Tener perro o gato podría asociarse con menos alergias alimenticias en niños, según estudio
Los datos indicarían que los menores expuestos a perros tienen menos posibilidades de experimentar alergias al huevo, leche y frutos secos. Y los que tienen contacto con gatos, al huevo, trigo y soja.
Las mascotas, ya sean perros o gatos, en casa se asocian con menos alergias alimentarias entre los niños de hasta tres años, incluyendo cuando están expuestos a estos animales antes del nacimiento, es decir, durante el desarrollo fetal. Así lo señaló un nuevo estudio realizado en Japón que publicó Plos One en el que no se establece una relación causa efecto, sino una asociación entre ambos factores.
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Las mascotas, ya sean perros o gatos, en casa se asocian con menos alergias alimentarias entre los niños de hasta tres años, incluyendo cuando están expuestos a estos animales antes del nacimiento, es decir, durante el desarrollo fetal. Así lo señaló un nuevo estudio realizado en Japón que publicó Plos One en el que no se establece una relación causa efecto, sino una asociación entre ambos factores.
El estudio, que fue dirigido por Hisao Okabe, del departamento de pediatría de la Universidad Médica de Fukushima, no pudo establecer que las mascotas reduzcan el riesgo de alergia a los alimentos. Sin embargo, es uno de los más grandes realizados hasta la fecha y puede aportar nuevos datos sobre la tenencia de estos animales y su relación en el hogar.
En algunos países desarrollados, incluido Japón, las familias preocupadas por las alergias continúan evitando tener mascotas.
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El equipo usó datos del Estudio Japonés sobre Medioambiente e Infancia con la participación de 66.215 menores (entre enero de 2011 y marzo de 2014) en el que, entre otros, hay información sobre la exposición a mascotas y las alergias alimentarias. Esta información se obtuvo de registros médicos y cuestionarios autoadministrados.
“El hallazgo de que la exposición a perros y gatos se relaciona con menos alergias alimentarias parece bastante sólido y concuerda con varios estudios anteriores”, dijo James Gern, profesor y jefe de la División de Alergias, Inmunología y Reumatología de la Universidad de Wisconsin en Madison, a The Washington Post. Esta afirmación fue respaldada también por Amanda Cox, profesora de pediatría en el Instituto de Alergias Alimentarias Jaffe de la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai, en Nueva York.
Estudios anteriores, como Factores de riesgo ambientales y demográficos para la alergia al huevo en un estudio poblacional de bebés y Tener perros en casa antes y durante el embarazo redujo el riesgo de alergia alimentaria en niños de 1 año, también informaron sobre los supuestos efectos beneficiosos de la exposición al perro durante el desarrollo fetal o la primera infancia sobre la alergia alimentaria en la niñez, sin embargo, otros, como Efectos de la propiedad y el genotipo de un perro sobre el desarrollo inmunitario y la atopia en la infancia, no arrojaron efectos estadísticamente significativos. Cabe resaltar que el efecto de la exposición a mascotas que no sean perros no se abordó en estos estudios, pero en el japonés sí (incluyó animales como gatos, tortugas, hámsteres y aves).
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El estudio japonés indica que los niños con perro o gato en casa tienen un 14% menos riesgo de alergias a alimentos.
En algunos países de renta alta, a más de uno de cada diez niños se le diagnostica alergias alimentarias, y la incidencia sigue aumentando. “La alergia alimentaria es una condición que reduce la calidad de vida de los pacientes y sus familias, impone una carga de costos médicos significativa y es un desencadenante importante de la anafilaxia, que a veces es fatal. Por lo tanto, prevenir su aparición es una prioridad clave”, señala el documento japonés.
El estudio indica que alrededor de un 22 % de los menores estuvieron expuestos a mascotas, especialmente perros y gatos en interiores durante el periodo fetal. Este estudio “se suma a la creciente literatura de que los contactos con mascotas podrían tener muchos beneficios para la salud de los niños. Además de la alergia a los alimentos, otros estudios han encontrado tasas más bajas de dermatitis atópica, enfermedades con sibilancias, alergias respiratorias, asma y un mayor bienestar psicológico”, agregó Gern al medio estadounidense anteriormente citado.
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Entre los niños con contacto en interiores con perros y gatos había una “reducción significativa” de la incidencia de alergias alimentarias, aunque no se vieron diferencias significativas con los menores de hogares con perros en el exterior. “El análisis bruto estimó que la exposición a perros mantenidos al aire libre también redujo el riesgo de incidencia de todas las alergias alimentarias hasta la edad de 3 años, pero después de ajustar las covariables, no se identificó significación estadística”, se lee en el estudio japonés.
Los datos indican que los niños expuestos a perros en interiores “tenían significativamente menos posibilidades” de experimentar alergias específicas al huevo, la leche y los frutos secos. Los que tenían contacto con gatos eran “significativamente menos propensos” a padecer alergias al huevo, el trigo y la soja. Sin embargo, y de forma “sorprendente”, en el caso de los hámsters (0,9 % del total del grupo estudiado) había una incidencia significativamente menor de alergias a frutos secos.
“Las alergias al pescado, las frutas, los crustáceos y la soba no mostraron diferencias significativas en relación con la exposición a ninguna especie de mascota. El número de casos de alergia al arroz y al sésamo fue pequeño y no se pudo ajustar adecuadamente para las covariables”, agrega el estudio.
Había 51.858 niños en el grupo de no exposición, 1.072 en el grupo de exposición fetal, 3.129 en el grupo de exposición infantil y 10.156 en el grupo de exposición “ambos”.
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“Nuestros hallazgos sugieren que la exposición a perros y gatos podría ser beneficiosa contra el desarrollo de ciertas alergias alimentarias, aliviando así las preocupaciones sobre el cuidado de mascotas y reduciendo la carga de las alergias alimentarias”, indican los autores, al mismo tiempo que reconocen algunas limitaciones del estudio, como que los datos no están basados en pruebas de alergias u otros análisis realizados por ellos, sino basados en los dados por los participantes complementados con historias clínicas.
Sin embargo, este estudio fue una encuesta basada en un cuestionario y no realizamos una evaluación objetiva.
Autores
Además, esta investigación no puede determinar si la relación entre la exposición a mascotas y la incidencia de alergias alimentarias es de causa-efecto. Aun así, los autores sugieren que estos resultados pueden ayudar a orientar futuras investigaciones sobre los mecanismos que subyacen a las alergias alimentarias infantiles.
“Se requieren más estudios que utilicen desafíos alimentarios orales para evaluar con mayor precisión el incidente de alergias alimentarias. No obstante, los hallazgos de este estudio ayudarán en el diseño de estudios futuros”, concluyen los investigadores.
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