“Jardines”, la colaboración sostenible entre la academia y la industria de la moda
La alianza entre la Universidad Santo Tomás, la Escuela Arturo Tejada Cano, Manifiesta y Tarpui dejó un videodocumental y una colección de moda que muestra la importancia de incluir la sostenibilidad social y el apoyo a la paz.
Lucety Carreño Rojas
En la fachada de una casa blanca ubicada en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) en Icononzo (Tolima) hay una frase que resume muy bien lo que es Jardines: “La vida es tejer sueños, bordar historias, aprender puntadas, cambiar de aguja e hilo y desatar nudos”.
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En la fachada de una casa blanca ubicada en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) en Icononzo (Tolima) hay una frase que resume muy bien lo que es Jardines: “La vida es tejer sueños, bordar historias, aprender puntadas, cambiar de aguja e hilo y desatar nudos”.
Jardines es el nombre de un videodocumental y una colección de moda que dejó el trabajo entre la Universidad Santo Tomás, la Escuela Arturo Tejada Cano, Manifiesta y Tarpui, una alianza entre la academia, la industria de la moda colombiana y actores del conflicto armado para trabajar por la paz y la sostenibilidad a través de la ropa.
“El propósito es pensar en cómo la cocreación en diseño permite el diálogo entre diferentes actores, experiencias y marcas de moda con el fin de contribuir al logro de la paz”, dice Édward Salazar, sociólogo y profesor de la U. Santo Tomás.
Todo empezó hace un año. Salazar lideró el proyecto de investigación y cocreación junto a la socióloga Carolina Barón y el profesor de diseño Andrés López, y la Escuela Arturo Tejada, con su directora general Natalia Tejada y la directora académica Carolina Aconcha, aportaron su infraestructura, conocimientos y docentes para reforzar el trabajo de Tarpui, una marca de moda sostenible, y de Manifiesta: Hecho en Colombia, una marca creada por las politólogas Ángela Herrera y Sara Arias, quienes trabajan y venden los productos de Tejiendo Paz, la cooperativa creada por excombatientes de las Farc.
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Nicolás Galvis es otro de los integrantes del proceso y encargado de la confección de la colaboración desde Soacha. También es víctima del conflicto armado y un experto en chaquetería, quien durante la pandemia trabajó en una colección de chaquetas de bioseguridad con Manifiesta. “Mi historia empieza desde que la violencia toca las puertas de mi familia. El 24 de agosto de 2013 mi hermano muere en manos de las Farc en un atentado que deja 20 soldados muertos”, recuerda.
La contribución a la paz y la sostenibilidad son escenarios en los que las empresas de moda y la academia pueden trabajar juntos. “¿Quién diría que hace seis años, antes del Acuerdo de Paz, la Universidad Santo Tomás iba a llegar con profesores a un taller de confecciones en un pueblo que estaba en alerta roja por la guerrilla? Esto es un acto de paz. Hacer estos procesos es demostrar que en la moda, en las confecciones, los exguerrilleros tienen mucho que decir y nosotros, como sociedad civil, mucho por hacer”, asegura Sara Arias.
Diana Gómez, comunicadora de moda, explica que esta industria “cuenta con el motor para ejecutar proyectos de gran impacto y la academia puede proveer metodologías informadas para procesos de cocreación respetuosos de todos los actores y para que la divulgación de estos proyectos sea enriquecedora para la sociedad civil”.
Ante la falta de implementación de los Acuerdos de Paz, víctimas y excombatientes han creado emprendimientos y proyectos productivos, “en los que estos actores son líderes, ejecutores, creativos y mano de obra. Hay todo por hacer en este terreno”, dice Gómez.
Galvis agrega que, en medio de un proceso de reconciliación, como el de muchas familias que están pasando por el mismo camino de violencia y olvidados por el Gobierno, creamos un proyecto de diseño de moda. “Todos somos portadores de un nuevo comienzo. Este proyecto es una de mis grandes experiencias. La reconciliación es el camino a conseguir la paz que tanto anhelamos todos”.
En mayo de este año comenzó el proceso de formación y cocreación. Aprendieron sobre diseño, referentes, patronaje y pigmentos. Conocieron sobre sus historias, quiénes estaban detrás de cada marca, sus expectativas y sueños. Arias resalta del proyecto que se descentralizó de Bogotá, pues asistieron dos veces al taller de Icononzo. “La primera para identificar que se podía reforzar y fortalecer. Las enseñanzas y aprendizajes fueron más allá del diálogo y el compartir para fortalecer con contundencia lo que venimos desarrollando. Esto es un abanico de posibilidades y acciones que tienen un potencial para visibilizar lo construido”.
En la segunda visita hicieron un recorrido por la zona rural para descubrir qué plantas del territorio les servían para utilizar sus pigmentos. “Experimentamos, encontramos y recogimos guayabos, guagua, hojas de platanillo, moras silvestres, helechos, cáscaras de cebolla y remolacha, y pintamos y teñimos juntos las telas de la colección. Fue una experiencia maravillosa”, cuenta Lina Bermeo, creadora de Tarpui (sembrar, en quechua), una marca fundada en 2017, que trabaja con fibras de origen natural o biodegradables para generar un cambio en la moda.
La sostenibilidad en Colombia: avances y cuestionamientos
El documental, presentado en el marco de Ixel Moda 2021, permitirá que llegue a más personas que no son cercanas o que no están familiarizadas con lo que se ha hecho por la paz. Además, abre un debate sobre la sostenibilidad, que no se puede olvidar que se compone por los componentes ambiental, económico y social, pues muestra un proceso de trabajo manual, colaborativo, refleja cómo el textil y la tela sirven como herramienta para enviar un mensaje y responde a preguntas como: ¿quién hizo mi ropa ¿Cómo se creó? ¿Por qué la hicieron?
Vale la pena mencionar que la sostenibilidad es un proceso que depende de los contextos propios de cada comunidad, según explica Gómez, “los proyectos sostenibles de una región y otra cambian según las vivencias de las comunidades, su desarrollo económico, las materias primas con las que cuentan y el estado de su entorno. Son muchos los territorios en Colombia donde no es posible ejecutar efectivamente estrategias de sostenibilidad ambiental sin considerar el contexto de violencia que han vivido o continúan viviendo. La búsqueda de la paz también favorece la búsqueda de la sostenibilidad ambiental en el país”.
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En el contexto colombiano, la desigualdad, la pobreza y el conflicto son temas diarios, por lo que las marcas nacionales que quieran incorporar la sostenibilidad no pueden dejar de lado ese componente social. “El cuidado de la naturaleza es un tema menos polarizante que la pobreza extrema, la mortalidad por desnutrición, el desplazamiento forzado y las víctimas del conflicto armado, y esto también significa que para las marcas hay caminos más espinosos en la construcción de estrategias que los beneficien en posicionamiento o ventas por acercarse a esas causas, así sean primordiales para sanar el país”.
Jardines es un ejemplo de cómo las víctimas del conflicto, a través del trabajo con las prendas, construyen memoria. “A través de estos oficios creativos narran su pasado y descubren un lenguaje simbólico que les permite reivindicar sus identidades y reconocer sus historias, sus pérdidas y sus dolores. Son muchas las formas en las que la moda puede acercarse a estos procesos, desde el compartir de saberes, la divulgación responsable y, especialmente, la financiación, pues en muchos casos se trata de poblaciones históricamente empobrecidas que requieren acceso urgente a mejores oportunidades”.
El resultado del proyecto se presentó durante el conversatorio “Moda y política”, de la agenda académica de Ixel Moda 2021, un evento que se realiza en Cartagena del 13 al 15 de octubre, que reúne a las industrias creativas y que cuenta con el apoyo del Gobierno. Édward Salazar menciona que el hecho de que este evento le abra la puerta a este proyecto, “en medio de una industria muy tradicional, responde al lugar que puede ocupar la academia: una voz crítica en medio de unos contextos que pueda que no se hagan las preguntas que necesitamos para desarrollar la industria. También es una invitación desde el rol que ocupamos como académicos en ese tipo de eventos para hacernos preguntas más complejas y da cuenta de la necesidad de ampliar la visión política de la moda”.
Gómez explica que los momentos más importantes de los proyectos a favor de la reincorporación son la visibilidad y la divulgación ante la sociedad. “Eventos como Ixel Moda son espacios que validan estos proyectos ante la industria y la academia, y les permiten alcanzar no solo a audiencias especializadas, sino al público final interesado en la moda desde el aspecto estético y comercial. El hecho de que Ixel Moda sea un evento que cuenta con respaldo de entidades públicas, contribuye a destacar la importancia de la articulación de ese sector con el sector privado para apoyar a los firmantes en su reincorporación a la vida civil”.
¿Qué tiene la colección?
Se trata de una línea oversize de 15 prendas, entre las que se encuentran chaquetas, pantalones, camisas y vestidos. Los recursos de la producción los pusieron las instituciones académicas y las ganancias de la colección serán para las marcas. La colaboración estará disponible en las redes sociales de los dos emprendimientos.
Este proyecto permitió que los diferentes actores del conflicto, la academia y la sociedad civil se reunieran alrededor de una mesa de confección y diseño. “Esto muestra las formas en que la moda, la academia y los oficios pueden sentarse a conversar, y eso es lo que necesita la paz. La paz es una voluntad no de los iguales, sino de los diferentes”.
“Algo muy bello de estas personas es que tienen en sus ojos la esperanza. Ellos están en esa búsqueda de paz, de tranquilidad, de generar proyectos productivos y hacer cambios desde ahí. Es una comunidad que se apoya y tienen mucho por enseñarnos”, puntualiza Bermeo, diseñadora de moda, emprendedora y artesana.