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                                                                                                                                Argentinos empeñan las joyas de las abuelas para poder llegar a fin de mes

                                                                                                                                La inflación de casi 300 % interanual ha obligado a los argentinos a vender las pequeñas piezas de oro que heredaron de sus abuelas.

                                                                                                                                A pesar de que la mitad de la población de Argentina es pobre, la mayoría cuenta con joyas de oro por la facilidad para acceder a este en la década de 1970.
                                                                                                                                Foto: AFP - Agencia AFP
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Los afectos quedan de lado cuando te tapan las deudas”, explica a la AFP Mariana, que cambió por dinero en efectivo el reloj que su abuelo le había obsequiado a su padre cuando se graduó.

                                                                                                                                A los 63 años, su jubilación como empleada judicial no le alcanza para cubrir gastos básicos, carcomidos por una inflación de casi 300 % interanual.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En su sala con aires art decó unos diez clientes aguardan para vender. “Ha habido muchísimas personas últimamente, creo que por lo que está pasando en el país, personas que quizás tenían piezas que no pensaban vender y deciden hacerlo porque no llegan a fin de mes”, dice a la AFP Natalia, una de los cuatro tasadores de la casa.

                                                                                                                                Solo en este lugar se realizan unas 300 operaciones diarias, el triple de las que hacían hasta el año pasado.

                                                                                                                                “A partir de enero empezó a aumentar la gente que llega a nuestro salón. Hemos ampliado capacidad y horarios porque no damos abasto”, refiere Natalia, que resguarda su apellido “por seguridad”.

                                                                                                                                En los canales de televisión hay al menos cinco shows de tasaciones auspiciados por las principales joyerías, parte del marketing del rubro donde hay fuerte competencia.

                                                                                                                                Síndrome de colchón vacío

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Vaciado el colchón, recurren al alhajero en medio de una fuerte recesión económica, desplome del consumo, miles de despidos y aumentos de tarifas en los servicios esenciales.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                Lo más usual es la venta de pequeñas piezas en oro.

                                                                                                                                “El clásico es la alianza (anillo de bodas), pero también traen joyas victorianas, de la ‘belle époque’ que vienen de abuelos y tatarabuelos, piezas únicas”, dice Natalia, gemóloga y experta en el arte de ponderar quilates.

                                                                                                                                A su local, vecino de la transitada terminal ferroviaria de Once, acuden clientes de todas las clases sociales.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “En los años 1970 la gente podía acceder al oro, cualquiera podía tener un anillo, los hombres usaban gemelos y trabas de corbata de oro, a las mujeres les regalaban relojes de oro cuando cumplían 15 años, era muy accesible”, remarca la tasadora.

                                                                                                                                Pero hace tiempo que dejó de ser habitual el uso de esas piezas por cuestiones de seguridad. Eso, sumado a los apremios económicos, refuerza la voluntad de venta.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com

                                                                                                                                A pesar de que la mitad de la población de Argentina es pobre, la mayoría cuenta con joyas de oro por la facilidad para acceder a este en la década de 1970.
                                                                                                                                Foto: AFP - Agencia AFP
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Los afectos quedan de lado cuando te tapan las deudas”, explica a la AFP Mariana, que cambió por dinero en efectivo el reloj que su abuelo le había obsequiado a su padre cuando se graduó.

                                                                                                                                A los 63 años, su jubilación como empleada judicial no le alcanza para cubrir gastos básicos, carcomidos por una inflación de casi 300 % interanual.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En su sala con aires art decó unos diez clientes aguardan para vender. “Ha habido muchísimas personas últimamente, creo que por lo que está pasando en el país, personas que quizás tenían piezas que no pensaban vender y deciden hacerlo porque no llegan a fin de mes”, dice a la AFP Natalia, una de los cuatro tasadores de la casa.

                                                                                                                                Solo en este lugar se realizan unas 300 operaciones diarias, el triple de las que hacían hasta el año pasado.

                                                                                                                                “A partir de enero empezó a aumentar la gente que llega a nuestro salón. Hemos ampliado capacidad y horarios porque no damos abasto”, refiere Natalia, que resguarda su apellido “por seguridad”.

                                                                                                                                En los canales de televisión hay al menos cinco shows de tasaciones auspiciados por las principales joyerías, parte del marketing del rubro donde hay fuerte competencia.

                                                                                                                                Síndrome de colchón vacío

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Vaciado el colchón, recurren al alhajero en medio de una fuerte recesión económica, desplome del consumo, miles de despidos y aumentos de tarifas en los servicios esenciales.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                Lo más usual es la venta de pequeñas piezas en oro.

                                                                                                                                “El clásico es la alianza (anillo de bodas), pero también traen joyas victorianas, de la ‘belle époque’ que vienen de abuelos y tatarabuelos, piezas únicas”, dice Natalia, gemóloga y experta en el arte de ponderar quilates.

                                                                                                                                A su local, vecino de la transitada terminal ferroviaria de Once, acuden clientes de todas las clases sociales.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En Argentina, y pese a que casi la mitad de la población es pobre, no es raro que incluso las familias humildes atesoren alguna joya de oro.

                                                                                                                                “En los años 1970 la gente podía acceder al oro, cualquiera podía tener un anillo, los hombres usaban gemelos y trabas de corbata de oro, a las mujeres les regalaban relojes de oro cuando cumplían 15 años, era muy accesible”, remarca la tasadora.

                                                                                                                                Pero hace tiempo que dejó de ser habitual el uso de esas piezas por cuestiones de seguridad. Eso, sumado a los apremios económicos, refuerza la voluntad de venta.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Siempre se vendió oro, lo que cambió es el fin por el cual se vende”, remarcó Natalia. “Antes era para refaccionar una casa, comprar un auto, hacer una fiesta y hoy es porque ‘no llego a fin de mes’, ‘los servicios me han aumentado’ o ‘me quedé sin trabajo’”.

                                                                                                                                📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.

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