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En Bogotá se han hecho reiteradas intervenciones en comercios dedicados a la venta de animales domésticos. Aunque se han cerrado algunos locales debido a la falta de condiciones adecuadas para la tenencia de animales, no se ha logrado poner fin a la problemática.
El Instituto Distrital de Protección Animal realiza jornadas de inspección periódicas en este tipo de establecimientos. En ellas se busca verificar el estado de salud de los animales y se hacen recomendaciones para garantizar el bienestar de estos. Sin embargo, este tipo de establecimientos suelen tener a los animales en vitrinas o jaulas, lo que podría generarles estrés y traumas futuros.
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La congresista Andrea Padilla dice que esta actividad económica aún se mantiene por dos razones: “la primera, porque el congreso no se ha animado a legislar con miras a su prohibición. Y segundo, porque sigue existiendo la demanda. Mientras haya personas que compren animales en estos establecimientos, seguirá existiendo la oferta”.
En 2016, por medio de la ley 1774, se reconoció a los animales como seres sintientes. Además, tanto en el Código de Policía como en el proyecto de ley 315 de 2020 (aprobado en 2022), se busca establecer medidas para garantizar el bienestar de los animales, previniendo que no sean sometidos a tratos crueles o estresantes, además de regular su comercialización.
Entonces, surge la pregunta sobre si estas tiendas, por las condiciones en las que los mantienen, estarían afectando el bienestar de los animales y, por lo tanto, incumpliendo la ley 1774. Estos comercios se amparan en que no existe una ley que prohíba la venta de animales domésticos.
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Existen las prohibiciones sobre la tenencia y comercialización referidas a animales silvestres, con sanciones más fuertes para aquellos que se encuentran en peligro de extinción o que se consideran especies exóticas. Por su parte, durante este año se aprobó una ley que busca establecer una regulación clara sobre la comercialización de animales domésticos o de producción.
Sumado a esto, la ley establece que no se pueden comercializar animales vivos en plazas de mercado ni en lugares expuestos al aire libre. Además del bienestar de los animales, la prohibición se basa en los problemas de salubridad que pueden generarse a raíz de la tenencia de animales en lugares en los que se vende comida.
El legislativo deberá resolver dos problemáticas relacionadas con los proyectos de ley que buscan prohibir la venta de animales. La primera es si se establece una diferenciación entre los animales domésticos y los destinados a la producción, pues en las zonas rurales hay familias que dependen de la ganadería, la piscicultura, entre otras actividades que involucran animales.
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La segunda, que además implica al poder ejecutivo, es definir de manera clara lo que se consideran tratos crueles y estresantes. Además, establecer una regulación estricta en este aspecto para aquellos lugares que se dedican a la crianza y venta de mascotas.
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