Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En internet hay cientos de vídeos en los que una persona sostiene a un gato recostado sobre las palmas de las manos. Con su espalda dirigida hacia el piso, lo sueltan y, en apenas fracciones de segundo, este se voltea y cae sobre sus patas.
(Le puede interesar: Homeopatía veterinaria aplicada: ¿pseudociencia o alternativa?)
Lo más impresionante de esta maniobra, es que pueden realizarla a distancias muy cortas del punto de finalización de la caída, aun cuando parecería no darles tiempo suficiente para realizarla.
Esta pregunta ha cautivado la curiosidad de investigadores desde hace, por lo menos, 300 años. Se han aventurado a dar diferentes respuestas, y aunque parece estar resuelto en su mayoría, aún hay cuestiones que permanecen sin resolver.
Se sabe que hay tres elementos clave en lo que se conoce como el reflejo de enderezamiento de los gatos. El primero es el vestíbulo, una región del oído que se encarga de la percepción espacial del cuerpo, fundamental en el movimiento y el equilibrio de los animales.
(Le recomendamos: Perros no podrían sacar la cabeza por las ventanillas del auto en Estados Unidos)
El segundo es la vista, que permite a los gatos ubicar los objetos en el entorno en el que se encuentran y maniobrar para regresar a una posición adecuada durante una caída. Este sentido es importante durante las primeras semanas de vida de los felinos, mientras que perfeccionan su técnica de enderezamiento. Después, pueden prescindir de este para lograrlo.
El tercero es la flexibilidad de su columna, que les permite mover sus extremidades delanteras y traseras en direcciones contrarias, algo crucial para lograr la maniobra.
A simple vista, la cola también podría considerarse parte relevante de esta técnica, pues es una de las extremidades que más se mueve durante la caída. Sin embargo, hay razas de gatos que carecen de cola y también tienen el reflejo de enderezamiento bien desarrollado.
(En vídeo: ¿Qué son las especies invasoras y por qué son un riesgo para los ecosistemas?)
Cuando el gato cae de espaldas al vacío, su primera reacción es girar la parte delantera de su cuerpo. Cabeza y patas delanteras hacen un movimiento sincronizado hacia uno de los costados, mientras que su cola hace el movimiento en la dirección inversa.
Por su parte, las patas traseras hacen un movimiento leve, también en el sentido contrario de las delanteras, sin estar totalmente estiradas. Una vez la parte delantera de su cuerpo está en una posición adecuada para la caída, la parte trasera gira hacia el otro costado para adquirir la posición final.
Aunque la explicación sobre lo que vemos en la caída de los gatos nos permite algunos puntos de su movimiento, para la ciencia el mecanismo no está del todo claro. A pesar de que se han intentado replicar de manera artificial, como en la robótica, por ejemplo, no se logra una ejecución tan perfecta como la de los felinos.
(Lea: Chía, la perrita colombiana que viaja por el mundo, ¿cuántos países conoce?)
¡Cuidado!
Que los gatos cuenten con este reflejo no quiere decir que no puedan lesionarse en una caída. Si bien tienen la capacidad de amortiguar de mejor manera, en comparación a como lo haríamos los humanos, pueden sufrir contusiones, esguinces o fracturas al caer de alturas considerables.
Para estimular el reflejo de enderezamiento de un gato basta con sostenerlo a una altura de un metro, o menos. Hacerlo con mucha frecuencia también puede tener consecuencias negativas para el animal.
(También puede leer: Piden investigar la muerte de un ocelote en Santander)
En redes sociales suelen hacerse tendencia vídeos en los que se deja caer al vacío, desde grandes alturas, a los gatos. Esto constituye una forma de maltrato animal, por lo que desde La Red Zoocial hacemos un llamado a no replicarlo ni compartirlo.
🐾 ¿Quiere estar al día y conocer las últimas noticias sobre el mundo animal? Lo invitamos a verlas en La Red Zoocial. 🐶🐱 Además, si tiene alguna historia o está interesado en contar la suya con su mascota, puede escribirnos a laredzoocial@elespectador.com