Tras 50 años de golpe contra Allende, Chile pregunta cuánto sabía Nixon del complot
Medio siglo después del golpe, no hay pruebas de una implicación directa del expresidente de EE. UU., Richard Nixon, en el Golpe del general Augusto Pinochet del 11 de septiembre de 1973. Sin embargo, nuevos documentos sugieren que sabía lo que estaba ocurriendo.
El expresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, se reunió con Agustín Edwards, dueño del grupo mediático El Mercurio de Chile, días antes del ascenso al poder del expresidente Salvador Allende, según documentos desclasificados recientemente y traducidos por el archivero Peter Kornbluh.
La razón del encuentro, según estos papeles, fue discutir un plan para bloquear el camino del líder socialista a la presidencia chilena, antes de que el Congreso lo ratificara en el cargo el 24 de octubre. Edwards también se reunió con el entonces director de la CIA, Richard Helms, a quien ofreció detalles sobre los miembros de las posturas de las fuerzas armadas sobre Allende.
Con esta información, la Casa Blanca y la CIA participaron de un entramado para evitar la asunción de Allende. Edwards se encargó de transmitir las demandas de los militares chilenos a Washington, quienes pedían no ser abandonados tras el golpe. Poco después, la CIA puso en marcha el plan con el que le entregó a uno de los conspiradores dinero y municiones para llevar a cabo el complot.
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El plan incluía el secuestro del general René Schneider, comandante en jefe del Ejército, que se consideraba leal a la Constitución y no participaría del golpe contra Allende. El secuestro a Schneider se llevó a cabo el 22 de octubre de 1970, dos días antes de la fecha en la que el Congreso debía ratificar a Allende. En el plan participaron militantes de la organización paramilitar Patria y Libertad. Schneider quedó gravemente herido.
Con dicho incidente, el público selló su respaldo a Allende; el Congreso de Chile no tuvo más opción que ratificar su presidencia el 24 de octubre. Schneider falleció un día después por las heridas de bala que recibió durante el operativo para secuestrarlo. Según el proyecto del hemisferio occidental del Instituto de Tecnología de Massachusetts, el entonces secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger, tenía pleno conocimiento del operativo y fue él quien había dado la orden de ir por Schneider.
“Es increíble que, 50 años después, todavía estemos conociendo detalles clave de cómo Estados Unidos intentaba bloquear, frustrar, socavar y desestabilizar al primer presidente socialista electo. Chile es una de las operaciones encubiertas más infames de la CIA, y una en la que tienes un vínculo explícito con el presidente de los Estados Unidos que ordena derrocar a un gobierno elegido democráticamente”, manifestó Kornbluh, según The Guardian.
Luego de la muerte de Schneider, nadie mostró remordimiento por lo sucedido, según Kornbluh. “Lo que les cabreó (a Estados Unidos) fue que los militares chilenos no habían llevado a cabo la trama que se había escrito”, lamenta el archivista.
Los papeles desclasificados recientemente salen a la luz en medio de las presiones del embajador de Chile en Washington, Juan Gabriel Valdés, para que Estados Unidos divulgue todos los detalles de las conversaciones de Nixon en el Despacho Oval sobre su país entre 1973 y 1974. Luego de 50 años, los chilenos continúan sin saber qué tanto sabía Nixon de los planes para apoyar un golpe de Estado en Chile en 1973 y qué ocurrió ese día en la Casa Blanca.
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“Nosotros todavía no conocemos lo que el presidente Richard Nixon vio en su escritorio en la mañana del golpe militar y cómo se le informó de que el golpe militar había sucedido. Hay detalles que nos interesan, son importantes para poder reconstituir nuestra propia historia”, dijo Valdés, convencido de que en la presidencia de Joe Biden se tendrán avances en esta materia.
Valdés ha dicho que no se esperan unas disculpas de Washington, pero sí un mayor reconocimiento de su papel para debilitar la democracia chilena antes de Allende. Para la historiadora Antonia Fonck, a pesar de este “goteo de documentos”, es poco probable que se sepa toda la verdad debido a “la cantidad de información que se quemó o se perdió”.
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El expresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, se reunió con Agustín Edwards, dueño del grupo mediático El Mercurio de Chile, días antes del ascenso al poder del expresidente Salvador Allende, según documentos desclasificados recientemente y traducidos por el archivero Peter Kornbluh.
La razón del encuentro, según estos papeles, fue discutir un plan para bloquear el camino del líder socialista a la presidencia chilena, antes de que el Congreso lo ratificara en el cargo el 24 de octubre. Edwards también se reunió con el entonces director de la CIA, Richard Helms, a quien ofreció detalles sobre los miembros de las posturas de las fuerzas armadas sobre Allende.
Con esta información, la Casa Blanca y la CIA participaron de un entramado para evitar la asunción de Allende. Edwards se encargó de transmitir las demandas de los militares chilenos a Washington, quienes pedían no ser abandonados tras el golpe. Poco después, la CIA puso en marcha el plan con el que le entregó a uno de los conspiradores dinero y municiones para llevar a cabo el complot.
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Con dicho incidente, el público selló su respaldo a Allende; el Congreso de Chile no tuvo más opción que ratificar su presidencia el 24 de octubre. Schneider falleció un día después por las heridas de bala que recibió durante el operativo para secuestrarlo. Según el proyecto del hemisferio occidental del Instituto de Tecnología de Massachusetts, el entonces secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger, tenía pleno conocimiento del operativo y fue él quien había dado la orden de ir por Schneider.
“Es increíble que, 50 años después, todavía estemos conociendo detalles clave de cómo Estados Unidos intentaba bloquear, frustrar, socavar y desestabilizar al primer presidente socialista electo. Chile es una de las operaciones encubiertas más infames de la CIA, y una en la que tienes un vínculo explícito con el presidente de los Estados Unidos que ordena derrocar a un gobierno elegido democráticamente”, manifestó Kornbluh, según The Guardian.
Luego de la muerte de Schneider, nadie mostró remordimiento por lo sucedido, según Kornbluh. “Lo que les cabreó (a Estados Unidos) fue que los militares chilenos no habían llevado a cabo la trama que se había escrito”, lamenta el archivista.
Los papeles desclasificados recientemente salen a la luz en medio de las presiones del embajador de Chile en Washington, Juan Gabriel Valdés, para que Estados Unidos divulgue todos los detalles de las conversaciones de Nixon en el Despacho Oval sobre su país entre 1973 y 1974. Luego de 50 años, los chilenos continúan sin saber qué tanto sabía Nixon de los planes para apoyar un golpe de Estado en Chile en 1973 y qué ocurrió ese día en la Casa Blanca.
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Valdés ha dicho que no se esperan unas disculpas de Washington, pero sí un mayor reconocimiento de su papel para debilitar la democracia chilena antes de Allende. Para la historiadora Antonia Fonck, a pesar de este “goteo de documentos”, es poco probable que se sepa toda la verdad debido a “la cantidad de información que se quemó o se perdió”.
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