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El ataque al Capitolio, ocurrido el 6 de enero del 2021, quedará por siempre grabado en la memoria de Estados Unidos y del mundo entero. De acuerdo con el Departamento de Justicia, la insurrección ocurrida allí dejó un valor en daños de 1,5 millones de dólares.
Esa es una cuantía en términos económicos, pero, en términos humanos, ¿cuáles fueron esos valores? ¿A quiénes perdió el Gobierno de los Estados Unidos? ¿Qué les pasó? Lo cierto es que la vida de una persona, nunca podrá ser reemplazada. Estas son las historias de las pérdidas humanas que hubo tras los hechos ocurridos en el Capitolio el 6 de enero del año pasado.
Ataque policial
Hasta el momento, de acuerdo con el Departamento de Justicia, se ha arrestado a un total de 725 personas en casi todos los 50 estados. Durante y después del ataque 140 oficiales de la policía fueron agredidos y cinco murieron.
El oficial Brian D. Sicknick, un policía del Capitolio, fue atacado por la multitud y murió el 7 de enero, al día siguiente.
Por otro lado, dos oficiales más de la policía fallecieron después de este ataque. Ambos se suicidaron. Sus nombres eran Jeffrey Smith, quien trabajaba para el Departamento de Policía Metropolitana, y Howard S. Liebengood, oficial de la policía del Capitolio, quien se quitó la vida cuatro días después del ataque.
De acuerdo con el médico forense de Washington, el oficial Sicknick murió por “causas naturales”. Este oficial tuvo múltiples derrames cerebrales, que ocurrieron horas después de los choques con estos civiles. Los hechos en el Capitolio sí tuvieron que ver con su muerte, de acuerdo con lo reportado por el médico, según el New York Times.
Otros dos oficiales de policía se suicidaron tras el ataque, durante el mes de julio, seis meses después de los hechos. Sin embargo, la policía aún no ha incluido estas muertes como consecuencia del ataque al capitolio. Sus nombres eran: Gunther Hashida y Kyle DeFreytag.
De acuerdo con el medio estadounidense, estas cuatro muertes no han sido clasificadas, por la policía, como fallecimientos mientras “cumplían sus deberes”, ya que la ley de Washington no incluye al suicidio bajo esta categoría.
Sin embargo, legisladores demócratas están solicitando que se incluya a estas personas dentro de la lista de fallecidos durante el ataque. Un reporte bipartidista fue realizado por el Congreso, pero fue hecho un mes antes de los últimos dos suicidios. Por lo tanto, solamente se reportó a siete personas muertas.
La congresista Alexandra Ocasio Cortés, mencionó en Twitter que este ataque dejó “casi 10 muertes”. Su tweet, aparentemente incluye estos cuatro suicidios. Las otras muertes, de los que habla la congresista, fueron civiles que murieron durante el asalto: Ashli Babbitt era una veterana de la Fuerza Aérea estadounidense, quien murió al recibir un disparo por parte de un oficial de la policía del Capitolio. Otro de los fallecidos durante la insurrección fue Kevin D. Greeson, quien murió de un ataque al corazón cuando colapsó en la acera del lado oeste del Capitolio.
A su vez, Rossanne Boyland murió aplastada por los protestantes mientras se enfrentaban a la policía y, por último, Benjamin Philips, el fundador de una página web que apoyaba a Donald Trump llamada Trumparoo, murió por un derrame.
Otros miembros del Congreso han solicitado incluir los suicidios policiales como muertes mientras cumplían con sus deberes. Los senadores Mark Warner y Tim Kaine y los representantes Jennifer Wexton y Donald Beyer, todos pertenecen al Partido Demócrata en Virginia, le escribieron a la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, solicitándole que la muerte del oficial Smith sea incluida en la categoría de muertes mientras cumplían con su trabajo, de acuerdo con este medio estadounidense.
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Hasta el momento, el trauma de lo que pasó ese 6 de enero, sigue afectando a los oficiales de la policía del Capitolio. De acuerdo con reportes del Washington Post, las renuncias por parte de miembros de la policía ha aumentado considerablemente en comparación con años anteriores.
En total 135 oficiales han renunciado a su trabajo como miembros de la policía, el año anterior fueron 85 renuncias presentadas. Según Tim Barber, vocero de la policía, “no todas estas renuncias están relacionadas con lo sucedido el 6 de enero”, de acuerdo con el medio estadounidense.
Según Jodi Breiterman, una policía del Capitolio, quien va a retirarse en pocos días después de 21 años en su puesto, “hay una nube negra sobre el Capitolio, miro el rostro de los oficiales y cambiaron. Perdieron peso y no saben por qué”.
Breiterman no fue la única que notó el cambio en el rostro de sus compañeros. Brian Baird, un antiguo congresista demócrata de Washington y psicólogo clínico, indicó que durante su visita al Capitolio el mes de diciembre notó la tristeza en el rostro de los policías cuando lo saludaban, incluyendo oficiales que él conoció mientras trabajó como legislador.
Para Breiterman, quien se encontraba afuera del Capitolio el día del ataque respondiendo una amenaza de bomba, las llamadas que escuchó por la radio de la policía aún la atormentan. “Cuando me baño, escucho las llamadas. Fueron terribles”, le comentó al Washington Post.
Sin embargo, de acuerdo con esta oficial de la policía, sus compañeros casi nunca hablan de lo sucedido.
Otro oficial, quien respondió de forma anónima para este medio estadounidense, argumentó que una de las partes más difíciles para él fue escuchar a los miembros del Partido Republicano minimizar lo que ocurrió. Uno de ellos comparó a los insurreccionistas con turistas.
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Funcionarios del Congreso
Otro trabajador del Capitolio, en este caso una antigua funcionaria del partido republicano, explicó que para ella, que estuvo trabajando el día de la insurrección, y para su grupo fue difícil afrontar lo que había sucedido porque los miembros del Partido Republicano minimizaron lo que sucedió durante este ataque.
A esta antigua funcionaria le fue difícil asimilar que un presidente republicano, del mismo partido que ella, había apoyado un acto de ese tamaño, le señaló a este medio.
Por otro lado, a Rich Luchette, un antiguo consejero del representante demócrata David Cicilline, los hechos que ocurrieron ese día lo perseguían en todo momento.
De hecho, renunció después de haberse levantado pensando que los Proud Boys, el grupo de extrema derecha que apoya Donald Trump, estaban esperándolo en el pasillo de su casa. Para Luchette el sentimiento de estar en un lugar donde la vida corra peligro fue abrumador y ese fue el factor decisivo para que decidiera renunciar.
Asimismo, para una antigua miembro del personal del congreso, quien quiso ser entrevistada de forma anónima para el Washington Post, para no enfrentar algún tipo de reclamo de los seguidores de Trump, su salud mental fue deteriorándose con el paso de los días, “porque todavía estaba tratando de procesar todo eso”, explicó. De acuerdo con su testimonio, incluso días después del ataque siguieron llegando llamadas amenazantes en donde los ciudadanos alegaban que los demócratas habían robado las elecciones.
Posterior a esta incursión al Capitolio, otros hechos violentos ocurrieron cerca de este sitio. Un hombre de 71 años fue arrestado por parquear su carro cerca al Capitolio. Allí, encontraron un arma, munición, documentos relacionados con el ataque el 6 de enero y una lista de los legisladores en Estados Unidos.
Asimismo, meses después, un hombre en una moto embistió a dos policías del Capitolio, matando a uno e hiriendo al otro.
También, en agosto un seguidor de Donald Trump parqueó su camioneta a las afueras de la Biblioteca del Congreso y le indicó a la policía que tenía una bomba. Sin embargo, estaba mintiendo, nunca existió el artefacto.
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