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En su paseo de la mañana, o quizá antes de irse a la cama, algunos perros pueden querer una buena porción de pasto. Están los que, sin importar su textura, color o sabor, se comen cualquiera que tengan cerca. Otros, en cambio, son más selectivos, olfatean, lamen, y se comen unos pocos de los que hay en el jardín.
Desde la etología y la veterinaria se han aventurado a dar algunas explicaciones para este comportamiento. A pesar de las diferencias entre una teoría y otra, todas están de acuerdo en que, por sí solo, no es un síntoma de alguna enfermedad.
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A partir del estudio de la evolución de los caninos, se apunta a decir que, tal como los lobos o los zorros, las hierbas hacen parte de la dieta natural de los omnívoros. Por lo tanto, incluirlos como parte de su alimentación es apenas normal, sobre todo en busca de un complemento nutricional.
Si bien los alimentos preparados especialmente para mascotas están diseñados para suplir todas sus necesidades nutricionales, por su sabor o su textura, algunos perros optan por añadirlo a sus comidas diarias.
Otras teorías posicionan al pasto como un regulador intestinal cuando hay molestias. Si la ingesta de un alimento está afectando la digestión de nuestra mascota, esta puede buscar comer pasto con textura áspera en busca de inducir el vómito para expulsar lo que esté generando la molestia.
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Además, el pasto de textura suave puede ayudar a limpiar el intestino y mejorar los procesos digestivos. En estos casos funciona como un purgante natural, que en ningún caso debería remplazar la desparacitación periódica.
En ambos casos, tanto para inducir el vómito como para hacer una limpieza intestinal, hay que tener presente la frecuencia con la que su mascota buscar comer pasto. Si es recurrente que coma pasto para después vomitar, podría ser indicador de una afección gastrointestinal.
Ante estos casos, es importante contar con la valoración veterinaria para descartar cualquier tipo de problema de salud, o para realizar un tratamiento adecuado y temprano en caso de que se requiera.
Por otra parte, aunque el consumo de pasto no debería generar ningún problema en el perro, es importante supervisar los sitios en los que suele hacerlo. Lo mejor será permitírselo en una zona verde sobre la que se conozca el tipo de pesticidas con que se fumiga.
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Los productos para el control de plagas en la vegetación suelen indicar en sus contenedores los riesgos que existen para la salud de personas y animales. En caso de que se desconozcan los productos que se usan, evitar que su perro coma pasto en estos lugares podría prevenir un envenenamiento.
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