Síndrome de furia, la patología que afecta especialmente a los cocker spaniel
También llamado síndrome de ira o agresión de inicio repentino, es un trastorno del comportamiento canino que tiene como principal característica una respuesta violenta y agresiva del animal sin un estímulo o causa previa. Es poco conocida y afecta mayormente a razas de tipo spaniel. En La Red Zoocial hablamos sobre sus síntomas, causas, riesgos y tratamiento.
Laura Tatiana Vargas Lizarazo
Hace aproximadamente 8 años, Norma Pinzón fue mordida por Martín, un perro de raza cocker spaniel inglés que pertenecía a su tía y a sus primas y que conocía desde que era un cachorro. Al principio, la familia pensó que la acción del animal había sido un acto natural motivado por su carácter sobreprotector y posesivo. Sin embargo, lo que no sabían era que la mascota padecía el síndrome de furia, una extraña patología que hace que los perros tengan, de manera repentina, una conducta agresiva y violenta sin un estímulo o causa previa.
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Hace aproximadamente 8 años, Norma Pinzón fue mordida por Martín, un perro de raza cocker spaniel inglés que pertenecía a su tía y a sus primas y que conocía desde que era un cachorro. Al principio, la familia pensó que la acción del animal había sido un acto natural motivado por su carácter sobreprotector y posesivo. Sin embargo, lo que no sabían era que la mascota padecía el síndrome de furia, una extraña patología que hace que los perros tengan, de manera repentina, una conducta agresiva y violenta sin un estímulo o causa previa.
“Yo visitaba mucho a mi tía y a mis primas, tenían dos cocker spaniel, un macho y una hembra, a quienes conocía desde que eran cachorros. El perrito, Martín, se ponía muy protector con mi mamá, no me dejaba acercarme, se ponía bravo, me mostraba los dientes, me gruñía, me ladraba. Pensé que era un rasgo natural, que de pronto así era su personalidad. Una vez llegamos de un viaje, lo fui a consentir y me mordió la mano. Afortunadamente, no paso a mayores, fui al médico, me preguntaron si era un perro vacunado y mandamos papeles para asegurar que todo estaba en orden. Por esa época el perrito no tuvo ninguna restricción y regreso a la casa. Me dijeron: ´debe ser un problema tuyo, deberías darle de comer para que sea más amistoso contigo´, lo intenté, pero no funcionó”, cuenta Norma a La Red Zoocial.
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De cachorro, Martín siempre fue un perro tranquilo y amigable, incluso se dejaba consentir sin ningún problema. Pero a los 5 años empezó a presentar episodios repentinos de rabia. Todo se volvió más complicado cuando el canino volvió a morder a Norma, esta vez en la pierna. Ante esta situación, ella decidió dejar de ir tan seguido a la casa de su tía. Sin embargo, el verdadero problema surgió tiempo después, cuando la mascota atacó a un niño pequeño.
“Un día volví a la casa, estaba mi prima menor, mi mamá y uno de los sobrinos de mi prima que tenía unos 5 años. El niño estaba jugando cuando, de repente, en cuestión de segundos, Martín le mordió el cachete, fue un caos. Logramos separar al perrito y la primera reacción de nosotras fue llamar a mi tía. Después fuimos al médico, al niño le hicieron una cirugía estética y, afortunadamente, hoy en día no tiene mayor cosa en su cara, solamente una cicatriz chiquita”, narra Norma.
Después de ese acontecimiento, la familia de Norma decidió llamar al veterinario de confianza. Tras investigar y hacer las consultas necesarias, descubrieron que el perrito tenía el síndrome de furia, un trastorno del comportamiento canino que aparece, sobre todo, en los cocker spaniel. Al final resolvieron dejar a Martín al cuidado del veterinario, quien tiene una finca en donde convive con otros animales. Hoy en día el perrito vive más tranquilo en un espacio amplio donde puede jugar e interactuar con otros de su misma especie.
La familia de Norma desconocía la existencia de esta patología, debido a que es tan rara y poco frecuente que apenas se habla de ella. Sin embargo, es importante que quienes deciden vincular un perro a su hogar conozcan sus características, necesidades, predisposiciones y las enfermedades o trastornos que pueden desarrollar.
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La Red Zoocial entrevistó a Mónica Alejandra Arciniegas, médica veterinaria y zootecnista de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales UDCA y especialista en medicina interna de pequeños animales, y a Germán Moreno, médico veterinario de la clínica especializada, Pet Health, quienes hablaron sobre esta patología, sus síntomas, causas, riesgos y tratamiento.
De acuerdo con Arciniegas, el nombre del trastorno, también llamado síndrome de ira o agresión de inicio repentino, se le atribuye al doctor Roger A. Mugford, un conocido psicólogo de animales y experto en comportamiento de perros. Aunque la patología se ha registrado mayormente en razas de tipo spaniel, no es una condición exclusiva en estos perros.
“Existen registros en otras razas como los bull terrier, los pastores alemanes, los golden retriever, los dóberman, los pinscher, los bernes de la montaña y los san bernardo. Se ha descrito que tiene un origen genético y además hereditario. Por esta razón, no es aconsejable que los perros que lo sufren tengan crías. Además, se presenta mayormente en cocker spaniel de manto dorado, ya que estos son los que mayor incidencia de cruce tienen en los criaderos”, afirma la veterinaria.
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¿Cuáles son las principales causas del síndrome de furia en perros?
Según Arciniegas, las causas del síndrome de furia no son claras, se asocia a un trastorno neurológico y se ha descrito como una forma de epilepsia, ya que afecta a las mismas partes del cerebro; aunque también puede ser asociado con niveles inusualmente bajos de serotonina. Los síntomas que presentan los perros que padecen este trastorno son conductas de agresividad repentina, muchas veces sin mostrar signos de alarma como gruñidos y ladridos previos. Incluso, en algunos casos los episodios pueden ocasionar convulsiones.
¿Cómo se trata el síndrome de furia en perros?
La zootecnista resalta que es importante que el trastorno sea tratado por un veterinario y no por un adiestrador, “su tratamiento se basa en productos destinados a normalizar los niveles de serotonina, se han descrito también tratamientos con antiepilépticos, anticonvulsivos y ansiolíticos que han sido muy efectivos. Sin embargo, al ser un síndrome tan desconocido, no hay un protocolo establecido”, recalca Arciniegas.
Por su parte, Moreno recomienda que el tratamiento sea manejado de manera clínica por un médico veterinario experto en etología, quien es el profesional encargado de evaluar, diagnosticar y tratar las patologías relacionadas con el comportamiento de los caninos. Además, resalta que en ningún caso se debe recurrir a la automedicación con fármacos ni al sacrificio.
¿Qué pasa si no se hace un diagnóstico a tiempo?
Moreno dice que es fundamental identificar y controlar a tiempo esta patología porque, si no se toman medidas, los caninos pueden llegar a poner en riesgo la integridad, e incluso la vida, de las personas. Sin embargo, el síndrome de furia no es contagioso ni tampoco migra a otras especies.
“Cuando no se le da la importancia que tiene, este trastorno puede alterar la sociabilidad de los individuos con su entorno. Los tutores que desconocen esta condición suelen corregir de manera errónea al perrito, al asociarlo con un tema de carácter netamente comportamental, y muy pocas veces lo llevan al veterinario. No obstante, médicamente no se han descrito consecuencias más allá de las provocadas por los ataques a otros individuos”, concluye la médica veterinaria.
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