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En abril, al tiempo que en la Ciudad de México las altas temperaturas rompían récord desde que se inventaron los termómetros, el agua en nueve colonias de la Alcaldía Benito Juárez llegó contaminada. Olía a gasolina, tenía una nata de aceite y espuma blanca al agitarla.
Inmediatamente los afectados dieron la voz de alarma por redes sociales y se quejaron con las autoridades locales, así como con el Sistema de Agua de la Ciudad de México, quienes tardaron en reaccionar. Los vecinos bloquearon por lo menos cuatro veces la Avenida Insurgentes para llamar la atención y ser atendidos.
El apocalíptico caos vial que ocasionaron funcionó: soldados, marinos y empleados de Protección Civil llegaron a la zona con máquinas potabilizadoras de agua, carros tanque para llenar cisternas de los edificios, cientos de garrafones con agua potable y médicos para atender los problemas de salud provocados por el agua contaminada.
Origen desconocido
Existía el temor de que hubiera gasolina o diésel en las tuberías, por el riesgo de una explosión como sucedió en Guadalajara, en abril de 1992, donde un barrio entero voló por los aires, los automóviles terminaron en las azoteas de las casas y hubo más de cien muertos.
Un ingeniero petrolero que nos pide omitir su nombre, en entrevista con RFI, afirma que, “dadas las cantidades de hidrocarburos que están mezcladas con un cuerpo de agua abundante, es totalmente imposible que se produzca una explosión o un incendio”.
El especialista en derrames petroleros opina que “dada la lejanía de los ductos de la empresa Petróleos Mexicanos [Pemex], es poco probable que de ahí haya surgido una contaminación en la escala que se ha producido”, porque si hubiera sido un ducto de Pemex, la cantidad de hidrocarburos que se hubiera podido verter en un pozo de agua sería muchísimo mayor. Según él, probablemente una empresa, como una gasolinera, pudo haber tenido una trasminación hacia el pozo.
“Lo más importante es”, prosigue el experto, encontrar “la causa, el origen” de la contaminación. Mientras eso no se determine, ningún método de limpieza es válido. Recalca asimismo que lo que actualmente denuncian los vecinos afectados es que el gobierno de la Ciudad de México está usando cloro, que es muy dañino para la salud.
“Aceite degradado de la familia de los lubricantes”
“En los tres primeros días, pusimos explosímetros [un aparato que mide los compuestos volátiles] en 780 sistemas para saber si había gasolina o peligro de explosividad. Nos salió cero explosividad. Envié a mucho personal de esta Secretaría para revisar los domicilios. Al principio, hicimos pruebas con el laboratorio móvil del Sistema de Aguas de la Ciudad de México [Sacmex] que te da la cantidad de cloro, de sustancias y elementos que te garantizan que el agua es potable, sin embargo, seguíamos teniendo el olor y la capita aceitosa, de grasa en las cisternas, razón por la que buscamos laboratorios de mucha especialidad para que nos hicieran un estudio mucho más amplio, y que pudieran estudiar una mayor amplitud de sustancias que la que estábamos atendiendo en un primer momento”, nos explica por su parte la arquitecta Myriam Urzúa, jefa de Protección Civil de la Ciudad de México.
“Llegamos a la conclusión de que se trataba de un aceite degradado de la familia de los lubricantes. Desde el primer día atendimos la emergencia limpiando las cisternas con jabón Roma [jabón de ropa muy económico] que es biodegradable. Se limpiaron las paredes de cada una de las cisternas de las viviendas y después se volvieron a llenar con pipas de agua. Cerramos el pozo Alfonso XIII que fue el origen del agua contaminada. Estamos analizando constantemente el agua del pozo Alfonso XIII y otros dos pozos más. Inspeccionamos a conciencia las cajas de válvulas y en los registros. En cuanto tuvimos la certeza de que el agua es potable, comenzamos a abrir las válvulas de paso de la calle a las cisternas”, agrega.
“El laboratorio de Petróleos Mexicanos nos demostró que se trataba de una aceite degradado antiguo, es decir, que tiene una cantidad de partes por millón de azufre, en una fórmula que se utilizaba hace 40 años o más. Hoy son cinco partes por millón y las muestras tienen 1400 partes por millón”, detalla la especialista en seguridad.
Varias líneas de investigación
¿Qué podría, entonces, ser al origen esta situación? “Hay una línea de investigación que está siguiendo la Fiscalía General de la República y es por sabotaje. También estamos buscando los lugares donde hubo establecimientos muchos años atrás, que utilizaban este tipo de sustancias. Sabemos que hubo una carbonera, una panadería, una maderería y que dejaron enterrados tanques con estos químicos. Una tercera línea de investigación es Petróleos Mexicanos pues hay dos tuberías que pasan a 350 metros al norte del pozo, una con diésel y otra con gasolina. Le pedimos a Pemex una prueba de hermeticidad para asegurarnos de que el tubo está totalmente sellado y no hay fuga. Y también les pedimos que pasaran el aparato apodado ‘diablito’, para detectar si disminuye el ancho de las paredes de los ductos, que en caso positivo, significa la existencia de una toma clandestina para robo de combustible. Afortunadamente no hay ninguna”, responde Myriam Urzúa.
“Hace muchos años no existía la normatividad que tenemos hoy día. Muchos negocios tiraban sus desechos al suelo”, prosigue. “Tal vez estos contaminantes quedaron encapsulados en el subsuelo pero con los microsismos se liberaron. En esta zona hay seis epicentros de microsismos como los de diciembre pasado. Un microsismo pudo haber liberado al contaminante. El tubo del pozo está a 117 metros de profundidad y tal vez por ahí entró el contaminante. Es algo que tenemos que evaluar. Seguimos buscando el origen”, concluye la arquitecta.
Resultados negados a la población
El 8 de mayo, el portal de noticias Animal Político publicó que el Comité de Transparencia del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) anunció que los resultados de las pruebas de laboratorio del agua contaminada en la alcaldía Benito Juárez estarán reservados para los próximos tres años para no interferir con la investigación de contaminación por sabotaje.
El argumento esgrimido es que: “De publicarse se puede vulnerar la conducción de la investigación; es decir, se trata de datos relacionados con los argumentos hechos valer en la denuncia correspondiente y con ello, se declare el ejercicio de la acción penal”. Además, “al exponerse la información, se expone al escrutinio público, por lo que se presta a generar interpretaciones erróneas, confusas y equívocas, ocasionando un prejuicio a las actividades de investigación en cumplimiento a las leyes, prevención o persecución de los delitos y la impartición de la justicia”.
Los afectados están furiosos. Exigen que se les diga la verdad, que se revele el resultado de los análisis gubernamentales, que vuelvan los médicos y que de nueva cuenta se les lleve agua potable, además de que se declare una emergencia sanitaria.
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