiene cerca de 2 millones de personas con discapacidad visual. Por otro lado, el Instituto Nacional para Ciegos (INCI) informa que en Bogotá alrededor de 300 mil personas tienen discapacidad visual. De ellos, al menos 120 mil son hombres y 170 mil mujeres.
¿Cómo certificar un perro guía en Colombia?
Según la Federación Internacional de Perros Guía (GDF) y la Asociación Internacional de Perros de Asistencia (Assistance Dogs International), para que un canino sea catalogado como perro guía o lazarillo, debe estar entrenado y certificado por una escuela de adiestramiento acreditada.
“Los perros tienen que ser entrenados por personal calificado. Ahí entran en rigor unos lineamientos internacionales de lo que es un entrenador en proceso, un instructor y un experto. Todo eso se mide por méritos, por antigüedad, por tener al menos cinco acoplamientos exitosos y verificados. Para que un perro sea de servicio debe haber pasado por las diferentes etapas de entrenamiento y acoplamiento”, dice Guerrero.
Además, estos animales deben tener un carnet de identificación y un distintivo que lo acredite, como una cadena, pechera, collar, arnés o chaleco. El carnet que expiden las instituciones u organizaciones debe contener la foto del ejemplar, el nombre y la raza a que pertenece, el nombre e identificación del usuario o propietario del animal, la fecha de expedición y expiración y el centro de capacitación donde fue entrenado.
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