Así es el “ejército de Dios”, el grupo que busca una “guerra civil” en EE. UU.
Cientos de personas viajaron este fin de semana a Texas para desafiar las políticas migratorias del presidente Joe Biden.
En camiones, camionetas y casas rodantes, cientos de personas del autodenominado “ejército de Dios” (God’s Army) comenzaron a llegar hasta el extremo sur de Estados Unidos este sábado para manifestarse contra la “invasión” migratoria que, aseguran, afecta al país.
Esta organización, que opera desde 1982 y ha perpetrado varios actos de violencia en el país, promueve las ideas de extrema derecha e incluso ha hecho llamados a una “guerra civil” contra los liberales para detener el avance de ideas progresistas. La migración es una de las áreas a las que se oponen.
Bajo el lema “Take our border back” (Recuperemos nuestra frontera), estos activistas iniciaron esta última semana convoyes desde distintas partes del país hacia poblados de la frontera sur para acampar allí este fin de semana. Buscan mostrar rechazo a las políticas migratorias del presidente, Joe Biden.
“La migración en la frontera está fuera de control. Estamos siendo invadidos y, necesitamos controlar lo que está sucediendo”, dice a la AFP Robyn Forzano, de 43 años, quien controla el acceso al rancho en Texas.
Se presentan como “We the People” (“Nosotros, el Pueblo”, como inicia el preámbulo de la Constitución estadounidense) y han convocado a veteranos, comerciantes, ganaderos, camioneros e incluso medios de comunicación.
“Únete a la pelea de Dios” lleva escrito en su carrocería uno de los vehículos que llegó hasta un rancho en Quemado, un pueblo de Texas de 162 habitantes, con rústicas casas esparcidas en medio del valle por donde discurre el río Bravo o Grande, la frontera natural entre Estados Unidos y México.
Por ese río cruzan cada mes miles de migrantes que emprenden largas travesías desde América Central y del Sur en busca de mejores condiciones de vida en Estados Unidos, una cuestión clave en el debate de las elecciones presidenciales de noviembre.
Idolatran al exmandatario Donald Trump, favorito republicano para las presidenciales de noviembre, pero también se han pronunciado a favor de otras figuras antimigrantes como el gobernador de Texas, el republicano Gregg Abbott.
“Todo lo que el gobernador [Gregg] Abbott tiene que hacer es llamar a los ciudadanos y estaremos armados y listos”, señalan en foros de Internet, según recogió Telemundo.
Estos activistas de ultraderecha se organizan en redes sociales y herramientas como Telegram, en donde van alimentando teorías de conspiración sobre el Gobierno y los medios de comunicación. Según una de las informaciones que divulgan, hay un complot de la élite para modificar el ADN de la población y obtener su control.
Si bien pueden tener una gran convocatoria, la misma organización ha exagerado la asistencia, llegando a insinuar que se esperaban unas 700.000 personas en el estado de Texas este fin de semana. Pese a esto, se ha pedido vigilar al grupo con cuidado.
“El intento de reunir un ejército en la frontera aún debe tomarse en serio, y los votantes de fe deberían ver el esfuerzo de movilización como lo que es: un nacionalismo cristiano puro y duro. Como pastor evangélico, lo sé cuando lo veo”, señaló Doug Pagitt, director ejecutivo de Vote Common Good, en la NBC.
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La frontera, una “zona de desastre”
“Cuando vas a México, hay gente fantástica, pero parece que cuando cruzan a este lado, (...) cometen robos”, dice Marty Bird, de 73 años, simpatizante de Trump, en Eagle Pass.
Esta ciudad, a unos 30 kilómetros de Quemado es epicentro de un conflicto entre el gobernador de Texas, Greg Abbott, y la administración Biden.
El gobierno federal reclama a Abbott por tomar el control con fuerzas militares del parque Shelby, que tiene una rampa de acceso al río, y por tender alambres de púas en la ribera.
A mediados de enero el gobierno de Biden denunció que los soldados texanos impidieron el acceso al parque a la policía de fronteras, de jurisdicción federal, para rescatar a tres migrantes que se ahogaron. Texas rechazó la acusación.
Biden llevó el caso hasta la Corte Suprema, que autorizó a la policía fronteriza a cortar el alambrado de púas. Pero el gobernador se ha opuesto y ha tendido más cercas.
Con un negocio de alquiler de kayak en ese río, Jessie Fuentes se ve directamente afectado por la situación: “Ese río hoy es una zona de desastre (...) El parque se está volviendo una base militar”.
“Hay ciertos grupos que dicen ser un ejército de Dios, viniendo a nuestra comunidad a esparcir odio (...) Estoy preocupado porque eso no es lo que somos”, agregó.
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En camiones, camionetas y casas rodantes, cientos de personas del autodenominado “ejército de Dios” (God’s Army) comenzaron a llegar hasta el extremo sur de Estados Unidos este sábado para manifestarse contra la “invasión” migratoria que, aseguran, afecta al país.
Esta organización, que opera desde 1982 y ha perpetrado varios actos de violencia en el país, promueve las ideas de extrema derecha e incluso ha hecho llamados a una “guerra civil” contra los liberales para detener el avance de ideas progresistas. La migración es una de las áreas a las que se oponen.
Bajo el lema “Take our border back” (Recuperemos nuestra frontera), estos activistas iniciaron esta última semana convoyes desde distintas partes del país hacia poblados de la frontera sur para acampar allí este fin de semana. Buscan mostrar rechazo a las políticas migratorias del presidente, Joe Biden.
“La migración en la frontera está fuera de control. Estamos siendo invadidos y, necesitamos controlar lo que está sucediendo”, dice a la AFP Robyn Forzano, de 43 años, quien controla el acceso al rancho en Texas.
Se presentan como “We the People” (“Nosotros, el Pueblo”, como inicia el preámbulo de la Constitución estadounidense) y han convocado a veteranos, comerciantes, ganaderos, camioneros e incluso medios de comunicación.
“Únete a la pelea de Dios” lleva escrito en su carrocería uno de los vehículos que llegó hasta un rancho en Quemado, un pueblo de Texas de 162 habitantes, con rústicas casas esparcidas en medio del valle por donde discurre el río Bravo o Grande, la frontera natural entre Estados Unidos y México.
Por ese río cruzan cada mes miles de migrantes que emprenden largas travesías desde América Central y del Sur en busca de mejores condiciones de vida en Estados Unidos, una cuestión clave en el debate de las elecciones presidenciales de noviembre.
Idolatran al exmandatario Donald Trump, favorito republicano para las presidenciales de noviembre, pero también se han pronunciado a favor de otras figuras antimigrantes como el gobernador de Texas, el republicano Gregg Abbott.
“Todo lo que el gobernador [Gregg] Abbott tiene que hacer es llamar a los ciudadanos y estaremos armados y listos”, señalan en foros de Internet, según recogió Telemundo.
Estos activistas de ultraderecha se organizan en redes sociales y herramientas como Telegram, en donde van alimentando teorías de conspiración sobre el Gobierno y los medios de comunicación. Según una de las informaciones que divulgan, hay un complot de la élite para modificar el ADN de la población y obtener su control.
Si bien pueden tener una gran convocatoria, la misma organización ha exagerado la asistencia, llegando a insinuar que se esperaban unas 700.000 personas en el estado de Texas este fin de semana. Pese a esto, se ha pedido vigilar al grupo con cuidado.
“El intento de reunir un ejército en la frontera aún debe tomarse en serio, y los votantes de fe deberían ver el esfuerzo de movilización como lo que es: un nacionalismo cristiano puro y duro. Como pastor evangélico, lo sé cuando lo veo”, señaló Doug Pagitt, director ejecutivo de Vote Common Good, en la NBC.
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La frontera, una “zona de desastre”
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Esta ciudad, a unos 30 kilómetros de Quemado es epicentro de un conflicto entre el gobernador de Texas, Greg Abbott, y la administración Biden.
El gobierno federal reclama a Abbott por tomar el control con fuerzas militares del parque Shelby, que tiene una rampa de acceso al río, y por tender alambres de púas en la ribera.
A mediados de enero el gobierno de Biden denunció que los soldados texanos impidieron el acceso al parque a la policía de fronteras, de jurisdicción federal, para rescatar a tres migrantes que se ahogaron. Texas rechazó la acusación.
Biden llevó el caso hasta la Corte Suprema, que autorizó a la policía fronteriza a cortar el alambrado de púas. Pero el gobernador se ha opuesto y ha tendido más cercas.
Con un negocio de alquiler de kayak en ese río, Jessie Fuentes se ve directamente afectado por la situación: “Ese río hoy es una zona de desastre (...) El parque se está volviendo una base militar”.
“Hay ciertos grupos que dicen ser un ejército de Dios, viniendo a nuestra comunidad a esparcir odio (...) Estoy preocupado porque eso no es lo que somos”, agregó.
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