Así afianza China sus relaciones con Latinoamérica, un campanazo para EE. UU.
A pesar de la retórica estadounidense sobre China, los países no prestan atención porque las acciones pesan más que las palabras.
Para nadie es un secreto el interés de China en América Latina, una región rica en materias primas y con un rol clave en el tablero geopolítico. Desde la década de los 90, el gigante asiático ha buscado afianzar sus relaciones con el vecindario, principalmente a través de una estrategia hábil de préstamos multimillonarios a países como Venezuela y Brasil, mega inversiones en Argentina o la construcción de proyectos de infraestructura en Ecuador o Perú, por nombrar algunos casos.
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Para nadie es un secreto el interés de China en América Latina, una región rica en materias primas y con un rol clave en el tablero geopolítico. Desde la década de los 90, el gigante asiático ha buscado afianzar sus relaciones con el vecindario, principalmente a través de una estrategia hábil de préstamos multimillonarios a países como Venezuela y Brasil, mega inversiones en Argentina o la construcción de proyectos de infraestructura en Ecuador o Perú, por nombrar algunos casos.
Ahora mismo, Beijing está detrás de proyectos como la remodelación de la Línea 1 del metro de Ciudad de México o el megapuerto de Chancay, con el que Perú espera aumentar el intercambio comercial con Asia. Muchos de estos proyectos, cabe destacar, han recibido denuncias por violaciones a las normas ambientales y sociales a través de organizaciones como Latinoamérica Sustentable (LAS), quien observó daños a ecosistemas por obras de empresas chinas en Ecuador.
Pero la agenda de China en América Latina, para fortalecer sus lazos y por ende su influencia, no se ha concentrado solo el campo económico: también está el social y político. El miércoles, el gobierno acogió el Foro de Desarrollo de la Juventud de China, América Latina y el Caribe, un espacio al que se convocaron a representantes de ocho países de la región para intercambiar ideas sobre las áreas prioritarias para la juventud y escuchar a líderes y lideresas de movimientos juveniles.
La afinidad ideológica entre los invitados y el anfitrión del evento fue notable. Por Venezuela participó Yosneisy Josefina Paredes, comisionada nacional de relaciones internacionales del Partido Socialista de Venezuela (PSUV), mientras que por Argentina fue Leila Guadaulpe Pazos, jefa del Departamento de Cooperación Internacional del Senado Nacional y encargada de la juventud de la Secretaría de Política Internacional de la Cámpora, el grupo más leal a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Este detalle, sin duda, marcó el simposio, que se convirtió por un momento en un espacio político con vivas a figuras como Hugo Chávez y los Kirchner más que en un intercambio de ideas sobre las necesidades de la juventud. Pese a la politización de la charla, salieron cinco preocupaciones generales para los países invitados: empleabilidad, medio ambiente, representación de las mujeres, salud mental y el orden del sistema internacional. Los representantes de Venezuela y Argentina fueron los que más hicieron énfasis sobre esto último, criticando tanto las estrategias sancionatorias de gobiernos como el de Estados Unidos como las políticas de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
David Mauricio Castrillón, profesor de la Universidad Externado de Colombia y experto en China, explica que los acercamientos entre América Latina y Beijing son necesarios precisamente por esto: el actual sistema internacional.
“Nuestros socios tradicionales, como Estados Unidos, están cerrándose cada vez más. Aun con un presidente demócrata, el país caracteriza a la región como una fuente de problemas como la migración. Y estamos viendo políticas monetarias que limitan nuestro acceso a los mercados de capitales. Hoy en la región, incluyendo Colombia, tenemos gobiernos con nuevas agendas ambiciosas que necesitan capital y otros apoyos que Washington y Europa parecen no estar dispuestos a ofrecer”, señala el experto.
En ese sentido, Castrillón explica que China se presenta como una opción fundamental, como fuente para proveer de esos capitales o como socio que se pueda subir la escalera de valor agregado. Pero los préstamos no son gratis. Detrás de la financiación hay condiciones. Un caso notable puede ser el de Honduras, cuyo gobierno anunció hace dos meses que suspendía sus relaciones con la autogobernada isla de Taiwán, una medida aplaudida ampliamente por China y condenada por Washington. Según analistas, la decisión habría tenido motivos económicos, pues Tegucigalpa buscaría que Beijing financie el proyecto de la hidroeléctrica Patuca III.
Los acercamientos de China con América Latina se presentan en un momento en el que la relación de Washington con el vecindario no es la mejor. Hasta abril, una docena de embajadas estadounidenses no tenía un embajador oficialmente designado, lo cual es sorprendente para Julio Guzmán, exsecretario general de la presidencia del Consejo de Ministros de Perú. El exfuncionario le aseguró a Voz de América que Washington debe repensar su relación con el sur del continente, la cual parece dar por sentada.
“Debemos volver a reconocernos y enamorarnos. En una relación donde se escuche a América Latina no como un hermano menor, sino como un hermano igual”, sentenció Guzmán.
Los nuevos acercamientos de China con la región pueden ser un campanazo para Washington y una invitación para que repiense su estrategia con el cono sur. Según un estudio del Diálogo Interamericano, la variedad de corrientes ideológicas en los países que se han visto beneficiados por la ayuda china demuestra que pesa más el sentido económico que la afinidad ideológica. Castrillón coincide en esto.
“Durante los años de Iván Duque en el poder había participantes de Colombia en los foros, así como representantes de Bolsonaro cuando estaba en el poder en Brasil. De casos anteriores podemos concluir que sería muy contraproducente para China excluir a estos países con otras tendencias cuando precisamente es cuando más necesita aliados”, señala el profesor Castrillón.
Ecuador es un ejemplo de cómo pesan más los negocios que la corriente ideológica. Hace una semana, el gobierno ecuatoriano firmó el Tratado de Libre Comercio con China, mientras que Uruguay cumple ya algunos meses avanzando en esa dirección. “China es un país pragmático que no está interesado en los intereses ideológicos, sino más en la cooperación y en tener un gana-gana”, dice Castrillón.
Sobre Estados Unidos, el profesor Castrillón explica que Washington ve cómo año tras año otros socios profundizan sus relaciones con América Latina, pues los países de la región ahora se rehúsan a escuchar su discurso anacrónico de la Guerra Fría, que habla de China como una amenaza.
“El campanazo fue dado hace mucho tiempo, pero por la disfunción política en el país hoy, el gobierno estadounidense no ha podido darle forma a una respuesta a esta inserción china en la región. Los países de la región no van a darle la espalda a Beijing solo porque Estados Unidos lo pide, si este no ofrece alternativas. Es decir, ¿si China no construye el metro en Bogotá, entonces lo hará Estados Unidos? No. A pesar de la retórica estadounidense, los países no prestan atención porque las acciones pesan más que las palabras”, concluye Castrillón.
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