Chao Facol, hola Ostu: la historia de la nueva marca de ropa en Colombia
Con una inversión de más de $2.000 millones, Ostu espera posicionarse en el mercado de la moda nacional ofreciendo productos hechos en Colombia. Esta es la historia detrás de la transformación de una marca icónica en el sector textil del país.
Lucety Carreño Rojas
Leidy Carvajal comenzó a trabajar en la Fábrica Colombiana (Facol) el 15 de mayo de 2000. Su familia estaba enfrentando un mal momento económico y su mamá, Mabel Ricardo, le dijo que tendría que trabajar para que se pudiera pagar la universidad.
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Leidy Carvajal comenzó a trabajar en la Fábrica Colombiana (Facol) el 15 de mayo de 2000. Su familia estaba enfrentando un mal momento económico y su mamá, Mabel Ricardo, le dijo que tendría que trabajar para que se pudiera pagar la universidad.
Ricardo trabajaba en una de las fábricas de Facol en el área de confección de pantalones y recomendó a su hija. “Mi mamá me consiguió una entrevista con Alberto Suárez, jefe de recursos humanos de ese momento. Me entrevistó, pasé y comencé como auxiliar de bodega”, recordó Carvajal, quien tras 23 años en la compañía haciendo su carrera y pasando por diferentes cargos, ahora es la directora de producto de Ostu, la nueva marca de la empresa que reemplazó a Facol.
Durante dos años su función fue ubicar el producto en la bodega y alistarlo para que fuera revisado y enviado a los clientes. Después fue supervisora por cuatro años de la bodega de las prendas femeninas. Mientras ascendía en la marca, terminó su carrera profesional. Comenzó estudiando un técnico profesional en administración de empresas en la CUN y después homologó y estudió economía en la Universidad La Gran Colombia.
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“En ese momento don Pepe era mi jefe, que era una persona maravillosa con sus trabajadores, y nos puso unos objetivos en la bodega, como cumplir con unas unidades de despacho, las cumplí y como premio me regaló el dinero para pagar dos semestres de la universidad”, dijo la economista.
En 2006 se abrió una vacante en el cargo de jefe de zona y Carvajal ascendió al área administrativa de la compañía, puesto en el que se desempeñó por siete años. En 2010 reestructuraron la empresa y crearon el Departamento de Negocios y Compras de Producto, ahí pasó a ser compradora de Facol. Tras 10 años en el puesto, desde hace tres es directora de producto de la nueva marca Ostu.
“Hice mi carrera en la compañía. Aquí conocí a mi esposo, Jaime Pulido Carvajal, con el que llevo felizmente casada 17 años y a quien también recomendó su papá. Esta empresa me ha dado todo lo que tengo. Con esta empresa mi mamá me pagó el colegio y pude pagarme la universidad. Todo el esfuerzo y sacrificio valieron la pena, porque ahora soy la directora de producto de una marca que está haciendo una evolución muy grande”.
Los retazos que formaron una marca textil competitiva
En 1957, con una máquina de coser, José Pepe Douer llegó con su papá desde México para crear Manufacturas Eliot en Barranquilla, el puerto colombiano por donde entraban los textiles. De ahí nació Patprimo, una de las primeras marcas de moda nacionales en fabricar prendas de vestir a gran escala. Tres años después, en 1960, se abrió la primera planta de producción en Montevideo, en Bogotá.
Con los retazos de tela que dejaba la producción de Patprimo, hace 40 años se creó la Fábrica Colombiana (Facol) para vender esos saldos. La empresa fue bien recibida por los colombianos y comenzó su expansión por las principales ciudades del país. Sin dejar de lado el negocio de las telas, la marca se abrió paso en el mercado minorista con la comercialización de ropa a precios competitivos.
Después de 40 años Facol dejó de existir para darle paso a la marca Ostu, pero Facol telas seguirá en el negocio y continuará con el nombre.
“El cambio tiene que ver con tres factores. El primero es el potencial de la marca. Nosotros hicimos monitoreo de números, de la salud de la marca, y descubrimos que estaba dejando un potencial por explotar. El segundo fue el contexto, pues en el que nació la marca es muy diferente al actual por la entrada al mercado de marcas nacionales e internacionales. Por eso se tomó la decisión de inventarnos una nueva. El tercero es el mercado, y como al consumidor le duele que le toquen el bolsillo, nosotros supimos que estábamos en la capacidad de entregar una propuesta de valor positiva y a precios competitivos”, explicó Verónica Rumié, gerente de Ostu.
El 95 % del trabajo se hace localmente, es una empresa colombiana “hecha por y para colombianos”. Además, la apuesta es ofrecer más contenido de moda. “Causa nostalgia separarse de marcas con tanto legado, pero no es una decisión que tomamos a la ligera. Pero nos emociona mucho más lo que viene”, agregó.
Ostu es parte del Grupo Pash, una empresa colombiana que sigue el legado de Pepe Douer y que actualmente está en manos de sus nietos.
Entre las anécdotas que tiene Carvajal durante sus años en la compañía recuerda que don Pepe permitía que los empleados fueran los sábados para trabajar en compañía de sus hijos y les encomendaba la misión de comprarles regalos. “Él se encontraba a un niño por el pasillo y le decía: ‘Pasa por mi oficina que te tengo un regalo’, y los niños eran felices”.
También tiene en sus memorias cuando vio una cantidad de telas y pidió que la dejaran hacer unos leggins, producto que estaba en tendencia en esa época, con unos saldos de telas. “Lo que hice fue coger todas esas telas y hacer el primer corte. En ese diciembre vendimos casi 7.000 unidades de esos leggins”.
Los 11.000 empleados de Facol siguen en sus puestos y la nueva marca utilizará las 92 tiendas que tienen en el país y cuatro en Ecuador, y se proyecta un crecimiento anual de 10 %.
“Con el cambio de marca nadie pierde su trabajo y ha sido muy bonito ver cómo el equipo ha evolucionado y se ha emocionado tanto con este nuevo proyecto. Si este proyecto crece es probable que el equipo también lo haga”, dijo Rumié.
“Es una empresa que te da todas las herramientas para que tú crezcas”, puntualizó Carvajal, quien contó que su mamá se pensionó hace cuatro años de la empresa.
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